Karen Campos, el disparo a quemarropa que puso a Junín en llamas
La joven de 17 años intentó resistirse al robo en un comercio en 2013. Ese crimen desató una pueblada. Los dos responsables fueron condenados. Uno se suicidó en la cárcel.
“Vamos, entreguen la guita que esto es un asalto”, gritó una persona encapuchada dentro del maxi kiosco ubicado frente a la plaza de Villa Belgrano, en la localidad bonaerense de Junín.
“Tranquilo, llévate todo, llévate todo”, respondió Karen Campos, de 17 años y que por las noches trabajaba allí para ayudar en su casa mientras terminaba los estudios secundarios.
En ese momento de tensión ocurrido el sábado 9 de marzo de 2013, la joven recordó que el dueño del comercio “Carlito” había dejado en el lugar un spray de gas pimienta y una picana eléctrica. Esos elementos de defensa, en definitiva, fueron las que terminaron de condenar a Karen.
Cuando tomó la picana para repeler el asalto, recibió un disparo en la región derecha del tórax que le lesionó un pulmón y la arteria aorta, lo que la mató casi de manera inmediata. Todo delante de su madre, que estaba en el local, y la tuvo esos segundos en sus brazos.
Ya sin resistencia, el asesino, después identificado como Juan Carlos Ledesma, de 23 años, se llevó parte del dinero existente en la caja registradora del maxi kiosco, y se dio rápidamente a la fuga junto a un menor de edad que lo esperaba a pocos metros en una moto de 150 cilindradas.
Pamela, una de las testigos y compañera de trabajo de la víctima, relató tras el ataque que como en el lugar no se podían vender bebidas alcohólicas la gente se ponía violenta, y por eso tenían la picana y el gas pimienta. “Creo que Karen pensó que nos iba a matar y por eso agarró la picana”, dijo conmovida.
Un pueblo enojado
Lo que siguió después al disparo fue un caos, un “pueblo en llamas”. Aunque la Comisaría 2° estaba ubicada a unos pasos del lugar, los efectivos tardaron en llegar. “Algunos venían caminando”, contaron después los pocos testigos que estaban en la esquina de Borges y Siria. También tardó la ambulancia del servicio de emergencias, que cuando llegó ya no tenían mucho por hacer.
Cuando se confirmó que Karen había muerto, familiares, vecinos y amigos que se habían agrupado frente a la dependencia policial y la plaza, desataron toda su bronca. La escena se salió de control. Piedras y bombas molotov volaban hacia la comisaría, que respondía con unos 30 efectivos de Infantería que buscaban resistir tras sus escudos.
Un patrullero y cinco autos particulares quemados, fue parte del saldo del enfrentamiento que dejó además varios vidrios rotos de la seccional.
Ya en domingo, horas después al crimen, familiares convocaron a una marcha, la más multitudinaria de la que se tenga memoria en Junín. El paso de las horas hizo que más vecinos se enteraran y, obviamente, germinara la bronca. La marcha terminó en pueblada, con graves consecuencias arquitectónicas.
Si bien los incidentes comenzaron en la plaza Sarmiento, luego se fueron dispersando por otras partes de la ciudad de unos 100.000 habitantes. El epicentro fue el centro, donde comercios y diversas áreas del municipio, sobre todo la Biblioteca, fueron las más dañadas, junto a instalaciones del Banco Provincia y Tribunales.
Detención y condena
Un tatuaje que el asesino tenía en su mano derecha y que fue captado por una cámara del maxi kiosco, llevó a los investigadores hasta Ledesma, oriundo de la provincia de San Luis. Su detención se llevó puesto al cómplice, César “El Pelado” Fernández, que al momento del crimen tenía 17 años.
En noviembre de ese fatídico 2013, la Justicia condenó en juicio abreviado a la pena de 15 años de prisión a Ledesma por considerarlo co-autor penalmente responsable del delito de homicidio en ocasión de robo, agravado por el empleo de arma de fuego.
Luego, un Tribunal de Menores acordó una pena de 8 años de reclusión para Fernández, quien tiempo después se escapó del instituto donde estaba detenido en La Plata pero fue recapturado. “El Pelado”, murió ahorcado en 2018 mientras estaba en la cárcel de San Nicolás.
Seguir adelante sin Karen, para la familia Campos, fue todo un desafío que hoy, a más de una década del crimen y la pueblada, sigue sosteniéndose en esa joven sonrisa que les será eterna. (DIB) FD