Entre esas recomendaciones se destaca un punto, tan sintético como claro: "No use la tecnología como un chupete electrónico; los dispositivos pueden ser muy efectivos para mantener a los niños tranquilos y callados pero no debe ser la única forma en que aprendan a calmarse; los niños necesitan que se les enseñe cómo identificar y manejar las emociones fuertes".

"Es importante lo que dice la recomendación sobre no usar la tecnología como chupete electrónico. Basta con subir a cualquier transporte público y observar a los chiquitos, todos están con un celular en la mano, cuando la recomendación es que no los utilicen antes de los 2 años", ejemplifica, desde la secretaría de la Subcomisión de Tecnologías de Información y Comunicación de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), la doctora Paula Otero.

La idea de estas recomendaciones es ayudar a las familias a gestionar mejor el uso de los dispositivos digitales y evitar los problemas que vienen advirtiendo en sus consultas, ya que interfieren directamente con el bienestar físico, psíquico o emocional de los menores.

"La tecnología es un tema que cada vez más se trata en la consulta pediátrica. Y una de las cosas en las que hacemos énfasis es predicar con el ejemplo. Poner reglas y respetarlas. Por ejemplo, a la hora de comer, se apagan los dispositivos. Separar horas de ocio y horas de estudio. Buscarle la vuelta para que los chicos también jueguen otro tipo de juegos, que a veces es lo más complicado", añade Otero.

El abc de estos consejos es partir de una premisa simple: aplicar a las pantallas y los entornos digitales las mismas pautas de crianza y sentido común que se aplican en los entornos reales.

Cada familia debe hacer su propio plan de uso. Los pediatras estadounidenses sugieren que cada familia haga su plan de uso de dispositivos, acorde con sus valores y su estilo de crianza, pero de una manera racional. "Cuando se usan de forma adecuada y cuidadosa, los dispositivos pueden mejorar la vida diaria. Pero cuando se usan en forma inapropiada o no planificada, la tecnología puede desplazar muchas actividades importantes, como la interacción cara a cara, el tiempo familiar, el juego al aire libre, el ejercicio, el tiempo de inactividad desconectado y el sueño", dice el manual.

Trate la tecnología como lo haría con cualquier otro entorno en la vida de su hijo. La Academia de Pediatría destaca que en el mundo virtual se deben aplicar las mismas pautas de crianza que se utilizan en los entornos reales. "Pongan límites, los niños los necesitan y esperan. Conozca a los amigos de sus hijos, tanto a los amigos on line como los offline. Sepa qué plataformas, software y apps están utilizando, qué sitios visitan en la web y qué hacen en línea".

Establezca límites y estimule el tiempo de juego sin dispositivos. El uso de los dispositivos tecnológicos, como todas las demás actividades, debe tener límites razonables. El juego no estructurado y fuera de línea estimula la creatividad. Haga que el tiempo de juego desconectados sea una prioridad diaria, especialmente para niños muy pequeños, dice el documento. Tecnología no debe ser sinónimo de soledad. Los pediatras de la AAP recomiendan compartir con los hijos las actividades online, como los juegos. Esta es una buena forma de fomentar el diálogo, las interacciones sociales, el vínculo entre padres e hijos y también el aprendizaje. Los pediatras recomiendan que el rol de los padres no se limite a monitorear qué hacen los chicos con los dispositivos, si no que compartan esa experiencia con ellos.

Dar el ejemplo. Por otra parte, los pediatras recuerdan a los padres que los niños son excelentes imitadores, de modo que la mejor forma de enseñarles buenos modales y hábitos digitales es ejercer como modelo y limitar su propio uso de las pantallas, lo que además permitirá que interactúen y jueguen más en familia. En esta línea, aconsejan crear espacios sin tecnología, como las comidas y reuniones familiares y los dormitorios para evitar la tentación de usar los móviles mientras están conversando, comiendo o durmiendo.

Limitar el acceso a la tecnología de los más pequeños. La recomendación de la AAP es evitar los medios digitales (a excepción de las videoconferencias con familiares) con los niños menores de 18-24 meses "porque aprenden mejor con las conversaciones bidireccionales y cara a cara que interactuando de forma unilateral con la pantalla". Para los niños en edad preescolar, entre dos y cinco años, su propuesta es un máximo de una hora de uso "de alta calidad", es decir, con programas apropiados para su edad y realmente educativos.

Además, recomiendan fijar como prioridad diaria un tiempo de juego desenchufados, sin dispositivos, para permitir que aflore la creatividad.

En cuanto a los adolescentes, los pediatras aseguran que es bueno para su desarrollo mantener relaciones en línea para descubrir más sobre ellos mismos y sobre su lugar en el mundo. Pero aconsejan a los padres que se aseguren de que se comportan de forma adecuada y les recuerden la importancia de la privacidad, de la identidad digital que van formando, así como de los peligros del sexting, los pederastas o el ciberacoso.

En su guía, la AAP también recuerda que "los niños, son niños", de modo que van a cometer errores al usar los medios digitales, y los padres deben manejar esas situaciones con empatía, pero al mismo tiempo estar atentos a los comportamientos digitales de sus hijos, porque pueden dar pistas de problemas futuros y conviene detectarlos y solicitar ayuda a tiempo.

Un mito

Está comprobado que la creencia en que una persona nacida en la era digital tiene más capacidades cognitivas es un mito.

El uso de los dispositivos electrónicos -smartphones, internet, redes, tablets, computadoras- abre posibilidades extraordinarias: conexión social, entretenimiento y un medio para poder acceder, valorar, producir, presentar e intercambiar información. Lo que no nos da es el criterio para analizarla, valorarla o criticarla. Aquí entramos en el territorio de la educación, que es una cuestión profundamente humana, no tecnológica. Decía el genial Steve Jobs: "lo que no funciona con la educación, no se arregla con la tecnología".

Volviendo a los niños: sabemos que los adultos vivimos "momentos de tranquilidad efímeros" cuando los chicos están moviendo párpados y dedos frente a las pantallas. El tema son los límites.

Es que esa avalancha de información avasalla y perjudica su atención. La hace saltar de un lugar a otro. Al enfocar y desenfocar pierde eficacia, gana en superficialidad y no queda nada en la mente.

Pero no hay que desesperar sino gestionar y establecer límites del "tiempo de pantalla" de acuerdo a la edad. Nada hasta los 2 años. Luego una hora por día hasta los 5. Y, poco a poco, si ven a sus hijos activos, saludables, buenos alumnos, sociables, felices y contentos estarán a salvo de ser niños fosilizados y podrán dejarlos más tiempo conviviendo con esa herramienta impresionante que es la tecnología.