Bolívar: perversión, un crimen justo frente al Gauchito Gil y absolución por inimputabilidad
Una noche de enero de 2016, Analía Cabello mató a su esposo de dos tiros e hirió a su amante. Los medios hablaron de una venganza o un triángulo amoroso. En el juicio se descubrió que la mujer había sufrido violencia de género durante muchos años. Un jurado popular la declaró "no culpable por inimputabilidad".
Agencia DIB
La calurosa mañana del 5 de enero de 2016, la ciudad de Bolívar se despertó con una noticia lúgubre: una vecina había baleado a su marido y a la amante de éste. El hombre había muerto y la otra mujer estaba gravemente herida. Todo sucedió frente a un santuario del Gauchito Gil, al que los tres habían llegado en el auto del matrimonio. Se especuló con un triángulo amoroso que terminó mal, con que la mujer se había escondido en el baúl del auto para luego matar a su esposo, con que los celos la enloquecieron. La realidad se conoció en el juicio realizado al año siguiente y demostró ser mucho peor de lo que se imaginaba. En el juicio por jurados se llegó a una sentencia inédita: "No culpable por inimputabilidad".
El caso alcanzó tuvo instantánea repercusión en la prensa. No era para menos: a primera vista se trataba de un combo morboso con resonancias místicas, un crimen pasional frente al Gauchito Gil.
Reconstrucción
Los protagonistas de esta historia son Analía Cabello (39 años en ese momento), su marido Alfredo Rodolfo Schuwab (40) y María Luján Aragón (32), amante de Schuwab y expareja de su hermano.
Esa noche Schuwab conducía el Volkswagen Voyage de la familia. Salió de la casa en el barrio Los Zorzales, pasó a buscar a Aragón y condujo unos cinco kilómetros hasta el santuario sobre la ruta. María Luján había llegado desde La Pampa a pasar el fin de año, con la idea de instalarse en Bolívar.
Una vez en el lugar, ubicado en el kilómetro 401 de la ruta 226, Schwuab abrió el baúl del vehículo. Allí estaba encerrada su esposa, que salió, mató a su esposo de dos disparos en la nuca y le pegó un tiro en el rostro a Aragón.
El matutino Clarín publicaría que Analía, tras el crimen, volvió a su casa y les dijo a sus hijos: "Acabo de matar a papá". Enseguida decidió entregarse.
La mujer se negó a ser indagada por la fiscal y quedó alojada en una comisaría de Tapalqué. En diálogo con TN, la fiscal deslizó que la acusada había presenciado "situaciones amorosas" entre las víctimas. Además, confirmó que el matrimonio tenía dos armas. La pistola calibre 22 usada en el crimen solía ir cargada debajo de los asientos del auto.
Más tarde la mujer estuvo presa en la Unidad 52, la cárcel del SPB situada en Azul.
De inmediato comenzaron las elucubraciones. El abogado defensor de Cabello comentaría a El Tiempo de Azul que "los medios de prensa de Capital posaron los ojos en el hecho de la misma forma que las aves de rapiña lo hacen con sus presas. El caso había sido definido como un triángulo amoroso donde como ingredientes se conjugaban el sexo, la perversión y la muerte".
El proceso
El juicio por jurados se realizó al año siguiente, dirigido por el juez Joaquín Duba. Allí, el fiscal Cristian Citterio acusó a Cabello de "homicidio agravado por el vínculo" y "tentativa de homicidio con arma de fuego", lo que podría haber resultado en una condena a prisión perpetua. El defensor oficial Martín Marcelli planteó que el caso tenía que ser resuelto por un juicio por jurados, y que Cabello debía declarar exclusivamente ante el jurado de sus pares que le aseguraba la Constitución.
Luego del juicio, el abogado contó que su defendida vivía "una muy marcada situación de violencia de género, de violencia física y sexual. Eso fue abordado específicamente en el debate y detectado por todos los peritos psicólogos que declararon. Mi asistida tenía signos traumáticos a causa de todo eso. En su conducta hay marcados signos de haber sufrido estas situaciones. El hombre que falleció fue definido como un perverso por la perito psicóloga de la Asesoría Pericial ofrecida en el debate por la Fiscalía".
La cuestión es que no hubo un "plan asesino" de Cabello, motivado por los celos. Su esposo, con quien ella estaba desde los 15 años, ejercía una perversa dominación sobre la mujer con permanentes humillaciones. Y esa noche prácticamente la arrastró hasta el auto y la encerró en el baúl, para que luego vea cómo tenía relaciones sexuales con su amante.
Sometimiento y
"explosión psíquica"
El jurado popular escuchó la declaración de la acusada y prestó especial atención a que los dos peritos psicólogos -el oficial y el de parte- coincidieron en que Analía Cabello había sufrido una "explosión psíquica" que le impidió comprender lo que estaba haciendo. Por eso, no hizo lugar ni al pedido de condena de la fiscalía, pero tampoco al pedido de absolución de la defensa.
Marcelli aseguró que Cabello "al momento del hecho no pudo comprender la criminalidad exacta ni dirigir sus acciones. No pudo hacer algo distinto a lo que hacía porque su capacidad psíquica se vio completamente perturbada por la acumulación de estímulos negativos provenientes de esa situación de violencia física y sexual sufrida desde hacía mucho tiempo. Una situación que aquel día fue llevada al extremo de ser metida en el baúl de un auto por su marido para que la observara mientras el hombre mantenía relaciones con quien había sido su cuñada. Ella estaba desde los quince años con él. Y cuando vos estás sometido física y psíquicamente hacia una persona durante 25 años, el otro tiene un control y dominio casi absoluto. Pero en un momento hubo un quiebre por parte de ella, que se convirtió en el único mecanismo de defensa. Y fue tan intenso que le provocó esto".
Tras cuatro largas horas de deliberaciones (con un pedido de aclaraciones en el medio al juez acerca del alcance de la inimputabilidad), el jurado declaró a Cabello "no culpable por inimputabilidad" por primera vez en la historia de la provincia de Buenos Aires. La absolución para la mujer se tradujo, al mismo tiempo, en que recuperara la libertad y en que pudo asistir al acto de graduación de uno de sus hijos.
Tras el juicio, su defensor aseguró que Cabello "nunca había usado un arma en su vida. No fue algo razonado ni lógico ni esperable. Ni por ella ni por quien era su marido. Él fue quien la metió en el baúl del auto y él fue el que lo abrió después". Y admitió que "todavía hoy ella no tiene muy claro muchas cosas que sucedieron, esa es la realidad. Las dice porque se las cuentan, pero no porque ella pueda recordarlas. Sufrió y sigue sufriendo". DIB