Sabemos que hoy, en medio de tantos problemas y abandono posiblemente sea difícil encontrar motivos para festejar, pero desde hace 476 años, cada 20 de octubre, La Paz se viste de gala para recordar su fundación, momento trascendental en su historia, un hito que marcó su destino y que posteriormente tuvo énfasis en su rol protagónico para el País. Esta fecha no solo nos recuerda el pasado de valentías y sacrificios de sus habitantes, sino que también nos motiva a mirar hacia el futuro con esperanza y orgullo. Ser paceño es más que una cuestión geográfica; es formar parte de una rica herencia cultural, una vibrante vida urbana y un espíritu indomable que se manifiesta en cada rincón. 

En la efemérides, La Paz no solo es un escenario de historia, sino también un lugar de dinamismo y transformación. Hoy en día, la ciudad enfrenta retos contemporáneos, desde el desarrollo sostenible hasta la defensa de la identidad cultural frente a la globalización. Sin embargo, estas dificultades también son oportunidades. La Paz es un lugar donde la resiliencia de su gente se traduce en innovación y creatividad, donde cada idea y cada proyecto tiene el potencial de florecer. La implementación de iniciativas ecoturísticas y urbanas en el municipio es un testimonio del compromiso de sus ciudadanos con un desarrollo que respete y valore su entorno.

Pero ser paceño es también disfrutar de una diversidad cultural sin igual. En sus calles se entrelazan las tradiciones ancestrales con la modernidad, creando un paisaje urbano donde cada mercado, cada plaza y cada festividad cuentan una historia. La gastronomía, el arte, la música y las danzas, desde la morenada hasta los caporales, tienen un lugar preponderante que refleja la riqueza de nuestra identidad. La Paz tiene algo único que ofrecer: un sentido de pertenencia que unifica a todos sus habitantes, sin importar su origen.

En este contexto, invito a mis conciudadanos y a quienes visitan nuestra amada ciudad a que celebremos el orgullo paceño. La Paz no es solo una ciudad en los Andes; es un símbolo de lucha y perseverancia. Aquí, el aire que respiramos nos llena de sueños y esperanzas; aquí, cada persona tiene la fuerza para contribuir al crecimiento y la grandeza de nuestro hogar. 

En este 20 de octubre, recordemos que ser paceño es ser parte de una comunidad extraordinaria, donde la historia nos enseña y el presente nos invita a seguir adelante con mayor determinación. Sepamos valorar lo que tenemos y luchemos por un futuro brillante para nuestra La Paz. Después de todo, en sus montañas se guarda el eco de nuestros antepasados, y en sus calles resuena la historia que seguimos escribiendo cada día. ¡Viva La Paz!