Rodrigo Fernández / rfernandez@elpopular.com.ar

"Desde que tengo uso de razón...", dice Johnny Boy cuando explica de dónde viene su relación con la música, y luego agrega: "En mi familia son casi todos músicos, desde mi tatarabuelo materno siempre hubo una guitarra. En mi casa, en cualquier evento familiar siempre había músicos que venían a celebrar el acontecimiento".

"Entonces desde muy chico que vengo escuchando guitarras y personas cantar. Incluso mis hermanos algunos son músicos amateurs. Mi vieja toca la guitarra y canta, mi tío también, mis abuelos por parte de los dos lados eran músicos...", dice, y afirma que es un romance que "me viene desde muy chico". 

Prefiere que su nombre real quede en el anonimato. Él es Johnny Boy, un apodo que le puso un amigo cuando juntos salían a tocar rocanrol de los años 50 en la ciudad de Buenos Aires. "Él me puso Johnny Boy al momento de presentarme cuando tocábamos. Entonces lo adapté mas que nada pensando en poder presentarme también en solitario con el proyecto. Cuando estamos con la banda completa somos Johnny Boy y los Dancing Crickets, y cuando estoy solo soy Johnny Boy. Así logré unir las dos cosas y que no se mezclaran", dice. 

Un proyecto de pandemia 

"El proyecto de Johnny Boy lo empecé a pensar con el comienzo de la pandemia", cuenta, y dice que ya le gustaba el estilo porque había participado de rockabilly, y "el bluegrass, el folk y el country están de la mano". Enseguida comenzó a "componer canciones en formato folk y country, y después de un tiempo me compré un banjo". Con la llegada de ese instrumento tan especial "fue como una locura de empezar a hacer canciones y aprender a tocarlo, que incluso nunca se termina de aprender".

Luego de armar las canciones le propuso sumarse a su amigo Javier Barrionuevo, y él lo empezó a ayudar para poder armarlas, grabarlas y maquetearlas. Pronto "empezamos a tocar, a ensayar canciones, siempre en plazas. No podía haber reuniones sociales en las casas y entonces empezamos a hacerlos en plazas".

Con Javier en la mandolina y guitarras, mientras que Johnny se dedicaba a la guitarra y al banjo y "una especie de percusión con un bombo con el pie". Poco después llegaba a sumarse al dúo Nicolás Hailand en contrabajo y coros. Fue éste quien propuso invitar a su amiga la violinista Génesis Álvarez. Después llegaron Yamilé Elzegbe en guitarras y Juan Fleitas en percusión y guitarra. Así nació "Johnny Boy y los Dancing Crickets".

Aunque aclara que "el formato puede variar, no tenemos que estar todos los músicos para realizar un show. Si muchos no pueden en alguna fecha, me dicen quién puede y quién no y en base a eso se arma el proyecto. Si no puede nadie, también tengo el mismo proyecto de Johnny Boy, pero "One man band", una especie de hombre orquesta cuando ninguno pueda ir a tocar en tal fecha". 

"Las canciones generalmente las pienso en formato banda, después trato de defenderlas cuando estoy solo. Pero las canciones tanto solista como en banda son las mismas", explica, y señala que la mayoría de las canciones propias fueron compuestas en conjunto con Javier Barrionuevo, mientras que los arreglos musicales los hacen entre todos.

"En cuanto a covers tratamos de buscar algunas del estilo de la época pasadas al castellano. También hacemos versiones de cantantes folklóricos argentinos, algunas zambas las pasamos a country o a bluegrass. Después podemos hacer algunas cosas de los Cadillacs y de Sumo, también llevadas al country y al folks y tienen bastante buen resultado", y dice que como el público muchas veces conocen las canciones "y de pronto se encuentra con una versión con un banjo y un contrabajo y la aceptan". 

Los años 50', una

estética que lo atrapó

"No sé bien pero fue algo que me fue atrapando de a poco, tanto la vestimenta como los años, los autos.... Tiene que ver un poco no solamente la música, tiene que ver el todo con esa época. Hace años venimos con varios amigos investigando", explica Johnny, y comenta que "luego empecé a descubrir que en la Argentina hay un mundo muy grande en cuanto a la música folk y country y a conocer bandas exclusivas del estilo. Ahí fue cuando llegó a Angry Zeta y empecé a adentrarme un poco más en el estilo". Y si bien casi todas hacen música en inglés, él prefiere que sean en castellano. "Más que nada porque casi no hay, y además poder mostrar un estilo que, si bien no es autóctono, hacerlo en castellano me parecía una buena manera de mostrar la banda".

