Una mirada antropológica sobre el comportamiento social en pandemia
Hasta la llegada de una vacuna lo único certero en esta pandemia es el aislamiento social como el mejor remedio para prevenir el contagio, junto con el distanciamiento y las medidas adecuadas de higiene. Sin embargo, una y otra vez frente a informes sanitarios que muestran un crecimiento de casos positivos, las autoridades hacen eje en las reuniones sociales como principal foco de contagios en Olavarría ¿Cómo es el comportamiento social en tiempos de pandemia y por qué es tan difícil cumplir con algo tan básico?
"Es una pregunta que muchos de nosotros nos hacemos", dice el antropólogo social e investigador docente, Juan Pablo Matta.
Desde su mirada, analiza que "en antropología lo que se sabe es que las crisis profundizan lo que somos, pero no nos cambia". Si bien expone que gran parte de la sociedad se cuida y es responsable, "el virus no hizo más que potenciar algo que ya traíamos", en referencia a aquellas conductas individualistas y poco solidarias.
La psicóloga Yesica Schamberger, por su parte, habla de narcisismo, negación y falta de empatía como factores que adquieren más visibilidad en estos tiempos (ver aparte).
"Cuando comenzó esta pandemia en el país circularon muchos discursos positivos que hacían referencia a cómo nos iba a cambiar, decían que seríamos más humanos, más solidarios... Desde mi experiencia y mi mirada dudaba un poco de que esto sucediera. Ahora, en este punto, confirmo aquello que pensaba porque las crisis sacan lo mejor y también lo peor como sociedad".
La pandemia no golpea a todos de la misma manera y en medio de un entramado social complejo el antropólogo diferencia tres grupos que incumplen normas en el marco de una emergencia que afecta a nivel global.
Así, "están los negacionistas, lo que creen que esto que sucede es una mentira, que no existe. Después están los rebeldes imprudentes que saben que esta realidad existe, pero a los que no les importa y se oponen abiertamente como una disputa del sentido. Finalmente, los imposibilitados desde el punto socio-económico, la gente más humilde a la que se le hace muy difícil sostener algunas de las medidas de cuidado".
Hoy, el incumplimiento más evidente es el recreativo. Mientras tanto, el personal de salud acude en muchas ocasiones a las redes sociales para concientizar sobre la realidad que se vive y cómo es estar día tras día con pacientes internados que luchan contra el virus, en una tarea que cansa, desanima y estresa. Hay trabajadores de rubros que aún permanecen cerrados y otros que han podido reabrir, pero cuya situación puede cambiar en cuestión de días. Y están aquellos pacientes que padecen la enfermedad, algunos más graves que otros.
"Me preocupa mucho la indiferencia, la insensibilidad social. Estamos al lado del sufrimiento y estamos mirando para otro lado. Y esa inmadurez humana realmente preocupa".
Una tradición argentina
"Argentina tiene una larga tradición de incumplimiento normativo", analiza Juan Pablo Matta. Define que "es un país que ha avanzado mucho en materia de derechos, pero es llamativo esto de construir reglas que se incumplen. Y el virus no hizo más que potenciar algo que ya traíamos".
Para el antropólogo, "la gente concibe la regla como un límite impuesto, pero existen sociedades en donde el orden normativo es defendido colectivamente. Eso no sucede acá, ni ahora ni antes. Y el orden normativo necesita estar legitimado colectivamente".
Descreimiento, negación de la realidad, irresponsabilidad o rebeldía, falta de solidaridad y empatía son factores que están presentes en la sociedad aún en tiempos de pandemia. "Nos cuesta pensarnos colectivamente, pero los seres humanos somos seres sociales y el individualismo tiene patas cortas", afirma el docente investigador.
Si bien la franja de gente joven y con buena salud sufre menos las consecuencias del coronavirus, Juan Pablo Matta recalca la importancia de no pensar en uno, sino en los otros. "Es una cuestión de solidaridad. Si nos enfermamos nos van a tener que atender y le vamos a sacar camas a otros. Ningún país ha tenido capacidad suficiente ante un desborde. El virus sacudió a países del primer mundo en cuanto a Salud. Por eso, es importante que exista esa solidaridad de cuidar a nuestro sistema sanitario".
Por otra parte, el profesional plantea que para poder gestionar esta situación de crisis, con estas características, "tiene que haber sentido común".
Al comportamiento individual se suma la cuestión colectiva, que el mensaje sea el mismo, que la importancia en el cuidado y prevención forme parte de un discurso universal. "En un primer momento, incluso ver la misma tapa en todos los diarios fue sublime en Argentina", describe Juan Pablo Matta.
Pero con el tiempo, la discusión "entró en la lógica macabra de la grieta, porque polariza. Cualquier discusión se vuelve banal, binaria: una cosa o la otra, o la economía o la salud; esa es una falacia porque está demostrado que el descuido de la salud termina impactando en la economía y conlleva más muertes".
Además, "las desgracias son desgracias y tienen costos independientemente de que hagamos las cosas bien o mal. Una parte de la pandemia es inevitable, los efectos económicos no son completamente manejables, el mundo está parado. Veo una deshonestidad muy grande en un momento donde no puede haberla en relación a cómo se asignan las culpas. El país va a estar mal aunque se gobierne del mejor modo que exista. Lo que se puede hacer es minimizar los impactos y en Argentina se hizo una gestión bastante exitosa vinculado a un aislamiento temprano y políticas públicas para los sectores postergados".
En este contexto, "temo que ese éxito se nos vuelva en contra. El argumento es que hay pocos fallecidos entonces para qué estar encerrados. Pero en realidad es al revés, estos resultados son producto de las medidas de prevención tempranas. Entonces, lejos de las discusiones banales, lo que hay que pensar es cuán capaces somos de cuidar a los demás, a los más débiles y vulnerables".