Daniel Lovano para El Popular Medios

Arduo trabajo diario. Susana se dedica a la ganadería de ciclo completo: cría, recría, engorde y producción de madres con la raza Aberdeen Angus.

Susana siempre supo que el campo era su vida y así se lo confirmó a su familia a los 12 años, cuando escucharon lo que sabían que iban a escuchar: un "no" a seguir el colegio secundario, sino una carrera corta que le permitiera lo antes posible dedicarse de pleno a las tareas rurales.

A los 14, con el diploma de una tecnicatura contable en sus manos, se fue definitivamente al campo a trabajar a la par de su padre (Juan Carlos Urruty). Su guía, su maestro, el hombre que -proyectaba- le iba a enseñar todo lo que aún debía aprender.

Yo, la verdad, no estaba ni enterada de que me habían postulado a mí para el rubro 'Ganadería'

Pero llegó ese 28 de diciembre de 1998 que reconoce que jamás se despejará de su mente y el destino le atravesó una prueba tan dura como inesperada: el corazón de su padre, con apenas 43 años, dejó de latir y con apenas 15 años Susana debió hacerse cargo junto con su madre de los emprendimientos agropecuarios de la familia.

"Siempre digo que esa fecha puntual no me la olvido más. Cada año, ese día recuerdo todas las cosas que pasaron, todas las cosas que hicimos. Por más que pasen los años, es una herida que nunca cierra. Con el paso del tiempo por ahí duele un poco menos, pero está, y una lo sigue extrañando" reconoció.

"Pareciera que me fui preparando para algo así, porque terminé la primaria y les dije que no quería ir al colegio secundario. Lo que quería era hacer algo relacionado con el campo, entonces hice un curso de técnica contable; a los 14 me recibí y lo ayudaba a mi papá en el campo" contó Susana.

"Hacía el tipo de trabajos que son fijos por temporada. Las vacunadas, lo que es el destete. Ya estaba acostumbrada; siempre estaba al lado de mi papá y hacíamos los trabajos juntos; de lo que no tenía idea era cuando había que vender o había que pagar algo. Hasta entonces sólo cumplía órdenes, pero cuando uno tiene que asumir esos roles le entra otra responsabilidad" reveló.

"Don Néstor", donde vive, a 25 kilómetros del casco urbano de Olavarría, y San Agustín a 16 kilómetros de Espigas, en el extremo oeste del Partido.

Entre ambos suman unas 1.500 hectáreas, entre lo alquilado y propio, donde desarrolla la agricultura y ganadería de ciclo completo: cría, recría, engorde y producción de madres con la raza Aberdeen Angus.

"Las pasturas, verdeos y cultivos para forraje están a mi cargo y los cultivos para grano como trigo, maíz, soja los damos a porcentaje" marcó.

En el campo, el aprendizaje nunca termina desde aquellos 15 años

"Siempre van surgiendo nuevas cosas, a veces nos va bien, a veces nos va mal, pero uno a esta altura está más curtido. Cuando hay un problema, porque en el campo siempre los hay, y uno es más grande se resuelven de otro modo" subrayó.

La llamada telefónica, con todos los inconvenientes que implica comunicarse con la zona rural, la sorprendió en "Don Néstor", vacunando a sus animales contra la aftosa. Hoy administra un rodeo de 520 madres y 400 animales.

Desde que asumió semejante desafío siendo casi una niña hubo varias situaciones límites.

Al poco tiempo de fallecer su padre el rodeo fue afectado por una enfermedad transmitida por los toros que dejó a más de la mitad de las vacas secas. "En ese tiempo no se usaba hacer los análisis como ahora, y pagamos las consecuencias con el servicio" apuntó.

No mucho después, en 2001, la inundación: "El panorama era desolador; sólo podíamos entrar al campo para llevarles pasto a las vacas a cincha de caballo, con una chapa cargando de a cinco fardos. Son esos momentos en los que uno se pregunta '¿qué hago?'. No sé cómo fue… soy muy creyente, me aferraba a mi papá y creo que sacamos fuerzas de adentro para seguir".

Con el agua llegó un parásito (fasciola hepática) que se cobró la vida de una gran cantidad de animales.

"Vino del norte, acá no lo conocíamos, y hasta que pudimos dar con el medicamento adecuado produjo mucha mortandad de hacienda. Entre que tenía el campo inundado y veía como se morían las vacas la verdad, la pasamos muy mal" recordó.

"Aparte eran los primeros años; parecían que tenían que ser todas para atrás. Después, por suerte, fuimos saliendo a flote" agradeció.

Veintitrés años, dos meses y 19 días después de aquel dolor que irrumpió repentinamente y aceleró todos los tiempos; de alegrías y sinsabores en el campo el sábado 19 de marzo, junto a otras mujeres destacadas, Susana Urruty fue distinguida con el Premio "Lía Encalada".

Mujeres Rurales Argentina realizó la primera entrega de este galardón en la sede de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires. Se trata de una organización que cuenta con unas 250 referentes territoriales en 18 provincias y su rol es agrupar y reconocer a las mujeres en el ámbito de la ruralidad.

"Es un halago, por supuesto. En la entrega de premios nos encontramos con mujeres que tienen una historia de vida muy fuerte. Pero lo asumí con normalidad, porque llegué y al otro día me tuve que poner a vacunar. Hay que seguir con la vida de uno, aparte es lo que me gusta" dijo antes de denunciar una risa cómplice.

En este tipo de eventos hay, por lo menos, dos formas: en una al premiado se le comunica antes de la ceremonia y concurre para recoger el premio, y en otra los reconocimientos se dan a conocer en la misma gala.

Los "Lía Encalada"

"Yo, la verdad, no estaba ni enterada de que me habían postulado a mí para el rubro 'Ganadería'. Se contactaron conmigo, y asistimos todas las finalistas. Allí mismo fueron dando a conocer las ganadoras en cada una de las categorías, así que fue una sorpresa para nosotras" reconoció.

Su mamá Stella (compañera, socia, compinche, consejera) la acompañó. "Por protocolo de Covid se podía ir con una sola persona" indicó.

Cuando iba a recibirlo, se me pasó como una película de mi vida

La emoción, entonces fue compartida: "Ella se sorprendió tanto como yo. Pensaba 'ya llegamos a la final, ya está' y viajamos por una cuestión de agradecimiento a la entidad que nos había convocado. Fuimos para acompañar, sinceramente; todo lo otro nos tomó por sorpresa. Nunca pensé que podía ganar este premio" admitió.

"Después, cuando iba a recibirlo, se me pasó como una película de mi vida, de todas las cosas que había tenido que pasar. Por supuesto que apareció la imagen de mi papá, y cuando bajé las escaleras del escenario ahí nomas largué el llanto. Menos mal que no había que dar un discurso, porque no me iba a salir nada" relató.

El premio recibido por Susana lleva el nombre de, quien se recibió en 1927 en la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires.

"Lo que me pasó, cuando tuve que hacerme cargo de los emprendimientos familiares siendo muy chica, lo tomé con naturalidad en ese momento. No me pondría como ejemplo, pero tal vez sí decir que, si hay un objetivo, si se propone algo en la vida cuesta, que a veces uno puede tener ganas de tirar la toalla, pero se puede lograr" cerró.