La figura cada vez más descollante de Axel Kicillof es una clara evidencia del poder de Cristina Kirchner en el Frente de Todos y la consecuente desaparición cada vez más acelerada de Alberto Fernández de la conducción. Algo así como un monarca que "reina pero no gobierna".

El ministro de Salud Daniel Gollán y los berrinches del gobernador son quienes le están manejando la política sanitaria nacional. El poder del Gobernador supera al del Presidente y parece que el poder nacional se ha trasladado a La Plata. Como aquella decisión de Cristina cuando pretendió combatir a Daniel Scioli quien, en la inundación platense, se habría dedicado a mudar cadáveres al Conurbano para no declarar la emergencia que le hubiese posibilitado a los empresarios y productores reclamar por el no pago o reducción de sus impuestos.

Pero Cristina debió detener su afán presuntamente "esclarecedor" porque los números de las encuestas la colocaban en un rol de vicitmaria y consecuentemente victimizaba a su gobernador. En ese momento, la ex presidenta debió abandonar su bunker en la facultad de periodismo y regresar a la Capital con el sabor de haber perdido una de las tantas batallas que libró con el motonauta. Es más, pese a su obsesión antisciolista, no pudo impedir que el ex gobernador quedara a solo tres puntos de Macri y se cree que sin el lastre del vacunado VIP (no arrepentido) Carlos Zannini hubiese podido ganar. Al final, sería hasta lícito poder concluir en que Daniel Scioli tenía más poder y convocatoria que su misma rival de Tolosa, quien necesitó de este multifacético presidente, Alberto Fernández, para poder superar su propio techo electoral.

Se dice que Kicillof cuenta con un gabinete paralelo, que conformaría además Sergio Massa (ya no sabe dónde ubicarse) y que es donde descansa el poder real de la Nación.

Kicillof es la personificación de la Vicepresidenta y la inconsistente figura de Alberto Fernández funcionaría como una especie de simulacro o señuelo de un gobierno cuya matriz operaría en La Plata.

No sería nada nuevo esto de invisibilizar al poder de esta manera. Se trataría de una maniobra para confundir. De paso, operaría para Kicillof una suerte de entrenamiento para su probable futuro destino. Y la oposición duerme mientras se desarrolla este culebrón.