Valentín Demarco, el artista de las mil imágenes
A los 34 años Valentín Demarco vivió uno de los momentos más hermosos de su vida, cuando expuso sus obras en el Museo Dámaso Arce. Su vida artística no comenzó con esa muestra (con mil trabajos espectaculares), porque desde hace tiempo que viene haciendo obras y mostrando lo que hace. Pero es mejor que él lo cuente:
-¿Cuándo comenzaste a descubrir que hay algo interior que te va diciendo que el camino en el arte va por acá?
-En realidad, no sé si hay un momento preciso. Son, creo, como pequeños pasos o secuencias. Hay cosas que marcan, como cuando de chico pasaba tiempo en el estudio de mi mamá y de mi tío (Mario Arabito), de arquitectura, y entonces veía libros o me sentaba a dibujar. Eso fue como una gran referencia en el interés por el arte. Mi papá (Fernando) también fue de tener libros, de mirarlos, ir al museo de chico con él y mi mamá cuando había inauguraciones, eso también me fue marcando. Lo bueno de este Museo Dámaso Arce es que es de artes plásticas y orfebrería, así que cada vez que venía a alguna muestra había mil imágenes con mil historias detrás de todas esas obras de arte. De chico, inevitablemente, iba a revisar qué más había ahí.
-¿Después fuiste a aprender, a perfeccionarte?
De chico hice algunos talleres con María Delia Barbato, por ejemplo. Y siempre dibujaba. A los 13 años comencé a hacer orfebrería y cuando terminé el secundario me fui a Buenos Aires a estudiar diseño industrial, pero no me enganché. Quizá tuvo que ver con el cambio de vida, irme de Olavarría. De hecho, mi obra tiene que ver con Olavarría por haberme ido. Hay algo que queda y todo el tiempo vuelve, y está.
-¿La muestra "¿No soy de aquí?" en el Dámaso Arce fue la primera tuya en Olavarría?
-Fue la primera individual. He participado en muestras de plateros y de chico participé, con 12 o 13 años, cuando hice una muestra en Recoleta. Después, varios artistas de acá me invitaron, como Delia Barbato, Alejandro Cides y Daniel Fitte, para participar en muestras colectivas. De chico, obviamente no me asumía como artista.
-¿Cuándo te asumiste como artista?
-Siendo más grande, cuando comencé a encontrar un camino de trabajo, de lo que me interesa investigar y de las imágenes que quería hacer. Quizá mi interés tenía que ver con el imaginario de lo argentino, de lo criollo, de lo gauchesco transformado, y cuando encontré ese choque de cosas creo que ahí me sentí cómodo. Ahí dije soy artista y esta es mi obra.
-¿Siempre te gusta volver a Olavarría?
Sí, me encanta. Ver a la familia, los amigos, el lugar, el aire, ver el horizonte que es más apaisado. Pero también me gusta Buenos Aires. Operativamente me es más práctico vivir allá, y para desarrollarme también más allá de que podría encontrar la manera de vivir en Olavarría. Hacer esta muestra -que terminó el sábado pasado- fue hermoso para mi, porque me conecté con interlocutores que están haciendo cosas interesantes acá. La gente fue mucho a la inauguración inclusive.
-¿Qué impacto emocional te causó esta muestra en el DMA?
-No sé si está grabado, pero recuerdo que dije que era el primer museo al que vine en mi vida. Eso es fuerte para mi, una referencia, porque allí están las obras de arte y luego muetrear ahí, en el lugar donde hay obras de Arce, es importante para mi. Que en el mismo recinto convivan la enorme y rica obra de Arce, que para mi es una gran referencia, junto con mi obra, codo a codo. Para mi fue increíble. Eran mil trabajos los que se iban a poner sobre una de las paredes, pero finalmente fueron 912 cuando se hizo el montaje y no entraron todos.
-¿Cada uno tiene un por qué?
-Sí, y cada por qué responde a diferentes razones, quizá más íntimas de la historia familiar o personal. Todas pertenecen a un capricho personal, pero ese capricho se convierte en una experiencia colectiva porque en la cantidad y en la variedad siempre hay imágenes que se conecten con otra gente, con la comunidad de Olavarría. Un poco tenía que ver con almacenar toda la cantidad de imágenes que vemos todo el tiempo, pero que no fuera digital, como salirse de un archivo digital, con esa volatilidad que tienen las imágenes y de repente ese archivo queda en algo tan duradero como es el bronce, para que en teoría dure para siempre.
-¿Dentro de las otras obras, la que más impactó fue la foto de cara de Ana Mendía?
-Sí, creo que sí. Rememora otra imagen y otra época de lla ciudad. Esa imagen siempre me llamó la atención, por lo moderna que era en esa época. Pero en aquel folleto era una desilusión porque no había nada para descubrir Olavarría, tenía poco para ofrecer la ciudad. Aunque era una súper imagen la de Ana. Por eso pensé que la orfebrería de Olavarría era algo para descubrir.
-¿Cómo sigue tu vida artística?
-Me voy a Miami y llevo estas obras de bronce que expuse en el Dámaso Arce. Voy a participar en la Feria ArtBasel, que es una feria con sede en Suiza, donde está la original, y también en Miami y en Asia. Mi stand será con las mil obras. ¿Tocar el cielo con las manos ir a exponer a Estados Unidos?...no, no. Tocar el cielo con las manos fue hacer una muestra en el Dámaso Arce, más allá de que hacer una muestra en Miami es legitimar mi obra. Pero a nivel emocional, me pega más la que hice en Olavarría, ver el cartel en la ruta que no era una fantasía, y lo pude hacer. ¿Después?, no tengo muy en claro. Ya vendrá el tiempo de volver al taller. Hace tiempo que tengo ganas de trabajar con la imagen de (Jorge) Cafrune, aunque no sé de qué manera, pero hay una relación con el auto de los Emiliozzi, hay una conexión con Olavarría. Pero aún no sé qué haré. Pero esa imagen de Cafrune y su historia me gustan para hacer algo, es una idea que tengo hace bastante tiempo, como fue la obra que hice con la cara de Ana.