En medio de la desolación, los habitantes de Coronel Dorrego se ven atrapados en una pesadilla sin fin, donde la luz y el agua, básicos para la supervivencia, se han convertido en un lujo inalcanzable durante días interminables. En un testimonio desgarrador, un residente comparte la angustia que ha llevado a la comunidad a recurrir a medidas extremas, como prender fuego, para ser escuchados en su desesperada búsqueda de ayuda.

La indignación crece al descubrir que los barrios cercanos han recibido mejoras y reparaciones, mientras Coronel Dorrego sigue marginado y olvidado. Los residentes, en un intento desesperado por obtener respuestas, revelan la falta total de contacto con las autoridades municipales, exponiendo la indiferencia institucional que agrava la desesperación de la comunidad. La persona entrevistada señala de manera contundente que tanto Coopelectric, a cargo del suministro eléctrico, como la municipalidad, responsables del bienestar de la población, no han brindado la ayuda necesaria, agravando la crisis.

La entrevista descubre la impotencia de los vecinos, enfrentándose a una burocracia insensible y a la negligencia de las autoridades locales. El supuesto canal para reportar problemas resulta ser un callejón sin salida, demostrando ser insuficiente ante la urgencia de la situación. La comunidad siente que la única manera de romper el silencio es a través de acciones extremas, como la quema de objetos en un acto de protesta desgarrador.

La crisis alcanza su punto máximo cuando se revela que incluso la telefonía ha sido afectada, dejando a los residentes aislados y sin medios para buscar ayuda en medio de la emergencia. Los costos exorbitantes de servicios básicos solo sirven para agravar la angustia de una comunidad que ya lucha por su supervivencia.

Ante promesas vacías de soluciones parciales, como la entrega de velas y agua, los habitantes de Coronel Dorrego expresan su firme determinación de no ceder hasta que se resuelva el problema central: la restauración del suministro eléctrico. La toma de medidas extremas, como cortar la rotonda, refleja la desesperación y la falta de alternativas que enfrenta una comunidad abandonada en medio de la oscuridad literal y figurativa.