Bolivia, exactamente desde el 29 de noviembre de 2023 ha destronado a la Argentina, como la 2da economia nacional con mayor RIESGO PAIS del continente americano, y no solo de Latinoamérica. En esa fecha Argentina tenia un indicador de 2.203 puntos, y nuestro país lo superaba con un valor de 2.046 puntos de riesgo país. Si bien desde ahi hasta la fecha, Bolivia en la gran parte tuvo este índice por encima  o mayor al de este país vecino, durante el 7 al 14 de febrero de 2024, Argentina recuperaba temporalmente el segundo puesto, al tener una mayor calificación (negativa) respecto a Bolivia.

Mas allá que la tendencia se va a mantener hasta fin de año, es decir ser despues de Venezuela la nación con mayor riesgo país del continente, Bolivia desde que ocupaba este segundo puesto, su mayor índice fue el 4 de septiembre de 2024 con 2.328 puntos, mucho mayor al 26 de junio (2.027 puntos), el día despues de la tomar militar en la sede de gobierno.

Al 19 de noviembre de 2024, nuestro riesgo país es de 1.945 puntos, lo cual indica a los inversionistas extranjeros e internacionales que nuestra deuda externa tiene poca certeza o certidumbre que será "honrada" o cancelada de manera oportuna y sostenible cuando se venza el plazo correspondiente, como el caso de nuestros bonos soberanos 2025 y 2026. En todo caso, si un capitalista, prestamista o inversionista externo quisiera prestar y/o invertir en la economía nacional, pública o privada, exigiría (sobre todo al estado boliviano) casi un 24% de rendimiento o prima de riesgo.

Es evidente que estos indicadores de evaluación de riesgo crediticio y de inversión han desmejorado y sido negativos para la economía boliviana, principalmente en los últimos 2 años, como consecuencia principal de un déficit público de más de 10 años consecutivos, que han reducido al mínimo sus RIN debido tambien a la caída de la exportación de hidrocarburos, con serias consecuencias, además de las fiscales, comerciales, cambiarias y monetarias. 

La cara mas visible de esta crisis multidimensional, es la falta de carburantes, escasez de dólares y una inflación creciente, que sumado a los serios conflictos políticos y sociales restringe la llegada de inversión extranjera, lo que se traducirá posiblemente en un menor crecimiento económico y mayor pobreza.