Un lugar para soñar con la Edad Media y poder encontrar a la Bella Durmiente
Es una de las joyas del revival gótico de fines del siglo XIX. Fue construido por uno de los arquitectos que levantó la basílica de Luján. Su aura de misterio se ve reforzada por la imposibilidad del público de acceder al interior.
En nuestro país hay muchas construcciones rodeadas de un aura de misterio. Así, están el monumento funerario a Myriam Stefford en Córdoba, o el Club Hotel de Sierra de la Ventana, en Buenos Aires. En el territorio bonaerense uno de los lugares más enigmáticos es el Palacio Naveira, en Luján, una increíble edificación en estilo gótico. No está abandonado ni pasó allí nada truculento, pero sus dueños no permiten visitas ni que se difundan fotografías. De hecho, una de las fotos más conocidas fue hecha… desde un globo. Y muchas imágenes que se han difundido son de hace unos cuantos años, fomentando el arcano que rodea al castillo, que hace pensar en un cuento de los hermanos Grimm.
La historia de este lugar extraordinario se remonta a 1841. Ese año don Enrique Beschtedt, nacido en Leipzig (Alemania), viudo y con una sola hija, Irene, adquirió la propiedad. Le había gustado el campo la primera vez que lo vio pero fue el encanto de los sauces que bordean el río que lo decidieron a comprarla. La casa original se encontraba entre dos ombúes y allí se instalaron Enrique con su hija. La estancia se llamó, claro, "San Enrique".
Más tarde Irene se casó con el doctor Domingo Fernández, dando comienzo a la dinastía Fernández Beschtedt. Tuvieron tres hijos: Domingo, Irene y Enrique Fernández Beschtedt.
Revival
En tanto, pasaron muchos años. Hacia la década de 1880 en el mundo se puso de moda un revival de la arquitectura gótica, la que llenó en la Edad Media de increíbles catedrales el territorio europeo. Ese renacimiento de fines del siglo XIX, llamado "neogótico", produjo entre otras obras la catedral de la ciudad de La Plata, que se comenzó a construir en 1884.
En ese estilo se construyó también, a partir de 1890, la basílica de Luján. Uno de los ocho arquitectos que intervinieron en la obra fue el belga Ernest Moreau, que había llegado al país en 1888.
Los dueños de San Enrique, entonces, contrataron a Moreau para que levantara un palacio gótico en la estancia. Alejandro Machado, especialista en patrimonio arquitectónico, cuenta a DIB que "Moreau vino acá a la Argentina para hacer junto a Ulric Courtois la basílica de Luján. Los Moreau fueron cuatro generaciones de arquitectos. Su padre era arquitecto, su hermano también, su hijo Rodolfo y su nieto fueron arquitectos. Su nieto René Moreau, que vivió hasta hace muy poco, fue quien restauró Villa Normandy en Mar del Plata, un edificio de 1918".
Mientras Moreau construía el extraño castillo, su compatriota paisajista Augusto Flamant sembraba árboles y abría caminos. El resultado fue cautivante, un palacio en medio de un bosque. Moreau dejó allí su primera firma en el castillo, en la que figura el año 1897.
Cambio de manos
Allá por 1913, la familia Fernández Beschtedt decidió desprenderse de San Enrique. Fue Domingo (hijo de Irene y padre de Domingo Fernández Beschtedt Fernández, quien se haría famoso como escritor con el seudónimo de Fernán Félix de Amador) quien le vendió la estancia a un porteño de ley, un millonario de la época que aparecía seguido en la revista Caras y Caretas: Arturo Z. Paz.
Paz le vendió la estancia a doña Matilde Golpe Brañas, nacida en 1855 y viuda del escribano y cónsul de la Argentina Manuel Naveira. Como pasó con, por ejemplo, el Palacio Piria, que en realidad había sido levantado por Luis Castells, la construcción gótica pasa desde ese momento a conocerse como Palacio Naveira.
Los Naveira eran unos hacendados importantes: entre sus propiedades figuran 159 haciendas y más de 49.000 hectáreas de tierra en La Pampa, incluyendo varias estancias para ganadería y agricultura.
Doña Matilde decidió cambiar el nombre del castillo a "San José", patrono de su hijo José Roque "Pepe" Naveira. Años más tarde, y entusiasmado con el arte gótico, Pepe contrató nuevamente a Ernesto Moreau para continuar la ampliación de la residencia.
Como dato interesante, Pepe Naveira fue también el principal benefactor en la construcción del edificio de la Asociación Argentina Amigos de la Astronomía, en Parque Centenario, Ciudad de Buenos Aires.
Así, la casa y el parque continuaron creciendo y se transformaron en el palacio que se conoce actualmente. Moreau dejó entonces su "segunda firma", donde aparecen los años en los que volvió a trabajar allí: 1917 a 1920.
Pepe Naveira, respetuoso de las tradiciones, no permitió que los árboles plantados por los antiguos dueños se perdieran y así el en el parque hay ejemplares que tienen más de cien años.
En 1922, esta enrevesada historia genealógica se enreda aún más: Pepe Naveira se casó con Elina Fernández Beschtedt, hija de Enrique y quien había nacido en el mismo castillo 25 años antes. Sus hijos pasaron a llevar entonces los apellidos que habían sido parte de la historia de la propiedad: Naveira Fernández Beschtedt.
Fotografías
Hoy en día, del castillo se conocen muchas imágenes del exterior pero muy pocas del interior. La misma familia, que durante muchos años no permitió el ingreso de visitantes, difundió algunas imágenes de un lugar de ensueño, con armaduras, ojivas góticas, un patio medieval, vitrinas con libros antiguos. Todo remite a la Edad Media.
Este verdadero palacio del Loire trasladado a Luján constituye una de las joyas arquitectónicas de la provincia de Buenos Aires, pero por el momento no puede ser visitado. Solo queda contemplar las fotos para soñar con una época de caballeros andantes, que buscan en una de sus habitaciones a la Bella Durmiente perdida.