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Narda Lepes tiene 49 años y es cocinera. Con prestigio extendido a toda América Latina. Y con la ética de la comida "rica y digna". Por eso le puso el cuerpo a la Ley de Etiquetado frontal, resistida por diversidad de grupos de presión pero que finalmente pudo atravesar a las representaciones lobbystas en el Congreso.

Narda Lepes es parte de la Asociación de Cocineros y Empresarios Ligados a la Gastronomía Argentina (Acelga). Y su imagen pública fue fundamental para la difusión del proyecto y para argumentar a favor, en medio de la resistencia empresarial y de representantes políticos de sectores industriales, como el actual jefe de Gabinete y gobernador de Tucumán, Juan Manzur.

En los primeros días de octubre, la oposición no dio quorum en Diputados y el tratamiento de la ley naufragó. Estaba cerca de perder el estado parlamentario. Ella sostuvo que la no aprobación desnudaba que "importa más el lobby que la salud pública y lo que comen los chicos en los comedores de nuestro país". Y cerró: "hay que ser muy caradura y tener el corazón muy frío para no ir (a la sesión) o votar en contra de esta ley".

Después de que el proyecto finalmente se convirtió en ley, Narda Lepes habló con EL POPULAR y descontó su confianza en que la norma va a ganar todas las batallas que se le aparecerán, todos los obstáculos que se le plantarán enfrente: "hasta ahora (los industriales) hicieron lo que quisieron", dijo. "Ahora esta ley se va a aplicar".

-La sobreindustrialización de las últimas décadas ha provocado que, como vos decís, terminemos comiendo alimentos que en realidad no lo son. ¿Cuál es el paso siguiente de la ley de etiquetado, que es un avance formidable, pero apenas el inicio?

-Creo que es un avance más integral que arranca con la ley. Creo que lo que hay que hacer es cambiar el Código Alimentario; hay que analizarlo y armar un código que tenga en cuenta las tecnologías que existen hoy, cómo es la producción de alimentos y cómo se puede evitar que se siga llamando alimentos a cosas que no lo son.

-Hay quien dice que no hay que llevarse del supermercado alimentos con ingredientes que una jamás tendría en su cocina. ¿Creés que es posible volver a cocinar la gran parte del consumo de una familia cuando la vida es tan acelerada?

-Obviamente se puede; hay muchas cosas que no llevan mucho trabajo. Volver a cocinar es otra cosa que es una construcción: si no tenés tiempo para cocinar, pensá cuánto tiempo pasás scrolleando tu teléfono, cuánto tiempo pasás haciendo cualquier otra cosa… no lleva más de veinte minutos organizarse. Pero hay que adquirir todos los conocimientos que uno necesita para poder resolverlo en 20 minutos diarios; un día comprás, comés lo que te quedó, al otro día preparás una parte, al otro día preparás la otra, al otro día no preparás nada porque todavía tenés comida del otro, podés echar mano a lo que guardaste en el freezer, todo eso lleva construir una relación con los alimentos que se rompió. Nosotros pretendemos arrancar de cero todos los días con lo que vamos a hacer. Entonces no es tan fácil decir que esta ley va a solucionar cosas… a veces pensás que hay que cocinar todo y no, tampoco; es entender cómo funcionan los alimentos. A veces no tenés que hacer nada, en verano es abrir una lata de atún y comer tomate con un poco de cebolla, porque hace calor y está bueno comer eso, y en otro momento te hacés un huevo y lo ponés arriba de arroz y lo comés con una berenjena asada. Y no son recetas, son cosas que no te llevan tiempo. Pero si desconocés cómo comer un hinojo, una berenjena, cómo cocinar garbanzos y guardarlos, se convierte en una cadena que tiene que arrancar de cero todos los días y no tiene sentido.

-Los chicos son las principales víctimas porque claramente son los destinatarios de publicidades, dibujos, deportistas que muestran las golosinas y las papas que deben comer para ser exitosos y fuertes. ¿La ley empezará a evitar estas cosas?

