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Hasta la noche del jueves quince brigadistas bonaerenses, ninguno de ellos de Olavarría, se habían inscripto en la lista de bomberos que aceptaban ir al Amazonas a combatir los incendios que están devastando al pulmón del planeta. La provincia de Buenos Aires es uno de los distritos a los que se le solicitó que comenzaran a organizar brigadas de bomberos para acudir a la Amazonia en caso de ser necesario.

Es que entre las condiciones exigidas se incluía el poder estar tres semanas en el escenario del desastre, algo que para un voluntario es muy difícil de hacer, según explicaron en el cuartel de la Asociación de Bomberos Voluntarios de Olavarría, donde, previsiblemente, se siguen con gran atención las noticias que llegan desde Brasil.

El comandante mayor Julio César Kolman, subdirector regional además de la federación bomberil, el oficial de dotación Jorge Del Río y el oficial auxiliar Pablo Moreno señalaron que "si un voluntario trabaja tiene que conseguir el permiso de su empleador para ausentarse por unos veinte días. Por buena voluntad que se tenga, no es una decisión sencilla. Claro que existe la posibilidad de que el bombero sea un comerciante, o un trabajador independiente, pero tampoco es fácil dejar todo por veinte días, incluyendo a la familia".

Kolman apuntó que "cuando nos convocan para acudir a una emergencia generalmente son uno, dos o tres dìas. Acá se aclaró que son por lo menos tres semanas. Además en quince días hay que aplicarse las vacunas. Son unas condiciones que para un voluntario son prácticamente imposibles de cumplir".

Los bomberos olavarrienses han aquilatado una larga experiencia en el combate de incendios forestales y se advierte enseguida que no les desagradaría la idea de estar hoy peleando contra el fuego que está amenazando una región muy importante para toda la humanidad.

El oficial Del Río consideró que la actitud en general del gobierno brasileño ha sido "contraproducente" y generado un marco "conflictivo".

Por su parte, Kolman y Moreno recordaron que no sólo en el Amazonas hay incendios que pueden haber sido iniciados con el objetivo de ganar terreno para cultivos.

Ellos debieron trabajar duramente en los incendios de pastizales en el Delta durante el otoño de 2008, una época especialmente conflictiva para el país ya que fue cuando se produjo el enfrentamiento entre el Gobierno y el campo por la Resolución 125 que fijaba las retenciones móviles.

"Apagábamos un foco y enseguida se iniciaba otro en cualquier otra zona. Y se comentaba que eso era obra del hombre", indicó el oficial Moreno.

Kolman añadió que "aunque en una dimensión mucho menor, se puede comparar ese siniestro con el que hoy se desarrolla en la Amazonia. Hoy en esa zona que se quemó hay cultivos. Y, además, si no hubiera sido porque la ciudad de Buenos Aires fue afectada por el humo nadie se hubiera preocupado mucho", dijo con cierta amargura.

En esos incendios murieron dos mujeres bombero como consecuencia de que un cambio en la dirección del viento las envolvió en humo.

Los bomberos locales recordaron que en ese momento se hablaba de que los culpables eran los propietarios de campos que tenían explotaciones en el sector o grupos inversores que querían tierras para sembrar soja, cuyo precio internacional estaba en ese momento por las nubes.

Como ahora ocurre en Brasil, los incendios en el Delta causaron graves desequilibrios ecológicos que se prolongan en el tiempo. Pero los intereses económicos suelen acallar la mayoría de las voces que se alzan en protesta.

Esos siniestros causaron varias muertes más además de las dos chicas bombero. El humo que invadió las rutas ocasionó varios accidentes de tránsito fatales.

Para los bomberos, el riesgo está siempre presente cuando se combate un incendio, especialmente cuando se trata de campos o bosques.

Ellos tienen más de una anécdota sobre bomberos que se salvaron por obra de la buena fortuna o de un milagro, si son creyentes. Desde el joven que cayó por la pared de una cantera y se salvó porque golpeó sobre la mochila cargada de agua que llevaba hasta el que se desvaneció por el humo, algo que alcanzaron a advertir sus compañeros que regresaron a rescatarlo.

"A veces cambia el viento de golpe y tenemos que escapar a toda velocidad", puntualizó el comandante Kolman.

En 1994 murieron 25 bomberos que combatían incendios en Puerto Madryn debido precisamente a uno de esos cambios repentinos en la dirección del viento.

De golpe, los voluntarios se encontraron envueltos por las llamas mientras combatían un incendio de campos.

A la hora de enfrentar un incendio de campos o bosques, lo más importante es diseñar una estrategia que depende "de las condiciones climatológicas, atmosféricas, de las características del terreno. Antes de comenzar a trabajar hay que analizar todo muy cuidadosamente", explica el comandante Kolman.

Esa planificación debe ser tan cuidadosa como lo sería la preparación de una batalla. Y como si de una guerra se tratara, "hay que decidir si se debe adoptar una táctica ofensiva o defensiva. Es decir, si atacamos directamente al fuego o si lo esperamos", puntualiza el oficial Del Río.

Moreno agrega que "tenemos que detectar cuáles son los puntos débiles del fuego, los lugares donde es más fácil atacar. Por ejemplo, en el camino que sigue el fuego puede haber un obstáculo natural que puede hacer que sea conveniente esperarlo ahí".

Kolman explica cómo se pueden utilizar máquinas agrícolas para crear cortafuegos en un incendio de campos o como se derriban árboles con motosierras cuando el fuego no viene por el suelo sino en las copas de los árboles: "las llamas pueden venir a muchos metros de altura. Entonces hay que tirar abajo árboles para cortar la propagación del fuego".

Quien comanda la lucha contra las llamas debe estar pendiente de todos los factores. Pero a veces hay imprevistos que obligan a un cambio de planificación cuando no a una huida "rápida para ponerse a salvo. El fuego puede avanzar ciento cincuenta metros en tres o cuatro segundos. Ver eso es impresionante".

Se puede estar seguro que el paso de las llamas va a quedar detenido por un obstáculo natural, como puede ser un curso de agua y ver de pronto como una lengua de fuego parece saltar hasta la otra orilla. Moreno recuerda que en las sierras "se forman remolinos que en un instante llevan las llamas a una gran distancia. Nunca se puede estar seguro de nada".

Y a veces se debe combatir el fuego con el fuego: "una de las formas de frenar un incendio es con otro incendio. Después de analizar todos los factores en juego, se puede prender otro fuego en pastos que están en el camino de las llamas. Ver cuando los dos incendios chocan y se extinguen es impresionante".