Para los proyectos siempre hay tiempo
Los ecoladrillos y las huertas dieron resultado. A veces sin conectividad y a fuerza de WhatsApp o de videos explicativos, en el CENS 451 ha sido tiempo de cosecha. La institución cuenta con 330 alumnos y su objetivo es otorgar el título secundario en tres años. Con esa meta y desde el #QuedateEnCasa lograron sortear obstáculos y ver los frutos.
Daniel Puertas // dpuertas@elpopular.com.ar
Tanto la directora Claudia Ruppel como las docentes Mariela Ruarte y Débora Umpiérrez tienen cierto brillo en las miradas que parece admiración cuando hablan de cómo se las arreglan sus alumnos del CENS 451 para seguir avanzando tras el sueño de obtener el certificado de estudios secundarios a pesar de las zancadillas que cada tanto les pone la vida.
Por si fuera poco, este 2020 trajo una pandemia y la inevitable cuarentena que complicó todavía más las cosas para todos.
Perfectamente conscientes de que para superar las dificultades hay que apelar a la imaginación, al esfuerzo y a un optimismo irreductible, en el CENS imaginaron que un proyecto institucional podría servir para alcanzar los objetivos que imponía la época.
CENS es la sigla de Centro Educativo de Nivel Secundario. En Olavarría hay 330 alumnos con edades que van de los 81 años de una mujer, pasando por unas cuantas de más de sesenta hasta adolescentes del Hogar de Niñas San José.
"Hay una gran cantidad de mujeres que son jefas de hogar, unos cuantos motomandados y otros que viven de changas", cuentan las docentes.
Este año el sistema educativo funcionó fundamentalmente vía online. En la educación de adultos olavarrienses la cuestión no fue sencilla: "hay muchos problemas de conectividad. La mayoría de los alumnos no tienen computadora y muchos carecen de Internet".
Pero la tecnología ofrece otras alternativas y con WhatsApp, videos, fotos, videollamadas, se crearon los espacios indispensables para seguir adelante con las actividades educativas.
Ecoladrillos integradores
Respetando todos los protocolos de rigor docentes y alumnos continuaron trabajando. Y los proyectos se pusieron en marcha.
Mariela Ruarte quedó al frente del proyecto de ecoladrillos y Débora Umpiérrez de las huertas.
Los ecoladrillos nacieron en el mundo como una solución imaginativa a la proliferación de residuos plásticos, uno de los problemas ambientales más severos de estos tiempos. Los plásticos son arrojados a basurales, se disgregan en micropartículas que contaminan las aguas y el aire.
Se han hallado microplásticos en el fondo de profundas simas marinas y ya se ha comprobado que está gravemente afectada la fauna ictícola. El plástico se degrada después de muchísimo tiempo.
Los ecoladrillos son botellas de plástico que se rellenan con bolsas o papeles plásticos que se compactan a presión. Es decir, los residuos no se reciclan sino que se reutilizan.
"Nosotras nos paramos encima para compactarlas", cuentan las docentes entre carcajadas antes de pedir que eso no se publique, en un ataque de coquetería.
Después ese material sirve para distinto tipo de construcciones. La gente del CENS planea construir bancos y, quizá fundamentalmente, refugios para animales callejeros, una idea que las hace sonreír ilusionadas.
Lo concreto es que ese proyecto no sólo tiene un contenido ecológico sino que, básicamente, sirve para mantener y reforzar los vínculos entre la institución educativa y sus alumnos.
"Invitamos a toda la comunidad a llevar botellas, como hacen los alumnos. Este es un trabajo integrador. El proyecto ya dio sus frutos", apunta Mariela.
Siembra de aprendizajes
Débora Umpiérrez, a cargo del proyecto de huertas, ha ido recibiendo decenas de fotos enviadas por los alumnxs que han ido documentando prolijamente todo el proceso desde la implantación de la semilla y los pasos subsiguientes.
"Se siembra en los hogares", puntualiza Débora. Tomates, morrones, sandías, tomates, frutillas, van creciendo lozanamente y a la satisfacción del trabajo cumplido se le suma la compensación práctica del consumo.
Si algún estudiante carece de tierra para sembrar hay otras alternativas, como macetas donde se pueden cultivar verduras que formarán parte de los alimentos para el hogar.
También se aprenden y comprueban cosas sencillas y útiles, como aprovechar cebollas o papas brotadas y, por lo tanto, casi siempre condenadas a la basura, que se pueden devolver a la tierra y verlas reproducirse sorprendentemente.
El INTA reparte semillas y los alumnos lo han aprovechado. Además, "cuando fueron a retirarlas (al CENS) les pudimos ver la cara. Es que antes de que empezara la cuarentena apenas pudimos tener una clase presencial", argumentan.
Hay otro proyecto de forestación que involucra a los egresados, ya que al cumplir con los tres años se piensa entregar una planta a cada alumno que termine sus estudios como símbolo de su egreso.
En el CENS 451 "Héroes de Malvinas" jóvenes y adultos terminan la educación secundaria en tres años. Funciona en el edificio ubicado en 9 de Julio 4885, sede de la Escuela Nº 22, en los turnos tarde y noche.
Tiene tres orientaciones: economía y gestión, ciencias sociales y ciencias naturales. El objetivo de los CENS en el sistema educativo argentino es permitir retomar y concluir la escuela media a personas mayores de 18 años.
Además de los fines comunes a cualquier alumno, como el poder proseguir estudios superiores o mejorar la situación laboral, en el caso de los adultos suele haber otras motivaciones, que a veces pasan por la propia autoestima o por afianzar la imagen ante familiares o allegados.
Pero cualquiera de esos análisis mínimos pierde consistencia cuando se observan simplemente algunos ejemplos locales, cuando se comprueba como hay quienes sortean obstáculos y olvidan cansancios y frustraciones mientras se acercan poco a poco a ese sueño simple de alcanzar un título secundario.