Coronel Suárez tampoco deja entrar a los olavarrienses: "nadie entra si viene de allí"
"Vivimos en una burbuja", afirma Javier Graff quien, en medio de la depresión económica, está abriendo una chocolatería en una esquina céntrica de Coronel Suárez, uno de los distritos del sudoeste de la provincia de Buenos Aires que comienza a relajar la cuarentena impuesta por el coronavirus.
La nueva realidad, sin embargo, es sólo para los habitantes del pueblo, que tienen mucho miedo a los que vienen de afuera. A través de severos controles en la ruta, la policía local tiene una orden estricta: nadie que no tenga permiso municipal de traslado ni domicilio aquí puede ingresar. El coronavirus acecha a esta localidad. Sólo 100 kilómetros la separan de Laprida, el pueblo más cercano con casos positivos (10 confirmados).
Cómo evoluciona la pandemia
"No somos estrictos, somos exageradamente estrictos", afirma Ricardo Moccero, intendente de Coronel Suárez. Está a cargo de todos los controles para asegurar que nadie extraño entre a la localidad. "Sólo están permitidos los que tienen domicilio en Suárez", asegura. "Le hemos negado el ingreso a personas que tienen el permiso nacional", afirma. "Prefiero que me hagan un juicio a que entre el virus al distrito", confirma. "Es muy grande el miedo al que viene del conurbano o la ciudad de Buenos Aires (a 560 kilómetros)", asegura. "No los dejamos entrar, ni al uno ni al otro", sentencia.
Permiso especial
Para entrar a Coronel Suárez a cubrir esta nota LA NACION debió solicitar un pedido especial, que autorizó el propio Intendente. En la entrada por ruta 85, la policía autorizó el ingreso de los periodistas luego de exigirles los permisos de circulación y controlarles la temperatura. En los demás controles internos, la policía local estaba al tanto del itinerario que se debió presentar para poder circular.
Los restaurantes que bajaron la persiana
En la ruta, los controles fueron escasos. En San Miguel del Monte todos los autos deben pasar por una cortina con liquido sanitizante. La mayoría de los caminos rurales se hallan bloqueados con tierra y tachos de metal.
"Antes que Bahía Blanca, nuestra principal preocupación es Olavarría"
Coronel Suárez ya está en la fase 5 de la cuarentena. Se liberó la circulación vehicular, se habilitaron reuniones de niños y adolescentes en grupos de hasta cuatro en casas particulares, se flexibilizaron de actividades recreativas, como salir a correr, andar en bicicleta o caminar. También se extendió el horario de comercio hasta las 20 horas. Los comercios gastronómicos pueden abrir de lunes a viernes de 8 a 24 hs y sábados, domingos y feriados hasta las 1 AM. Las actividades en espacios cerrados, como gimnasios, salas de ensayo y centros culturales, pueden abrir si presentan un protocolo sanitario.
Preocupación
"Antes que Bahía Blanca, nuestra principal preocupación es Olavarría", afirma Moccero. "Los casos subieron mucho y tenemos mucho vinculación", cuenta. "Nadie entra si viene de allí", repite la formula, hasta ahora exitosa.
"Les ofrecemos una vida normal", explica sobre quienes viven desde hace muchos años fuera de la localidad y quieren regresar ahora que están en fase 5. Siguiendo un protocolo, le envían el permiso por mail, al llegar un policía los acompaña y quedan 15 días en cuarentena. Están llegando matrimonios que quieren vivir con más libertad.
"Tenemos mucho temor del que viene de afuera, hoy no se me ocurriría viajar a Buenos Aires", afirma Sofía Gerk, subdirectora de turismo del Distrito. "Hay mucha cautela. Quizás, el primer paso sea viajar a los distritos cercanos que están también en fase 5, debemos sacarnos el miedo", confiesa. No es fácil. Los casos de coronavirus cada vez se acercan más. El conflicto nace ni bien se piensa en lo que pasa fuera de las fronteras distritales.
Hay puesteros que viven de la caza
para no ir al pueblo en Cura Malal
Aunque se vive una natural calma, las conversaciones en la calle se centran en los nuevos casos de los pueblos cercanos. "Laprida está muy cerca, nos preocupa, si llega a venir el virus a Suárez, estaremos muy complicados", afirma Daniel Martel, alambrador de Cura Malal, un pueblo a 15 kilómetros.
Temor notable
El temor al extraño se hace notable, es indisimulable y cruza amistades. Desde que comenzó la cuarentena, familiares y amigos quedaron sin poder regresar y nunca más pudieron verse. "Se les está pidiendo a los vecinos del distrito que no vengan, que se quedan en sus pueblos", afirma Gerk. El mayor miedo es a aquel que viene o ha estado en contacto con alguien del AMBA. "Queremos que la fase 5 continué, fue un éxito compartido entre el municipio, los vecinos y la policía", sostiene la funcionaria.
"Si los agarramos en los caminos rurales queriendo entrar, les secuestramos el vehículo. Y si reinciden, al calabozo", afirma, tajante, Moccero.
"Fuimos sumamente obedientes, muy respetuosos de las medidas. Aceptamos lo que pasó, cambiamos nuestros hábitos sin quejas. Rebelarse te consume energía", afirma Julieta Colonella, Agente de Cambio Rural de INTA, referente de turismo rural. "Creo en la responsabilidad individual. Si esto lo trasladamos al colectivo, todo puede lograrse, por ejemplo el turismo", sostiene.
Fuente: La Nación