Julieta Portillo - jportillo@elpopular.com.ar

"El coaching significó para mí la posibilidad de hacer pie, de frenar y de poder mirar y comprender lo que había vivido. Poder ponerle otras palabras, poder encontrarle sentido. Y pasó que de una experiencia que había sido muy fuerte y difícil, hasta traumática en algunos momentos, incorporé un gran aprendizaje que no podía quedármelo para mi sola sino que necesitaba volcarlo, compartirlo con otras mujeres que estuvieran pasando lo mismo que a mi me había tocado vivir".

Quien habla es Fernanda García Nero, una mujer que superó el cáncer de mama y reconvirtió esos duros momentos en ayuda para los demás a través del coaching ontológico.

Su diagnóstico llegó en 2017, "a los 42 años y con una hija de 2 agarrada a mis pantalones", cuenta. Fue un baldazo de agua fría. Pasó por una mastectomía de mama izquierda, ocho meses de quimioterapia, rayos, cirugía reconstructiva y terapia farmacológica hasta el día de hoy, "todo el combo".

Pero una vez recompuesta y "con el diario del lunes, llegó el coaching a mi vida", dice esta mujer oriunda de Trenque Lauquen e instalada en Olavarría desde hace una década. 

Se formó como coaching en el CEOP (Centro de Entrenamiento Ontológico Profesional) "con un equipo de gente de lujo que me acompañó mucho. Después, cuando empecé a conectar con este deseo de especializarme en acompañar a pacientes con cáncer, hice una formación con Teresa Ferreiro que es una española, coach también, y que hace diez años que trabaja con este enfoque. Ella también tuvo cáncer de mama, así que fui formándome y metiéndome, apasionándome con todo esto con un deseo cada vez más grande de poder aportar, de poder dar a otras personas lo que a mí me hubiese gustado recibir en ese momento".

Profesora para chicos hipoacúsicos -tal su profesión de base- Fernanda García Nero explica que hoy continúa trabajando en discapacidad, pero también acompaña a pacientes oncológicos a través de talleres y acompaña a algunos equipos del área de recursos humanos de la Municipalidad. 

 En este camino, en la sede del Lacec, el sábado pasado protagonizó una charla que organizaron las integrantes de la agrupación Ola Rosa, recientemente convertida en asociación civil. 

La importancia de "poder escucharnos"

"El acompañar es algo muy vocacional en mí, tiene mucho que ver conmigo y con mi esencia, es lo que me sale", se autodefine Fernanda luego de haber trabajado durante muchos años en discapacidad en contextos de vulnerabilidad social, y en proyectos educativos. 

Pero esta experiencia del cáncer, tan difícil, se tradujo en una posibilidad de acompañar a otros, de hacer que otros transiten este proceso con más herramientas. Hace un tiempo, "conocí a un grupo de mujeres increíbles que conforman el grupo Ola Rosa, muchas también son pacientes con cáncer de mama y tienen un empuje, una garra y una alegría muy contagiosa", dice.

"Entre otras cosas, ellas promueven algunas acciones que tienen que ver con la concientización y la sensibilización. Las conocí y salió la posibilidad de hacer este taller junto a las personas que están en Lalcec que son también maravillosas. Nos unimos y abrimos este espacio que era como acompañar frente a un diagnóstico de cáncer". 

El eje, "poder hablarle al entorno de una persona que está transitando esta enfermedad y poder contarles cómo se vive desde este lado. Dar voz a la experiencia desde este lado del cáncer y ofrecer herramientas para que nos puedan acompañar porque las emociones que se viven durante este tiempo son tan intensas, tan complejas y dinámicas que a veces no es fácil acompañar", explica. 

Este es el objetivo de estos talleres: "la intención es prestarles mis anteojos, que son los anteojos de miles de mujeres que en estos años he acompañado y escuchado. Y lo que me pasaba cuando las escuchaba era que me daba cuenta que había cosas muy comunes que vivíamos. Eso se convirtió en hallazgos que hoy puedo compartir".

¿Qué aporta el coaching ontológico? "Un espacio seguro, de escucha comprometida, sin juicio y activa. El momento del diagnóstico del cáncer y todo lo que viene después para la persona es un momento de mucho aturdimiento, muchísimo... Entonces, en medio de una infinidad de voces es muy importante poder escucharnos a nosotros mismos: conectar con lo que estamos sintiendo, con lo que nos está pasando, identificar lo que sentimos y después tomar decisiones conscientes. Es como que te arrolla una ola y quedás en la costa toda destartalada y hay que volver a pararse, a dimensionar lo que está sucediendo y poner cada cosa en su lugar", describe. 

Además de un espacio de escucha, también se trata de aportar herramientas "para poder gestionar la enfermedad y las emociones que surgen en la enfermedad. Y esto de poder tomar decisiones conscientes. Nos suceden un montón de cosas y a veces esas cosas no son acordes al tiempo que tenemos para digerirlas. Hay un montón de sucesos muy vertiginosos y nosotras tenemos que accionar, porque además sentimos que no hay tiempo para perder". 

Entonces, "¿qué mejor que estar con un grupo que te escucha de manera activa, que te entiende y que te ayuda a poner palabras vos misma?".