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A pesar que la suspensión de exportaciones se oficializó 10 días antes de finalizar el mes, los embarques de mayo no muestran una contracción significativa. Muy probablemente la industria ya acumulaba cierta posición en permisos lo que le permitió continuar con el nivel de despachos programado. Así, las exportaciones de mayo totalizaron 55.742 toneladas peso producto, un 10% más comparado con abril que, en el acumulado de los primeros cinco meses hacen un total de 254.352 toneladas, 13% superior a lo registrado en igual período de 2020.

En estos primeros cinco meses, la participación de China fue de 77,5%, lo que implica un promedio de compra mensual de 40 mil toneladas (peso producto), en su mayoría provenientes de vacas de refugo cuyo principal destino es la exportación.

Es precisamente el motivo por el cual esta categoría, sobre todo la vaca conserva y la manufactura, es la que más golpeada resulta ante la restricción impuesta a los volúmenes exportables.

Diez años atrás, cuando China aún no estaba siquiera entre los principales compradores de carne vacuna, el ingreso por venta de la categoría vacas (gordas y conserva) dentro de un planteo de cría ganadero tradicional, representaba aproximadamente un 25% del total de los ingresos. A partir de 2019, con la irrupción de este comprador, el ingreso generado por la venta de vacas (mismo modelo, misma época del año) pasó a representar entre un 33 y 35% del ingreso total.

Fue justamente esta revalorización de la vaca, la que ayudó al productor a generar un ingreso adicional que permitió no sólo retener por más tiempo los terneros sumando valor a esa invernada sino también limpiar sus rodeos de todos aquellos vientres de baja productividad, cuyos costos pocas veces eran ponderados en el margen de la actividad.

Tomando como referencia los informes trimestrales de Resultados Económicos Ganaderos publicados por el Ministerio de Agroindustria para un modelo de cría en Cuenca del Saldado, vemos que el margen bruto de la actividad, medido a valores constantes (IPC mayo de 2021), ha mejorado cerca de un 70% en los últimos dos años, arrojando actualmente unos $13.382 por hectárea.

Según se destaca en el último informe a junio, los márgenes actuales (a moneda constante) están sólo un 15% por debajo de los valores de junio de 2011 (inicio de la serie) y un 24% menos que el valor máximo (de noviembre 2015).

Sin embargo, vale mencionar que estos resultados fueron calculados en base a valores de mayo donde, producto del cese de comercialización, sólo reflejan los primeros 15 días del mes. Hoy sabemos que el efecto del cierre de exportaciones se tradujo en una baja en el precio de las vacas, especialmente la conserva, cercana al 10% respecto de los valores previos. Esto no sólo impacta en el nivel de recupero que obtiene el productor tras el refugo, sino que también encarece la relación de reposición de dichos vientres (valor de una vaquillona preñada en relación a al valor de una vaca de descarte).

Es interesante observar que, aun con valores para la cría muy sostenidos, la relación de reposición de los últimos meses seguía fluctuando muy cercana a los niveles mínimos, dentro de una serie de 10 años. Hasta el mes de mayo inclusive, esa vaquillona preñada equivalía a 1,95 vacas conserva (400 kg), un 23% inferior a los 2,54 que marcaba el promedio de la serie para ese mes.

Esto ha permitido, desde 2019 en adelante, generar un efecto virtuoso para el productor que implicó el inicio un proceso de mejora de los planteles de cría mediante la venta de aquella vaca vieja e improductiva y la inmediata reinversión en reposición de hembras.

Sin embargo, esta relación que venía subiendo muy lentamente en los últimos meses por la revalorización de la vaquillona preñada, en junio dio un salto a 2,17 producto de la baja del precio de la conserva. Hoy, ese mismo productor que debe deshacerse de la vaca vieja, está recibiendo como mínimo un 10% menos de lo que recibía por esa misma hacienda, previo al cierre de exportaciones.

Los vientres, por el momento, continúan sostenidos con valores en torno a un 5% superiores a los promedios de mayo. Sucede que el mercado de cría suele ser relativamente más lento en trasladar los cambios de tendencia a los precios. Sin embargo, naturalmente lo terminará haciendo.

Está claro que toda actividad de cría o invernada larga requiere no solo buenos márgenes actuales sino fundamente de previsibilidad para proyectar sus resultados futuros. Sin esta condición, muy probablemente los valores de la cría, más tarde o más temprano, terminarán ajustando a la baja.

En este sentido, nos seguimos preguntando qué incentivo puede ofrecer un plan ganadero si no contempla el daño inmediato y futuro que estas medidas están provocando al sector productor, pieza fundamental que da arranque a todo el engranaje productivo del amplio y diverso sector de ganados y carnes.