Uno de los condenados por el crimen de Marcos Alonso dijo: "Yo fui el gatillo"
Daniel Puertas
Cerca de los sesenta años, más de la mitad de los cuales los pasó en la cárcel, Roberto Eliseo "Mono" Castilla Rocha se asume como el sicario que disparó el arma para segar la vida de Marcos Alonso ante la mirada cómplice de varias personas que al no poder recuperar una importante suma de dinero que según su relato se habría quedado el penalista por lo que habrían decidido cobrársela con su vida.
Y esa arma que asegura haber empuñado puede ser la prueba concreta de la veracidad de sus dichos: dice que él la escondió y por razones sobre las que no entra en detalles todavía estaría en el mismo lugar, más de diez años después de aquel verano en el que Olavarría fue conmovida por un crimen con tintes mafiosos.
Así lo aseguró Castilla Rocha a este diario desde la cárcel de San Martín en una comunicación telefónica. La decisión de formular ahora estas revelaciones la tomó tras la captura de su hermano Reinaldo Gabriel, acusado de haber sido el tercer participante del hecho y prófugo durante una década, al que siempre él declaró inocente.
Para los investigadores Reinaldo Castilla Rocha habría sido precisamente el autor material del homicidio, hipótesis que ahora Roberto Eliseo intenta derribar.
"Yo fui el gatillo" dijo antes de intentar justificarse afirmando que lo habían amenazado con matar a su familia en caso de negarse. Pero tras esta un tanto inverosímil justificación, el "Mono" admitió que él era uno de los dos "gatillos" con los que contaba la banda delictiva que según sus dichos integraban también policías y funcionarios judiciales.
Cumpliendo sus funciones de sicario sostuvo que un tiempo antes del crimen del abogado había disparado seis veces contra otro hombre que sobrevivió a sus heridas por orden del empresario que lideraba la organización.
Durante el juicio en el que fue condenado a prisión perpetua como participante en el crimen del abogado junto a Juan Ramón "Johnny" Ibáñez, el "Mono" había declarado que él no estuvo presente en el momento de la ejecución, de la que responsabilizó al comisario Juan Carlos Lazarte, al que nombraba como "el Enano".
Tal como figura en el expediente de la causa, Castilla Rocha nombró además como miembros de la organización a otras dos personas.
Ninguno de los hombres a los que acusa Castilla Rocha fueron imputados de delito alguno por la Justicia. Es que hasta ahora sólo se trataba de palabras: nunca Castilla Rocha pudo exhibir prueba alguna de sus aventurados dichos.
Pero ahora promete un elemento tan importante para las investigaciones como el arma homicida, la que evidentemente debe haber estado bien protegida para haber permanecido oculta durante más de diez años.
Si Castilla Rocha confiesa ante la Justicia y el arma finalmente es hallada la investigación puede recibir un tan fuerte como inesperado impulso, especialmente porque dijo a EL POPULAR que en el mismo escondite hay otras armas y quizá algo más.
A diferencia de lo afirmado en su declaración en una de las audiencias de debate, Castilla Rocha también dice ahora que el tiro en el brazo que sufrió el abogado también se lo disparó él.
"Se lo pegué para ver si decía dónde estaba la plata", le dijo a este diario con un tono de voz tranquilo, incongruente con el dramatismo de la descripción del momento en que un hombre inmovilizado es baleado para ablandarlo lo suficiente como para que confiese el sitio del escondite del dinero.
Para explicar por qué había tantas personas presenciando la escena, algo difícil de aceptar, el "Mono" sostiene que estaban allí porque "la plata era de todos" ellos. En su versión de ahora, la cifra que le reclamaban al abogado era de 250 mil pesos, igual que en la anterior.
Antes había asegurado que él no presenció el momento en que se perpetró el asesinato y dejaba librado a la imaginación el escenario del crimen. Ahora lo ubica en una propiedad de Isidro Rodríguez, cerca de la concesionaria que tenía.
Si la Justicia le cree podría revisarse la condena de "Johnny" Ibáñez, ya que Castilla Rocha asegura que él le impidió estar presente en el momento culminante y que después Ibáñez fue elegido como el "perejil" que debía hacerse cargo de todo.
