Aurora Alonso es, sino la principal, una de las más importantes investigadoras de este fenómeno migratorio.

"La inmigración en Olavarría coincide con el auge inmigratorio en todo el país, especialmente en la ciudad de Buenos Aires" reveló.

Como se puede apreciar en la guía telefónica, llegaron mayoría de italianos y españoles, sin desatender el arribo de otras nacionalidades.

"En muy poquitos años en Olavarría se contabilizaron habitantes de siete nacionalidades distintas para una ciudad tan chica" precisó.

Epocas que el Estado no brindaba una cobertura social y las comunidades se fortalecían fundando sociedades de socorros mutuos.

La primera de todas fue la italiana, en 1883, apenas 7 años después de promulgada la ley general de inmigración que le dio un gran impulso a este fenómeno. Inicialmente una para los del Norte, otra para los nativos de Sicilia.

"El motivo es que llegaron de pronto muchos italianos, que no hablaban el idioma, no lo escribían y no sabían cómo manejarse con los trámites" explicó Aurora.

Entre los beneficios que otorgaban estaban los precios especiales en tercera o cuarta clase de los barcos, que les permitía viajar a muy bajo coso, pero en condiciones muy duras.

"Quedó en ese tiempo instalado el mito del ‘viajero golondrina’ que venía a trabajar en las cosechas y después se volvía a Europa para hacerlo en las cosechas de allá" contó.

En los países vecinos del mediterráneos (Italia, España, Francia, Portugal) el gran motivo para la partida de jóvenes migrantes solía ser el servicio de armas.

Por los años 20, acabada la Primera Guerra Mundial, los italianos y los españoles emprendieron guerras en la conquista del norte de Africa, la Guerra de Abisinia y la Guerra del Rifle.

"Las familias, como forma de evitar que sus hijos fueran a estas guerras, hacían todo lo posible para mandarlos a América o Australia antes de ser sorteados. O bien, si estaban sorteados, familias de fortuna compraban una especie de baja y los pobres iban en lugar de los que tenían mejor posición económica" relató.

Se endeudaban o vendían algo para costear el viaje en barco, y generalmente nunca más volvían a ver a sus hijos.

"La inmigración portuguesa es más tardía. Vinieron después de la década del 20 y la mayoría entraron a trabajar en las fábricas de cemento. Se contaba que Fortabat les decía ‘hace falta personal, no tenés algún pariente que quiera venir’ y venían, y venían. Tanto que en 1929 fundaron el Club Social y Deportivo Portuguesa, que fue el origen de la actual Sociedad Portuguesa" apuntó.

Otro fenómeno migratorio importante hacia Olavarría fue el de los Alemanes del Volga, que se asentaron en tres colonias (Hinojo, San Miguel y Nievas).

Los alemanes del Volga salieron de Alemania 100 años antes de su llegada a Olavarría, en 1878. "La reina Catalina de Alemania se casó con el hijo del Zar de Rusia a fines del siglo XVIII y como ofrenda éste le regaló grandes extensiones de tierra a orillas del Río Volga, y hacia allí se trasladaron gran cantidad de alemanes" explicó.

Gozaban de un estatuto especial, que les permitía no ir a la guerra, mantener la religión católica o luterana, entre otros beneficios. Durante 100 años vivieron en paz, pero cuando la reina y el zar ya eran sólo páginas de la historia el acuerdo se extinguió.

El pueblo alemán que vivía a orillas del Volga entonces hizo acuerdos para salir con los gobiernos de Brasil, la Argentina, Estados Unidos y Canadá, y accedieron a beneficios que las otras comunidades no gozaron.

Desde Olavarría se repartieron hacia las tres colonias de Coronel Suárez y La Pampa. "Recibieron tierras, donde podían hacer agricultura, pero no ganadería, más que la necesaria para el sustento familiar" puntualizó.

"Turcos" en Olavarría hay muchos, apodo que recibieron porque llegaron con pasaporte del Imperio Otomano, pero la mayoría eran de origen sirio - libanés.

Fundaron la Sociedad Sirio Libanesa, después se separaron y más tarde se volvieron a juntar.

"Eran pueblos que en cierta manera participaban del fenómeno de la migración mediterránea" señaló.

Algunos católicos, otros maronitas, se establecieron a principios del siglo XX y se convirtieron rápidamente en una comunidad muy vinculada a la "calle del Ferrocarril", que era la Necochea.

Aurora comentó que "a ese sector de la Olavarría aldeana le llamaban el ‘Barrio de la medialuna’ (símbolo de la bandera turca) y tenían negocios que se vinculaban a los trenes, como valijas, ropa de campo. Era la zona comercial por excelencia. De esa comunidad también salieron grandes músicos, porque los árabes tienen un oído muy especial".

Las desmembradas Yugolslavia y Checoslovaquia también aportaron hombres y mujeres, como las restantes comunidades que ayudaron a construir la Olavarría del presente, que arribaron detrás de un sueño de paz y prosperidad que sus suelos natales les negaban.