Volviendo al tema de la época en la que busca expresarse, el músico dice que cree que también lo atrapó "la simplicidad con la que hacían música, que eran generalmente las cosas de percusión que se creaban con lo que tenían en sus casas. Eso me gustó mucho del blues y del bluegrass".

"Por eso en la banda hay algunas canciones que son solamente con cucharas y con armónicas y con percusiones corporales. Incluso hasta no usar sonido para tocar; cada vez que podemos tocamos sin sonido. Eso era algo con lo que quería romper un poco como para poder demostrar que se puede hacer música sin precisar de grandes eventos. Estos nos metemos donde podemos o salimos a los bares a tocar preguntando. Generalmente tiene una respuesta muy linda"

Johnny explica que de esta forma "se logra algo mas íntimo. De repente si vamos a un bar donde hay mucho ruido, generalmente la gente trata de callarse y escuchar, y si hay un grupo que por ahí esta en otra historia, nos vamos acercando a la gente que está escuchando y tratamos que lo disfrute".

Un público 

receptivo y agradecido

"Siempre la respuesta es muy buena y se acercan a charlar sobre los instrumentos o sobre la música. Incluso cuando recién estábamos empezando a ensayar y lo hacíamos en las plazas, mucha gente que no tiene acceso a recitales en bares y cervecerías y les gustaba ver espectáculos en vivo, nos agradecía que estemos en la plaza a la tarde ensayando con un mate", señala.

"El proyecto desde un comienzo fue apuntar a tocar en la calle de manera acústica", explica, y agrega: "Hoy me considero un músico más callejero que otra cosa, más con todo lo que ya ha pasado como la gente acercándose en las plazas. Esa relación no la encontré nunca tan así arriba de un escenario o en algún festival", y asegura que "encontrarte con emociones muy lindas de una señora que se acerca en una plaza a agradecerte lo que hiciste para mí es hermoso y eso me lo dio la calle. Me considero, tanto yo como el proyecto, como callejeros".

Aunque menciona que siempre "partiendo de respetar el lugar de cada uno y que tiene que haber una devolución. No monetaria, pero sí como para que se puede seguir bancando toda la historia y también ganando algo nosotros. No para vivir, aunque ojalá que en algún momento lo sea, pero sí para que sume a las demás cosas. Al precio de vivir básicamente". 

Un concepto que crece

"El proyecto tiene una feria que viaja conmigo que consta de cosas de la banda, un disco solista que grabé en formato hombre orquesta y además llevó a otros artistas de la ciudad con sus discos, ilustradores que me dan sus cosas y yo los muestro", cuenta, y dice que siente que de alguna manera "se mueve el circuito".

"Me gusta mucho mostrar a otros artistas de la ciudad. Está bueno poder mostrar nuestra cultura en otras ciudades". Es por eso que uno puede darse cuenta que Johnny Boy es algo más que uno nombre, una banda, o la música. Es un concepto mucho más amplio que cada vez tiene más adeptos. 

"Por lo pronto seguir tocando, siendo felices con lo que hacemos, grabar algo audiovisual que esté bueno y seguir tocando donde sea", dice al hablar de los proyectos para este año. "Seguir tocando porque es lo que sé hacer", dice a modo de cierre.

Una tabla de lavar y

cucharas para hacer música

Si bien desde hace 20 años que estaba vinculado con la música fue con la pandemia que se puso a investigar por Internet qué tipo de instrumentos se usaban en la época y el por qué de esos sonidos tan originales. 

Pensó en que "Si me llama mucho la atención a mi calculo que otras personas también". Así fue como se compró una whashboard, una tabla de lavar, y se puso a investigar. "Miré unos tutoriales, después escuchando música y tocando arriba, encontrando el sonido". 

"Es muy particular la tabla de lavar. La tenés pelada y después la armás con los sonidos que querés. Tengo timbres de hotel, una gallinita, y también una trompeta de bolsillo, que la usaban muchos los músicos de la calle". A eso le suma la percusión con cucharas. 

"Lo visual siempre genera buena onda." Dice, y describe que "al momento de tocar una canción y sacar unas cucharas las reacciones son muy lindas".