Cacho Fernández

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Dentro de una elección que resultó algo sorprendente por el acercamiento de Mauricio Macri al candidato a presidente de Todos, Alberto Fernández, en la Séptima Sección Electoral, ambas fuerzas que polarizaron en estos comicios se terminaron llevando tres bancas a cada uno de la Cámara Baja de la Provincia.

Con algo más del 80 por ciento de las mesas escrutadas, Juntos para el Cambio lograba aventajar, con un 50,4 por ciento por ocho puntos al Frente de Todos. Por lo tanto, entraban hasta el momento Juan Carrara, Alejandra Lorden y Daniel Lipovetzky por Juntos para el Cambio y César Valicenti, Luciana Padulo y Walter Abarca, por Todos. tanto Valicenti como Abarca renovaban su banca por última vez.

En la Séptima todo terminó en empate, puesto que ambas fuerzas políticas se quedaban con los gobiernos municipales, cinco para Juntos y tres para Todos. Otro dato es que el peronismo perdió justo en los municipios de donde son los candidatos a diputados provinciales.

Consenso Federal no alcanzó al piso del 16,6 por ciento para lograr una banca en Diputados, con lo cual el concejal Einar Iguerategui, primer candidato del lavagnismo seccional, se quedaba fuera de toda pelea.

Lo mismo que en las Paso, la estructura política seccional volvió a ser binaria y dicotómica, y la polarización pudo más que los tan ansiados tres tercios que volvieron a ser una verdadera quimera que le tocó padecer esta vez al lavagnismo enrolado en Consenso Federal.

El peronismo, y encima unido, perdió escandalosamente en Olavarría siendo que pudo exhibir la visita del candidato a Gobernador, Axel Kiciloff, y la de Alberto Fernández, candidato a presidente de la Nación quien vino con la figura principal y tal vez la variable decisiva de esta elección que fue la de Sergio Massa y que le permitió al kirchnersimo volver a la presidencia de la Nación.

El kirchnerismo puro volvió a perder y uno de sus emblemas, Florencia Saintout, fue derrotada en La Plata. La influencia de Sergio Massa no alcanzó para contrapesar a esta dirigente.

Peronismo unido y vencido

Entonces, con un peronismo nuevamente derrotado pese a la unidad mostrada, y con un aparato puesto en marcha para recuperar un gobierno municipal que le es esquivo desde el ''87, Cambiemos, en su nueva versión pudo imponerse sobre el candidato de La Cámpora, encima en una ciudad que se dice peronista.

También pudo llevarse el triunfo en Saladillo, en Azul y Alvear, relegándole los municipios menos numerosos al peronismo que se quedó prácticamente con un premio consuelo de tres diputados, paradójicamente, dos que ya llevan dos renovaciones en su banca de la Cámara Baja.

César Valicenti y Walter Abarca pudieron más que todo el peronismo. Ambos hicieron lo suyo pero, a pesar de sus triunfos personales, no pudieron llevar al peronismo al triunfo. Antes bien, y por el respaldo recibido, lo terminaron colocando a las puertas mismas de una cuasi derrota.

Cabe decir que a pesar de ambas visitas de semejantes figuras, el apoyo del movimiento obrero organizado, el santellanismo, y solo había quedado fuera de semejante unidad algunos peronistas que acompañaron a Ezequiel Galli y algunos otros a José Eseverri. La inclusión de José Gervasio González Hueso tampoco resultó de gran ayuda o contrapeso de un Roberto Lavagna que se fue cayendo de a poco a medida que crecía la polarización.

Una Sección esquiva

En la Séptima Sección Electoral también ganó el macrismo-radicalismo, y el peso mediático de Elisa Carrió no alcanzó para que Juan Carlos Morán pudiera ganar en Bolívar. Es decir, la chaqueña devenida en porteña junta elogios mediáticos pero no votos.

Hernán Bertellys no solo le ganó al peronismo sino también al radicalismo de un radical disidente como Omar Duclós. Es decir, les ganó a todos para confirmar una vez más que la Séptima sigue siendo una sección electoral con prevalencia no-peronista. Aún así, Cocconi, Ralinqueo y Pisano lograron salvar al peronismo de una derrota que hubiese sido practicamente terminal. Walter Abarca logró salvar la ropa del peronismo saladillense al quedarse con una banca en Diputados que atesora desde que era prácticamente un jovencito.

No se sabe si salvó la ropa del peronismo saladillense o la suya, pero hoy ya no se puede discernir hasta qué punto un cargo es público o privado por la discrecionalidad con la que se maneja una reelección. Los candidatos eternos están a punto de ser una realidad lamentable en la política nacional.

El peronismo tenía todas las de ganar. Contaba con un candidato a presidente y a gobernador que habían aplastado al resto en las Paso, y ni con eso alcanzó para torcer el destino lastimoso del peronismo local. Volvió a perder poniendo aún toda la carne al asador.

Con el 82 por ciento de las mesas escrutadas, Juntos para el Cambio, con un dólar inalcanzable y aún con una crisis de la economía doméstica sin parangón, logró igualmente ganarle nuevamente al peronismo que, como nunca, tuvo todas las condiciones objetivas para ganar. Al parecer, fallaron los candidatos, nada más.

Ayer hubo varias noticias relevantes: el triunfo de Galli, un nuevo fracaso del peronismo "unido", y la imposibilidad de generar una alternativa independiente de una polarización que llegó para quedarse.