Mujer árbitro: tarjeta y poder
Yanela Alves
Esta historia no empieza como todas. Sería la lógica, eso sí. Hija de padres y hermanos futboleros, termina como árbitro femenino de fútbol. Pero la historia de Agustina Loos (19 años) no tiene una correlación sanguínea y futbolera con su linaje. A ella el fútbol le llegó porque desde que vio rodar la pelota, cuando era chica, algo se despertó y la empezó a seducir.
"Recibí la invitación de un profesor que empezaba a dar clases de fútbol femenino y accedí. Ahí empecé a conocer el ámbito aunque antes ya concurría a la cancha. Pero en mi casa no gusta el fútbol, no me lo inculcaron ellos. Soy la única", comentó a FINDE recordando su primera vez en una cancha como jugadora hace tres años.
Pero después de pisar el césped y antes de terminar el Secundario vio en esos de otra camiseta, los que tienen el control y el poder del juego, con otros ojos. "Alguien de la FOLA (Fútbol Olavarriense Libre Amateur) me dijo de empezar a dirigir y me gustó porque podía hacer las dos cosas".
En una primera instancia "fui con la mínima idea de lo que era el arbitraje pero me fui metiendo en tema y me gustó mucho". Cuando se dio cuenta de que eso era lo que quería, "dejé el fútbol y me metí de lleno en el arbitraje porque para estar en Liga Oficial no tenés que jugar. En la Liga me capacitaron más todavía, teórica y físicamente para entrar a una cancha".
Arbitró para la Liga Oficial en 2018 y ahora lo hace en divisiones inferiores y algunos partidos de reserva. Es parte de la Asociación de Árbitros Olavarría -siendo la única mujer-, que prestan su servicio a la Liga de Fútbol, donde también es precursora.
"Los más criticados"
Arbitrar no es fácil y conlleva una gran responsabilidad y poder de decisión instantánea. No hay tiempo para el titubeo ni la inseguridad. Agustina dice: "somos el pilar fundamental del fútbol. Somos los más criticados por llevar esta camiseta y los errores que cometemos, porque como todos, somos personas. Pero son milésimas de segundos para definir si fue o no infracción, depende de la ubicación, hay muchos factores que pueden hacer que nos equivoquemos".
Pero como en todos los trabajos que realizan personas (y máquinas también), hay margen para el error, "los jugadores si no se equivocaran, el delantero haría 50 goles por partido, el defensor no permitiría que le hagan ni un gol pero todos nos equivocamos".
Si su trabajo tiene algún punto menos positivo es que "siempre nos echan la culpa por el mal resultado o lo no esperado de un equipo, somos los culpables, los que dirigimos mal". Y por supuesto que "no es así, pero bueno, creo que no podemos esperar mucho más porque como sociedad actualmente está todo medio complicado". Y aclaró que dentro y fuera de la cancha, "a mis compañeros los defiendo a muerte porque tengo la misma camiseta que ellos".
La "diferencia cultural"
El fútbol siempre fue excluyente aunque por luchas, reproducción de discursos, cambios de visión y pequeñas, o no tanto, revoluciones culturales eso ha ido cambiando. "No me importa que haya sido siempre un mundo ´de hombres´; a veces recibí una mirada diferente pero es como todo porque siempre entre el hombre y la mujer que estén en las mismas condiciones, eligen al hombre por una cuestión de imagen, calculo". Pero claramente las pelotas, las infracciones y el arco son observables por cualquier portador de ojos y conciencia, más allá del género.
"Las mujeres y hombres estamos igual de capacitados para entrar a la cancha. No veo la diferencia pero es cultural. Yo recibí el apoyo de todos mis compañeros desde un principio así que ellos lo hicieron más fácil, me tratan como una más. Saben que si dirijo es porque estoy capacitada, ni más ni menos", expresó con firmeza.
Si hay algo de lo que está segura es que ese "mundo machista" de a poco "lo estamos cambiando, e insertando a la mujer en el ámbito estamos mostrando que somos igual de capaces que los hombres para hacer el trabajo pero también depende de una visión cultural que con tiempo va cambiando" aunque muy "de a poco".
Tiempo y experiencia
Sueña con llegar a Primera División. Y sabe que es muy difícil, "más para una mujer pero es cuestión de poner empeño, voluntad y tener capacidades. Es una profesión difícil, estamos al margen del error y la gente lo espera para criticarnos".
Su máxima aspiración en el tiempo es ganar experiencia y "llegar a ser árbitro nacional o internacional" y desea que este partido en su vida no termine nunca porque "más allá de las situaciones que tenga que vivir, porque por ser mujeres pasamos más situaciones no deseables, poder seguir y no bajar los brazos". En su bolsillo, tarjeta roja al machismo.