Tanto en estantes de jugueterías como en catálogos on line proliferan productos que asocian arbitrariamente determinados trabajos y/o funciones al sexo biológico, incentivando desigualdades y preconceptos sobre el rol a ocupar en la sociedad por parte de niños y niñas como futuros adultos.

Un ejemplo: en distintos locales comerciales proliferan kits de limpieza y carritos de supermercados en miniatura, en cuyo packaging resaltan solamente la figura de una nena.

El Impuesto Rosa o Pink Tax va a contramano de la Constitución Nacional, de la Ley de Defensa del Consumidor y de distintos pactos internacionales con jerarquía constitucional en la Argentina.

Walter Martello, autor de la investigación, expuso sobre esta problemática en el Congreso de Estudios de las Masculinidades y Derechos Humanos, organizado por la Fundación Justicia y Género y la Universidad Nacional de Costa Rica (Año 2018).

¿Cómo opera el impuesto rosa?

Su instrumentación va a contramano del artículo 42 de nuestra Constitución: "los consumidores y usuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la protección de su salud, seguridad e intereses económicos; a una información adecuada y veraz; a la libertad de elección, y a condiciones de trato equitativo y digno...". En tanto, el pink task también es contrario al artículo 8º bis de la Ley Nacional de Defensa del Consumidor: "...los proveedores deberán garantizar condiciones de atención y trato digno y equitativo a los consumidores y usuarios..."

Por otra parte, desde gran parte de la industria se sigue identificando los juguetes destinados a las niñas con el color rosa, mientras que aquellos dirigidos a los varones, por lo general, tienen una escala cromática donde predomina el azul.

Resulta por demás llamativo que, en pleno siglo XXI, exista tan poca sutileza por parte de algunos fabricantes y diseñadores a la hora de lanzar productos al mercado que asocian determinados trabajos y/o funciones de acuerdo al sexo biológico. Para muestra, un botón. En casi todas las jugueterías que hemos relevado, se pudo observar, en lugares destacados de las estanterías, kits de limpieza y carritos de supermercados en miniatura, en cuyo packaging se resalta la figura de una niña.

Estereotipos

Cabe destacar que un informe elaborado por el centro de estudios de Economía Política Argentina (CEPA), en base a datos relevados en 2018, concluye que el 40% de los juguetes destinados a las niñas están vinculados a las tareas de cuidado, siendo la oferta de muñecos bebés (con todas sus variantes como accesorios para el baño, "aprender a hablar", mamadera, etc.) la más repetida de todos los juguetes categorizados como "de mujer" o "de niña". 

Los estereotipos constituyen un conjunto de creencias estructuradas acerca de los comportamientos y características que se creen apropiadas para hombres y mujeres, ancladas a su vez en una cosmovisión anticuada que nada tiene que ver con los derechos humanos. Se pretende imponer de antemano el lugar que deberían ocupar en la sociedad los niños y las niñas, como futuros adultos, en perjuicio de estas últimas. Tal concepción es contraria al cumplimiento de obligaciones emergentes que tiene el Estado a partir de los tratados de derechos humanos con jerarquía constitucional, particularmente la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), la Convención Sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la mujer "Convención de Belem do Para".

El artículo 31 de la CDN reconoce el derecho de la niñez al descanso, al esparcimiento, al juego, las actividades recreativas y a la plena y libre participación en la vida cultural y de las artes. Al declararlo como derecho, el juego se reconoce como necesidad vital, connatural al desarrollo de un niño o una niña y aspecto innegociable de su dignidad humana.

Ante este marco normativo, se necesita trabajar fuertemente en campañas de concientización. Debemos facilitar la identificación de los juguetes con áreas cognitivas, emocionales o de valores. ¿De qué forma? A través de juegos que fomenten el ingenio, el espíritu crítico; que estimulen la observación de la naturaleza, la educación ambiental y la sensibilización ante las problemáticas sociales.

Algunas alternativas

Las medidas que se adopten desde el Estado deben tener, como principal objetivo, intentar persuadir y no imponer. Seguramente, será un trabajo arduo y extenso, que debe apuntar concientizar a la sociedad, mediante un diálogo abierto y sincero que involucre a representantes de la industria del juguete y de los videojuegos; padres, madres, docentes, comerciantes y a los propios niños, niñas y adolescentes, que merecen y deben ser escuchados.

Un ejemplo a tener en cuenta es la iniciativa desarrollada en Andalucia (España). Allí la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación realizó un decálogo a fin de evitar prácticas y actitudes sexistas entorno al juego y a los videojuegos destinados a niños, niñas y adolescentes.

(Prensa)