Cada 10 de septiembre se celebra el Día del Terapista Ocupacional en nuestro país. Se instituyó este día a partir de la realización —un 10 de septiembre de 1985— del 1° Congreso Argentino de Terapia Ocupacional en provincia de La Rioja.

La historia de la terapia ocupacional en la Argentina se inicia como consecuencia de la epidemia de poliomielitis (1950-1956). En 1956 se establece en el Centro de Rehabilitación del Lisiado de Buenos Aires un programa terapéutico, antecedente de la primera Escuela Nacional de Terapia Ocupacional de Argentina (ENTO) y de Latinoamérica, fundada en Buenos Aires en noviembre de 1959.

El 17 de agosto de 1962 se crea la Asociación Argentina de Terapia Ocupacionales (AATO), adherida a la Federación Mundial de Terapeutas Ocupacionales. La terapia ocupacional, según la Asociación Argentina de Terapia Ocupacional, es una profesión que interviene en los ámbitos sanitario, educativo, laboral, judicial y social-comunitario.

Sus profesionales brindan servicios a personas de diferentes grupos etarios que, al presentar situaciones de estrés, enfermedad, discapacidad o disfunciones, ven afectado su desempeño ocupacional, su calidad de vida y, por consiguiente, su salud integral.

Esas personas requieren de la atención especializada a fin de desarrollar destrezas, habilidades y capacidades que les posibiliten reposicionarse ante nuevas situaciones, mejorar su capacidad funcional, la calidad de vida y alcanzar el máximo grado de autonomía personal.

Las ocupaciones y actividades que realizan todos los seres humanos a lo largo de sus vidas, desde que nacen hasta el final de esta, son los elementos distintivos de la terapia ocupacional. Ellas implican las que aprendemos y las que nos son trasmitidas a través de las relaciones vinculares y de la cultura, como las actividades básicas de la vida diaria (higiene, arreglo personal, etc.), actividades instrumentales de la vida del día a día (manejo del dinero, transporte, etc.), ocio, juego, trabajo, educación, participación social y tiempo libre.

Las prestaciones provistas por los terapistas ocupacionales incluyen: consultas, evaluación, educación, la promoción de la salud, la intervención directa, la adaptación del entorno (hogar, trabajo, etc.), la prescripción de equipamiento adaptado de ayuda, y el acompañamiento de la familia y los cuidadores en el sistema sanitario y social.