Con el sueño intacto de tener su propia embarcación, Ola Rosa dijo presente en la ceremonia del desperar del bote dragón que ya está en manos de Rosas del Mar, la asociación marplatense que también forma parte de la red argentina de agrupaciones integradas por mujeres que transitan o transitaron el cáncer de mama. 

"Fue una experiencia emocionante y maravillosa", con Eugenia Montero, la profesora de educación física que forma parte de Ola Rosa desde su misma fundación. 

La reserva natural de la Laguna de los Padres hizo de marco para una ceremonia milenaria en la cultura oriental. "Todas las agrupaciones que consiguen su bote dragón realizan esta ceremonia que lo que hace es que la canoa cobre vida. Es como una especie de bautismo". Y en esta oportunidad, del evento participaron también asociaciones de Necochea, Bariloche y Buenos Aires, además de Ola Rosa de nuestra ciudad.

"Nos encontramos todas, no nos conocíamos personalmente pero fue como si nos conociéramos de toda la vida. Además de la ceremonia en sí misma que es de mucha emoción, me sirvió mucho para interiorizarme en la cuestión técnica: cómo subirse y bajarse, cómo frenarlo, cómo retroceder o avanzar. Pude entender que es muy similar a remar en una canoa, pero de a 12, muy coordinamente. Me vine muy contenta con todo lo que aprendí".  

La técnica Bote Dragón es una variante del remo que propone movimiento cíclicos y repetitivos del paleo que actúan como drenaje linfático natural al prevenir el linfedema post mastectomía, una hinchazón en el brazo que puede aparecer tras extirpar ganglios linfáticos como parte del tratamiento oncológico.

Tan importante es esta embarcación en la recuperación de mujeres que han tenido cáncer de mama que Ola Rosa, en Olavarría impulsó distintas campañas para recaudar fondos que permitan obtener un Bote Dragón a la agrupación local, un sueño que todavía sigue su curso y está cada vez más cerca. 

Mientras tanto, hubo otros avances. El sábado, las integrantes de Ola Rosa salieron a remar con las palas que "es un avance enorme. Estamos a un pie del Bote Dragón y cuando llegue tenemos que estar preparadas física y técnicamente. Eugenia trajo la técnica desde Mar del Plata y la verdad es que es un gran paso poder practicar con estas palas", agregó Daniela Bosque. 

Las palas fueron donadas por la empresa Vientos del Agro S.A. Son 12 en total y servirán para el futuro Bote Dragón que, así como llego desde China a Mar del Plata, llegará también a Olavarría producto del esfuerzo incansable de todas las mujeres que integran Ola Rosa.

La ceremonia

En Mar del Plata, la ceremonia del despertar del Bote Dragón comenzó con un ágape, a unos 50 metros del lugar. "Ese día se anunciaba lluvia, estaba el cielo gris y parecía largarse en cualquier momento. Pero cuando salimos del ágape para empezar la ceremonia, en un instante se abrieron las nubes, el cielo se puso turquesa y las aguas se aquietaron. Fue mágico", contó Eugenia Montero sobre aquel día.

Del acontecimiento, explicó que "el despertar tiene distintos momentos, y casi todos son ofrendas. Como una ceremonia politeísta, se adoraron a varios dioses. El dragón ya estaba preparado con sus ornamentos, cola y cabeza. sobre él, las palas, los chalecos y el tamborín. Eligieron el nombre Kefú". 

En su despertar, lo presentaron a su nuevo entorno, pidieron también su proyección, fortaleza y seguridad hacia el equipo de Rosas del Mar.

"La primera ofrenda fueron alimentos que sirven para darle energía, resistencia y fortaleza. Después ofrendaron las flores que fueron semilla y como el alma de cada remadora -las que estaban ahí y las que nos acompañaron desde otro plano-, siguen floreciendo en la naturaleza. Esta ofrenda simboliza la gratitud", relató la integrante de Ola Rosa.

Después se invocó a la diosa del agua, de los lagos, de los ríos, los mares y los manantiales a través del incienso. El agua como elemento esencial para la vida. Mediante el sahumado se brindó protección a cada remadora.

Se realizó una reverencia tres veces al dragón y tres veces al agua como muestra de respeto de las remadoras hacia el Dragón y hacia los espíritus del agua.

Inmediatamente comenzó a sonar el Gong, y estableció una vibración sonora que transportó por el aire, el agua y el éter hasta llegar a los orígenes de las almas y despertar conciencia. 

Al dragón se le pintó la pupila de los ojos que le otorgó el sentido de la vista, para que entre su alma y cobre vida. También pintaron su lengua, ya que allí se deposita "la intención del ser capaces de transmitir el mensaje de resiliencia y superación para el resto de la comunidad". Además, se pintaron los cuernos que son los que le darán toda la fuerza y potencia. 

 El tamborín "marca el ritmo del ingreso de las palas al agua, eso simboliza el latir del corazón del dragón. Ese bote que llegó de China, con esta ceremonia cobró vida y empieza a cumplir a partir de ahora una misión que es proteger a las mujeres que reman contra el cáncer de mamas".

Para ese entonces, las emociones estaban a flor de piel. Aquel momento vivido "fue en un estado de emoción tan fuerte que es indescriptible. Pensé mucho en el deseo que perseguimos de concretar nosotras también este sueño, por ver cómo se disfruta, el compromiso que hay y el enorme trabajo en equipo".