Son actividades cuyo ritmo está íntimamente ligado al sistema de fases y a la situación epidemiológica de la ciudad. Y en este contexto, la realidad de los servicios de remisería y mandados ha ido cambiando desde el inicio de la pandemia. Cada actividad intenta amoldarse a las distintas situaciones.

En el caso de los remiseros, estuvieron un mes sin poder trabajar en el marco de la cuarentena estricta que decretó el Gobierno nacional en marzo, donde sólo tuvo posibilidad de funcionar el transporte público de pasajeros de manera acotada.

A fines de abril las remiserías de la ciudad pudieron abrir sus puertas, con un horario límite fijado en las 17. Fuera de esa hora, solo pudieron trabajar con personal esencial durante un tiempo. Actualmente, la actividad retomó cierta normalidad horaria, pero la demanda es muy poca en comparación con los tiempo de pre-pandemia.

Durante la cuarentena más estricta, el servicio de motos resultó la mejor alternativa para no salir de los domicilios, incluso los comercios incorporaron esta propuesta bajo la modalidad de delivery.

La demanda entonces era muchísima.

Desde fines de marzo comenzaron a tener un aluvión de demanda frente a un escenario de cuarentena estricta. Más tarde, cuando los comercios pudieron funcionar bajo la modalidad de delivery, el ritmo fue continuó en ascenso a tal punto que muchas agencias de mandados debieron incorporar más motos para poder cumplir con los requerimientos.

Desde hace un tiempo a esta parte, "el movimiento comenzó a bajar porque la gente empezó a salir más, pero en su momento el ritmo de trabajo fue una locura", definió Gustavo Viera, titular de la agencia de motomandados Mateo, en diálogo con EL POPULAR.

En la misma línea se ubicó Joel Cepeda, un motomandados que trabaja por su cuenta y que contó que la demanda actual llega de sus clientes tradicionales, sobre todo para pagar cuentas. Así, la demanda en su caso se redujo a la mitad.

Motomandados Mateo, por su parte, contó que al principio de la cuarentena agregó 10 motos a su agencia para sumar a las 5 que tenía antes de que llegara la pandemia al país.

"Fue una demanda enorme la que tuvimos. Hoy tenemos menos motos porque muchos han conseguido trabajo o hacen alguna actividad por cuenta propia. Trabajamos con gente mayor hoy en día que todavía salen solo lo necesario. Hay movimiento, pero en comparación a marzo o abril, es menor", analizó Viera.

Joel Cepeda, por su parte, contó que de 30 mandados por día que llegó a hacer en aquel momento, ahora realiza la mitad, en promedio. "Sin dudas la demanda es bastante menor, pero de todas formas el trabajo se mantiene", declaró.

Con menos demanda

Por contrapartida a la realidad de los motomandados, en el marco de la emergencia sanitaria que se decretó en marzo, los remiseros de la ciudad estuvieron paralizados un mes. La situación llevó al reclamo de los trabajadores de remises.

Fue a fines de abril que pudieron retomar su actividad de transporte de pasajeros, a partir de una resolución del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires referida a los protocolos, pautas y recomendaciones para todo tipo de transporte.

A pesar de la reapertura, "estamos complicados", aseguró ahora José Castañoldo, titular de la agencia Olavarría Remís. El ritmo, en esta actividad nunca volvió a ser el mismo sostuvieron distintos trabajadores del sector.

Castañoldo evaluó que "estamos al 50% de lo que trabajábamos antes de la pandemia". Y analizó esta situación a que la gente opta por caminar sabiendo que no hay riesgo al aire libre y a muchas personas que salen solo lo necesario. A esto se suma el cierre del Bingo en el marco de la emergencia sanitaria, un lugar que generaba ingresos importantes.

En tiempo de normalidad Olavarría Remís tenía 12 autos y ahora "estamos trabajando con seis". La merma en la demanda tiene otros factores que Castañoldo menciona. Al menor movimiento de personas, el cierre de algunas actividades, las escuelas que también están cerradas y representaban una demanda importante sobre todo en invierno y los costos "porque la gente cuida más el bolsillo, algunos están sin trabajo, otros están cobrando menos", hace un combo que se refleja en la actividad.

A esto se suma un escenario cambiante y de incertidumbres que depende del nivel de contagios que se registren en la ciudad y la reasignación de fases de acuerdo a la emergencia sanitaria.

Así, el ritmo de trabajo en una y otra actividad ha ido variando de acuerdo a la realidad olavarriense. "En días cambia todo", apuntaron los consultados por este Diario.