Como al momento de su trágica muerte la figura penal de femicidio no estaba vigente, su asesino fue juzgado bajo otro encuadre legal y hoy camina libre por las calles de la Ciudad.

La "Casa" fue inaugurada el 15 de febrero de 2019 y desde entonces ofrece apoyo y asesoramiento a mujeres y disidencias en situación de vulnerabilidad.

En una de las habitaciones tiene un cuadro con la foto de Valeria Cazola para que su recuerdo permanezca indeleble, y todos los sectores de la casa contienen la historia de la familia, golpeada nuevamente tiempo después por la violencia machista con el femicidio de su hija Valentina Gallina en manos de su pareja.

El lunes la "Casa Popular Valeria", en el segundo aniversario de su creación, albergó un festival con la presencia de artesanos, emprendedores, conservatorios, artistas y una feria. "Luego de un año difícil celebramos que estamos juntxs y organizadxs para seguir luchando y acompañando a quienes lo necesiten" decía la invitación.

"La ‘Casa’ surgió por iniciativa de María Rodríguez, nuestra referenta, con el fin de acompañar a todas aquellas mujeres que han sufrido violencia de género. Se empezó a trabajar en el Barrio Mataderos y hacemos un acompañamiento integral a las mujeres víctimas de violencia de género, somos autogestivas y no recibimos ningún apoyo del estado municipal" comentó Nuria Pola, una de las militantes del Movimiento Popular "Nuestraamérica", impulsor de la iniciativa junto con la Pastoral Social Evangélica.

Nuria puso de relieve el apoyo permanente de la comunidad, con aportes de ropa, heladeras, alimentos y maquinarias de distinto tipo "que va todo para mujeres que se quedan en la calle por una situación de violencia".

La "Casa Popular Valeria" ha realizado aproximadamente unos 500 acompañamientos y asesoramientos, y en lo que va de la pandemia se acerca al centenar.

"Cada día, o día por medio, llegan pibas que están sufriendo violencia de género" reveló.

"Somos un grupo de mujeres que estamos en los barrios, y ahí podemos tener contacto con esta problemática y acompañarlas. Todas nosotras hemos sufrido violencia de género y ahora somos militantes sociales que estamos acá por amor y por compromiso con nuestras compañeras" subrayó.

"Nos moviliza acompañar no sólo en la denuncia, sino en otro tipo de derechos que estas mujeres los tienen vulnerados, como la salud, la educación, el trabajo" destacó Nuria.

En la "Casa" funciona un grupo de abordaje en horas de la mañana. "Vienen las pibas, les damos mate, el almuerzo, la charla, el acompañamiento, y una vez que encuentran un modo de recurrir al canal de la denuncia se empiezan a sumar a las actividades que tenemos" señaló.

Mujeres rescatadas de la violencia machista luego armaron su propia feria comunitaria en la "Casa", que vende ropa a precios populares; otro grupo estableció un taller de costura con la idea de formalizar un proyecto productivo que se pueda insertar en el mercado de la economía popular, pues en su mayoría son solas, con hijos, y no tienen lugar en el mercado de trabajo.

"De alguna manera hay que rebuscárselas para llevar un plato de comida a la casa" afirmó.

Nuria destacó que hoy la "Casa Popular Valeria" tiene contactos con el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, con la Comisaría de la Mujer y con la Justicia.

"Este contacto fue construido a lo largo de dos años de lucha, pero vemos que no pasa lo mismo con la gente que no puede llegar a la ‘Casita’, entonces estamos luchando para que sean atendidas como lo son cuando van con nosotras. Que si va una piba a hacer una denuncia se la tomen, que no la tengan esperando cinco o seis horas, que se activen todos los protocolos, que la dejen entrar acompañadas" pidió.

Desde que comenzó la pandemia fue necesario disponer de una guardia pasiva las 24 horas porque recibían mujeres en situación de violencia todo el tiempo.

"Los casos aumentaron a partir de la cuarentena" indicó Nuria.

"Pedimos al Ejecutivo municipal que se comprometa y ponga a disposición sus recursos, porque nosotras no contamos con recursos de nadie. Lo nuestro es todo a pulmón, trabajando en el Movimiento Popular ''Nuestraamérica'' con comedores en distintos puntos de la Ciudad, recibimos alimentos y es lo único que contamos" señaló.

"Además del dolor que nos atraviesa y que nos hizo llegar hasta acá, vamos a seguir luchando por el amor y por transformar el día a día de las mujeres" prometió Nuria.

Luego entregó la palabra a Magalí Pérez, quien hizo un enfático pedido de solidaridad hacia la comunidad trans.

"Me acerqué a ‘Casa Popular Valeria’ como una forma de militar la disidencia y encontramos un espacio abierto, un lugar de contención y de reclamos. Exigimos al Municipio que nos dé el sistema para poder lograr el cupo laboral trans, que fue vetado por el intendente Galli" denunció.

"Es nadar siempre contra la corriente contra el Municipio. Acá con las disidencias se gestionaron un montón de charlas, hubo encuentros, militamos por el cupo laboral trans, fuimos al Concejo para que después terminaran vetando la norma".

"Las compañeras siguen sin conseguir trabajo, siguen violentadas, teniendo que ejercer obligatoriamente el trabajo sexual. Estamos desamparadas como disidencia por el Estado municipal, que no nos acompaña" cuestionó Magalí.

"Como son tan violentadas, de todas las formas imaginables, cuesta mucho que las compañeras trans se acerquen por un trabajo, por acceso a la salud" aseveró.

En tal sentido, demandó que "toda la gente que trabaja en el Estado cumpla con la ‘Ley Micaela’ y pedimos implementación inmediata del cupo laboral trans. Las compañeras trans deben tener un trabajo, un acceso a obra social, a un aporte jubilatorio".