-La ley prohíbe que se comunique con dibujos, personajes infantiles o deportistas, en todos los productos que tienen etiqueta. También se prohíbe en todos los artículos que tienen octógono negro que se esponsoreen eventos familiares, infantiles ni deportivos. Exactamente eso dice la ley.

-Hay también una ética que genera la ley. Messi, por ejemplo, publicita las Lays y la Pepsi pero él tiene una dieta estrictamente sana impuesta por un nutricionista. No consume lo que publicita. ¿Es esta también una apuesta de la ley?

-No se puede pretender que una persona que lo que hace es jugar al fútbol, se regulo él mismo la ética de lo que hace. Cuando tu ingreso depende de eso, no le podés pedir a esa persona que lo regule. Messi no tiene que decidir no hacerlo, aunque sí lo hizo Ronaldo hace poco, cuando sacó la gaseosa y puso agua delante de él, cuando era la cara de otra cosa antes. Pero es que uno va aprendiendo, como quizás tu vecino aprendió, él también. Y creo que hay que tomarlo así. No es una apuesta de la ley. Eso está en la ley. Está en la ley que no pueden promocionarlo deportistas.

-La cantidad de chicas y chicos que comen diariamente en comedores populares en todo el país difícilmente puedan acceder a la alimentación sana porque es cara e inaccesible. ¿Cómo analizás que la salud alimentaria sea para la clase media y no para los pibes más pobres?

-En lo que se refiere a compras estatales para escuelas, hospitales, comedores, van a tener que priorizar los alimentos que no tengan sellos o, ante la misma oferta, elegir los que tengan menor cantidad de sellos. Es algo que va a llevar más tiempo. No es la ley del etiquetado la que va a hacer que los chicos en los comedores coman mejor. Pero sí que empecemos a tener más noción, que los alimentos sanos estén disponibles, que los vegetales sean lo que se priorice como compra y entender un montón de otras variables que aplican a esto. No es una ley hecha para la clase media que excluye a los pibes pobres. Está hecha para todos, y eso es lo bueno de esta ley. Está casi diseñada para niños, para protegerlos; no corta ninguna libertad individual, los productos que te gusten van a seguir ahí, los vas a poder seguir comprando pero el estado no los va a poder adquirir de la misma manera, no van a entrar a las escuelas y no van a poder comunicar directamente a los niños. Eso es lo más importante. Al tener menos competencia y ruido desde afuera, los niños van a poder estar abiertos a probar otras cosas. Pero va a llevar mucho tiempo. Años.

-La industria alimentaria se ha victimizado sosteniendo que se "demoniza" su producción con la ley. ¿Creés que pueden ser obstáculos firmes para una aplicación concreta, teniendo en cuenta que la ley de góndolas, por ejemplo, no se aplica por estas resistencias?

-La verdad es que no me preocupan los argumentos que tengan porque la ley no demoniza en absoluto. Hicieron lo que quisieron hasta ahora y esta ley se va a aplicar. Creo que no va a haber grandes problemas, la verdad.

-Las verduras y las frutas, símbolos del alimento sano, están atravesadas por los agroquímicos. ¿Deberían tener algún aviso para los consumidores y así dar un paso más?

-Las frutas y las verduras son símbolo de alimento sano. Paso a paso. Primero esto, después que la gente coma más frutas y verduras. Y después vamos por lo demás. Si ponemos todo en la misma pelea… no resulta. Hay que dividir las batallas y saber cuándo darlas. Ahora hay que aplicar esta ley. Y después vamos por lo otro. Si queremos todo junto y al mismo tiempo, terminás no logrando nada.

Narda Lepes no habla de comida sana porque, dice, es un concepto "trillado" que perdió efectividad. "Mi lema es comer bien y comer digno. Hay cosas que te parecen ricas porque llevan productos químicos que estimulan el cerebro. Comer rico es no comer cosas vacías, falsas, pero también implica riqueza para el productor". Y la definición final, como una concepción vital: "en cuanto a lo digno, no sólo depende de una decisión personal, también corresponde a la administración. Si en una comunidad apenas hay agua potable no puede haber una alimentación digna".