¿Se puede extrapolar la experiencia del librero argentino en el mercado del libro español? ¿Hay un interés renovado por la literatura latinoamericana? ¿La devaluación del peso es una oportunidad para exportar literatura?

"El proyecto de La Mistral nació después de tomar la difícil decisión de dejar El Ateneo Grand Splendid. No de inmediato, pero luego de la muerte de mi abuela sentí que ya no tenía mucho que hacer en Buenos Aires. La idea de vivir en España estuvo desde siempre, aunque las cosas se dieron así, en medio de una pandemia y era eso, quedarse esperando o arrancar con todo nuevamente, y sucedió lo segundo", cuenta a Télam la escritora y librera Andrea Stefanoni desde Madrid, un día después de abrir al público la puerta del local.

Recuerda que el proyecto tomó forma en una terraza de Buenos Aires: "En una cena, les propuse a Carla D´Elia y Julián de Dios abrir una librería en Madrid. Esa misma noche empezamos a trabajar, a divagar, a pensar mil cosas y a poner plazos, porque claro, primero tenía que viajar e instalarme. Ellos estarán en Buenos Aires y viajarán periódicamente y yo llevaré adelante la librería aquí".

¿Cómo encarar un proyecto que nació de un deseo personal y al otro lado del océano, después de gerenciar durante veinte años la imponente Ateneo Grand Splendid? "La Mistral es imponente desde otro lado, tiene un estilo inglés muy hermoso, una escalera de madera y además, paradójicamente era el hall del Teatro Arenal, en el que lamentablemente hoy funciona un gimnasio. Está ubicada a una cuadra de La Puerta del Sol, a dos de la Plaza Mayor, en una calle angosta en bajada", relata Stefanoni para dar cuenta de que el cambio tiene cierto encanto.

"Y tenemos una selección de libros muy cuidada. No sé, es pura magia. No voy a comparar...La más linda del mundo siempre estará en Buenos Aires, el resto son solo bonitas", asume sobre la iniciativa que debe su nombre a la poetisa chilena y evita así la comparación más lineal. La apertura superó las expectativas: "Me interesaban sobre todo los lectores del barrio y la verdad es que fue una verdadera fiesta. Sea donde sea, la apertura de una librería debe ser una fiesta".

En abril, la librería catalana Lata Peinada, de los argentinos Paula Vázquez y Ezequiel Naya, cumplió dos años y la pandemia, lejos de aniquilar el proyecto, los llevó a potenciarlo y a sumar una nueva sucursal en Madrid. El sello se mantiene: Lata Peinada vende sólo literatura latinoamericana. "Los primeros meses de la pandemia fueron muy difíciles. Cumplimos nuestro primer año cerrados completamente y, como le pasaba a todo el mundo, estábamos sumergidos en la incertidumbre", asume Paula Vázquez, escritora, abogada y librera. Con el correr del tiempo, llegó la ayuda del Estado español para las empresas culturales y eso les dio cierto respiro para Lata Peinada, que tiene una sucursal en arcelona.

En tanto el Centro de Arte Moderno de Madrid, fundado por los argentinos Claudio Pérez Míguez y Raúl Manrique Girón, cumple 18 años y articula una librería, una galería y el Museo del Escritor. El Museo del Escritor tiene piezas de 200 autores y conserva entre 5,000 escritos y documentos. La pandemia trajo, también, flexibilidad y maleabilidad de las expectativas. (Télam. Por Ana Clara Pérez Cotten).