Había imaginado cómo pararme, cómo exponer, cómo vestirme, incluso si iba a tener que tener otra muda por las dudas de que existieran huevos, harina y demás al final. Imaginé un día de muchas fotos, un par de ellas en particular, mucho desahogo y festejo compartido entre abrazos y risas... y obviamente que imaginé un gran festejo. No me resultó sencillo recibirme, por ende había dicho que cuando lo lograra iba a celebrar con todo. Nada de eso fue posible, se me cruzó una pandemia en el medio", cuenta Leandro Lora y su relato conmueve.

Hoy es Antropólogo Social y "me recibí en este contexto", dice aún con asombro. "Para cuando llegó el momento era algo deseado ya". Tenía fecha para defender su tesis el 20 de marzo, pero la Facultad había cerrado y se habían suspendido todas las actividades".

Al mismo tiempo, obtuvo la beca CONICET para doctorarse pero antes debía recibir su título de grado. "Ya no solo quería recibirme sino que lo necesitaba", explica.

Los plazos se iban postergando a medida que la cuarentena se iba extendiendo y por otra parte, "las defensas virtuales no están (ni estaban) reguladas en la UNICEN, como para que se trate de un acto legítimo pero a la vez legal, en términos académicos".

Hasta que llegó el gran día y finalmente la semana del 17 de abril le consultaron si ese viernes existía la posibilidad de concretar la defensa virtual. "Me avisaron 4 días antes, pero ya era algo esperado, ya tenía preparada mi defensa desde el 20 de marzo. Tuve que acomodarla al nuevo formato nada más" y dio el "sí".

Su trabajo estuvo vinculado con el centro clandestino Monte Pelloni y aprovecha esta nota para agradecer a la Comisión por la Memoria de Olavarría por su acompañamiento, a la Facultad de Ciencias Sociales y a sus directores por ser el vehículo y camino hacia ese objetivo.

Leandro destaca que la instancia "fue emotiva. Recibirme era uno de los momentos más importantes en mi vida. Un logro que conlleva muchas expectativas, mucho sacrificio, tiempo, frustraciones, incertidumbres. Implica cerrar una etapa de vida que es la de dejar de ser estudiante y pasar a ser un profesional".

Si bien su deseo era compartirlo con toda la familia y amistades, darle una entidad acorde a lo que estaba consiguiendo, no pudo ser. "Lo celebré con una videollamada con algunas amistades el fin de semana. Ese día me compré unas papas de las caras, las saborizadas, un queso de cáscara colorada y unas cervezas para hacerme una picada de festejo". Asegura que eso fue "raro, distinto, no era ni cerca lo deseado, pero era lo posible. Ya me voy a desquitar cuando todo esto termine" promete, tras reconocer que "tengo la espina aún".