La vida del sacerdote está marcada por la vocación y el servicio, por la predisposición constante de asistir a quien lo necesite, por la generosidad y por sobre todo por ser aquel mediador entre Dios y las personas, transmitiendo la fe y la esperanza de vida.

El padre "Keli" fue, y seguirá siendo, un fiel ejemplo de esto y así lo manifiestan quienes pudieron compartir tiempo con él y hoy son testimonio vivo de este "cura de la gente".

Si le preguntamos a quienes estuvieron en su paso por la comunidad de la parroquia San José de Olavarría, hay algunos conceptos que remarcan su esencia y forma de ser: "su cercanía con la gente, su gran inteligencia unida a la sencillez de corazón que se hacía visible al momento de relacionarse con los otros, y su capacidad de trabajo".

Pero también se destaca su buen humor y la alegría de su sacerdocio, aún en medio de las dificultades.

"Pasó por nuestra comunidad haciendo el bien", así lo recuerdan todos. "Y fue inolvidable su acompañamiento paternal al fallecer el recordado y querido padre Jesús Mendía".

Humilde, cálido y cercano a la gente, de sonrisa fácil y servicio pronto, tuvo una amplia y fecunda labor pastoral en la Diócesis. "Sólo gracias, gracias, padre "Keli". Ahora te contamos como intercesor y nos anima la esperanza del reencuentro en el Cielo, donde festejaremos en la presencia del Señor".

"Keli" misionero

Durante aquellos años "Keli" acompañó al grupo de jóvenes misioneros y también ahí dejó su semilla: "fueron años de aprendizaje y experiencias, donde el lugar del padre Depascuale fue primordial para llevar el grupo y la misión adelante. Su humildad, su sonrisa sincera, su palabra justa y la tranquilidad de saber que nos estaba acompañando, fueron fundamentales".

"Hoy, nos quedamos con las anécdotas, con las risas y lágrimas compartidas, pero también nos quedamos con ese sentimiento de saber que pudimos estar ahí para conocerlo y para quererlo".

"Keli" catequista

Parte fundamental de una comunidad religiosa son los grupos de catequistas que acompañan en la formación a tantos niños, niñas y jóvenes.

Y ahí también, "Keli" estuvo presente: "el padre Keli fue un "pastor" y como tal, acompañó y guió a todos los grupos que forman parte de la comunidad, entre ellos el grupo de catequistas. Siempre atento a todas las necesidades y dispuesto a resolverlas. Su presencia era constante, visitaba a los grupos de catequesis de la parroquia y de los colegios Cáneva y Rosario".

"Su paso por la iglesia San José dejó huellas, esas huellas que no las borra el tiempo, porque se convierten en enseñanzas para todos aquellos que tuvimos la gracia de haberlo conocido. Gracias padre Keli, descansa en paz."

Un cura

de la gente

No hay dudas de que el padre "Keli" Depascuale ha dejado una marca con su presencia, ha sabido llegar a cada corazón con dulzura, con humildad, con la sensibilidad del que siente el dolor del otro como propio.

Su don de buena gente ha hecho que los recuerdos fluyan con la mezcla de la alegría por lo vivido y el sabor amargo de saber que ya no está. Para algunos, fue demasiado pronto, para otro, dio todo su amor al prójimo y Dios lo llamó para otra misión.

Pero si algo queda de manifiesto es que transitó su sacerdocio con profunda vocación.

"Benditos son los pies de los que llegan, para anunciar la paz que el mundo espera.

Apóstoles de Dios, que Cristo envía, voceros de su voz, grito de vida.

Felices los que anuncian con su vida la venida del Reino del Señor".