Robaron un "tesoro" sumergido frente a Mar del Plata
El "Kronomether" había quedado varado en la costa marplatense con la caída de la Unión Soviética, en aquellos días de 1991. De repente sin bandera, navegó hasta el puerto local y por alguna razón insólita pasó más de dos décadas amarrado en el muelle de la escollera sur.
Dicen los que lo conocieron que era un barco imponente, de alrededor de 100 metros de eslora, que la gente iba a contemplar en sus momentos de paseos ociosos. Hace seis años, el Consorcio Portuario dispuso su hundimiento programado en la zona de La Restinga, con el objetivo de crear allí un arrecife artificial.
Toda esta información era conocida por los dueños de tres cervecerías marplatenses que, en el inicio de la pandemia, se decidieron a copiar una idea que ya habían tenido otros productores en distintos lugares del mundo: hundir barricas para macerar su producto en el fondo del mar y, cuando la bebida estuviera lista, comercializarla y donar lo recaudado al Museo "Lorenzo Scaglia".
Para consumar su proyecto se contactaron con la Escuela de Buceo Thalassa. También participaron de la proeza miembros de la compañía remolcadora "Mar del Plata". Así, en noviembre de 2020, ya obtenida la autorización de la Prefectura Naval Argentina, se anunció que cientos de litros de cerveza de las firmas Heller, La Paloma y Baum iban macerarse en barricas enjauladas y colocadas a 20 metros de profundidad. Y el sitio elegido finalmente fue el lecho del "Kronomether", en la propia Restinga, ubicada a 3 millas náuticas del puerto.
A fines del mes citado, el proyecto se concretó. O al menos su primera etapa. Porque la segunda, que consistía en retirar las barricas, estaba planeada para estos días de febrero y ya no podrá efectuarse debido a una razón increíble: se las robaron. Sí. Como si fuera la trama de una película de piratas ambientada entre los siglos XVII y XVIII, alguien o algunos navegaron hasta ese lugar, bucearon y evidentemente sustrajeron las jaulas en las que estaban los envases que contenían la cerveza.
Los productores locales tomaron conocimiento de lo ocurrido en las últimas horas, cuando los buzos que colaboraron con la proeza concurrieron a la restinga para colocar una boya que marcara correctamente el sitio de cara a lo que iba a ser el operativo de extracción de las barricas, programado -como se explicó- para esta semana en la que el clima se auguraba óptimo.
La sorpresa de todos los que intervinieron en el proyecto es enorme. No pueden creer lo que pasó y descartan que se haya tratado de una situación distinta, como por ejemplo que las jaulas que contenían los envases hayan sido removidas por la marea, debido a que estaban fuertemente enzunchadas y el exceso del peso no debiera haberlo permitido.
No descartan, eso sí, que se haya tratado de un hecho vandálico, ya que ese líquido que se maceraba en el fondo del océano todavía no estaba en condiciones de ser ingerido como cerveza.
"No se puede tomar esa bebida directamente de las barricas. Hay que mezclarla con otra que tenemos en tanques acá en tierra, gasificarla, y demás. Por ahí no se las robaron las barricas pero sí las quisieron extraer del agua pensando que eran otra cosa y después las dejaron sueltas y ahí la marea se las llevó", dice Juan Pablo Vincent, propietario de Baum.
Y añade: "Todos coinciden en que fue algo intencional. No lo sabemos, pero sí es evidente que alguien estuvo ahí y las soltó intencionalmente. Desconocemos con qué fin, pero ya hicimos la denuncia. Quizás si se las llevó la corriente marítima aparecen flotando por ahí en los próximos días".
Un proyecto didáctico
No se trataba sólo de una empresa alocada o grandilocuente, sino más bien de una idea comunitaria. El Museo Scaglia recibiría una donación económica para comprar elementos y herramientas para sus investigaciones proveniente de la recaudación obtenida por la venta de la cerveza tipificada como Dark Strong Ale. Y además, los estudiantes de la Facultad de Ciencias Exactas analizarían distintas texturas de materiales colocados en las jaulas, luego de que éstas pasaran tres meses en las profundidades del mar.
"Era un proyecto muy didáctico: sabíamos que se hacía en otros lugares del mundo pero nunca antes se había hecho acá y a tantos metros de profundidad. Perdimos plata pero más que nada lo que molesta es que este proyecto tenía valor sentimental y nos quitaron la posibilidad a muchos de aprender de esto", expresa Vincent, aún golpeado por lo ocurrido.
En total, en las barricas había 600 litros de líquido, que una vez macerado se iba a mezclar con otros 500 que están almacenados en los tanques de las compañías cerveceras locales. De ese "blend", como le llaman los productores, iban a quedar aproximadamente 1000 litros de cerveza para comercializar, bajo el nombre de "Kronomether", en unas 2000 mil botellas.
"No creo que le encuentren valor comercial a lo robado, salvo que sepan como tratar esa cerveza ''blendeándola'' con otra, del estilo, o con otra que vaya bien con esa base, y después la gasifiquen. Pero dudo que le puedan sacar mucho rédito económico. Y nosotros sí, pero tampoco era para nosotros, sino que era a beneficio del museo", concluye Vincent.
Luego de descubierta la extraña situación, fue radicada la correspondiente denuncia en la sede de la Prefectura y también en la Fiscalía Federal Nº 1, cuyos miembros deberán ahora investigar el caso como si se tratara de una película de piratas.
Por Bruno Verdenelli para La Capital MDP