La prueba decisiva contra Ibáñez fue un trozo de guante de látex que fue hallado dentro de la boca de la víctima y que tenía ADN de Alonso y de Ibáñez. Castilla Rocha sostiene que de esa forma pretendieron incriminar a Ibáñez y que él participó de esa maniobra.
Admitir esa traición no debe haber sido sencillo para Castilla Rocha, ya que parece contravenir algunos códigos tumberos. Ahora dice que por eso "tuve una discusión" con "Johnny", sin precisar fecha ni circunstancias de ese intercambio de palabras probablemente duras.
A pesar de todo lo que pueda decir el "Mono" ahora a la Justicia sobre las actividades de la banda que según su primera declaración distribuía drogas en Olavarría y la zona difícilmente se pueda hacer algo si no se aportan pruebas concretas.
Los camaristas Gustavo Borghi, Joaquín Duba y Martín Céspedes ordenaron que hubiera otra investigación judicial sobre los indicios de una organización delictiva que afloraron en las audiencias de debate.
Pero hasta hoy no hay noticias de que se haya avanzado un centímetro en esas investigaciones. Como contrapartida, en estos años ha habido innumerables procedimientos contra pibes a los que se le encontraron algunos pocos gramos de sustancias prohibidas.
Castilla Rocha sostiene que esa banda formada por empresarios, policías, funcionarios judiciales, abogados, algún político y un puñado de delincuentes se dedicaba a la comercialización de estupefacientes, lavado de dinero, robo y venta de autos, camiones y maquinaria agrícola, entre los rubros más importantes.
La droga que distribuían la recibían de "Mameluco" Villalba, capo narco de San Martín que alguna vez intentó presentarse como candidato a intendente de ese distrito y que sería primo de Castilla Rocha, según aseguró diez años atrás este en el juicio y reafirma ahora.
Tumbero de cuerpo y alma
Roberto Elíseo Rocha contó alguna vez que durante la dictadura militar un tío comisario le liberaba la zona para que él pudiera asaltar a los capitalistas de la quiniela clandestina para robarles la recaudación. También contó que en 1985 cometió un crimen por encargo.
Se enorgullece de haberle robado una camioneta de alta gama al custodio de Domingo Cavallo, por entonces ministro de Economía de Carlos Menem.
Cuando le aplicaron la pena de prisión perpetua por el asesinato de Marcos Alonso estaba purgando una pena de 22 años de prisión por varios asaltos a mano armada. Mientras cumplía esa pena se fugó de la Unidad 27 de Sierra Chica en 2004.
Sostiene que esa fuga le fue facilitada por funcionarios del SPB y la intención era secuestrar al padre del futbolista azuleño Matías Almeyda para pedir rescate, delito que finalmente no se concretó.
Durante el juicio por el homicidio del abogado prestó declaración un agente penitenciario que admitió su dependencia de las drogas y señalo al "Mono" Castilla Rocha como el hombre que se la proveía, en lo que fue uno de los momentos más dramáticos del juicio oral y público.
Al margen de las circunstancias humanas del momento, ese testimonio refuerza un poco la historia de Castilla Rocha y sus vínculos con narcos importantes.
El siempre sostuvo que fue el nexo entre "Mameluco" Villalba y abogados y policías locales que formaban parte de la banda que parece no haber sido nunca investigada en serio.
El crimen
El abogado penalista Marcos Alonso fue hallado el 25 de enero de 2010 en su automóvil, un Peugeot 307, estacionado en la calle Chiclana a unos 50 metros de la avenida Del Valle. Los homicidas le dispararon en ocho ocasiones: cuatro impactos dieron en la cabeza, tres en el tórax y uno en el codo del brazo derecho. La víctima fue maniatada y la amordazaron con cinta de embalar. En la boca se encontró un billete de un dólar.
Por el crimen fueron condenados en septiembre de 2011 Juan Ramón Ibañez y Roberto Eliseo Castilla Rocha, como autores materiales, en un proceso realizado en el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 1 de Azul. Ese fallo sería confirmado tiempo después por el Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires.