Damián Dumerauf

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El último pitazo de Juan Pablo Pompei fue el pasado viernes 11, en La Fortaleza, donde dirigió por última vez. Luego de prácticamente dos décadas en la elite del fútbol argentino, el árbitro olavarriense "colgó el silbato" y cerró una etapa que tuvo su inicio en el fútbol grande en el borde de los 2000.

Entre aquel Colón - Argentinos (19 de diciembre de 1999, en la última fecha del "Apertura") y este Lanús - Atlético Tucumán (11 de mayo de 2018, en la fecha final de la Superliga) pasaron muchas cosas. Una extraordinaria cifra de partidos dirigidos, y muchísimas sensaciones por haber sido la última vez.

-¿Cómo viviste el cierre de un ciclo?

-Todo tiene un final; yo ya hacía un tiempo bastante largo que lo venía manejando; o mejor dicho haciéndome la cabeza que después de los 46 años sabía que eso iba a llegar. Pero tal vez, por algunos movimientos que hubo en AFA, se fueron dilatando las cuestiones.

A fines de 2016, cuando ya había cumplido los 48, legalmente era mi final. Pero asumió Horacio (Elizondo) y me dijo ''quiero que te quedes 6 meses más, y si andás bien en esa temporada, te quedás otra más''. Y así fue porque jugué todo el 2017, y en este año lo hablamos en la pretemporada. Ahí me dijo que ya estaba, que más no me podían pedir.

Todavía tengo la alegría de todo lo que me pasó el viernes; los reconocimientos y los saludos. No me cayó la ficha porque se terminó el campeonato. Distinto hubiera sido si se seguía jugando, ya que todos los martes había que entrar a ver las designaciones.

El clic de algunas actividades sistemáticas que uno tenía va a llegar en agosto, cuando no tenga que entrar más a la página de AFA a confirmar las designaciones. Pero también me fui acostumbrando, ya que busqué hacer cosas en este tiempo para mentalizarme de que esto se terminó; empieza otra etapa. Hay otra vida. Entonces, esa pequeña depresión no me ha tocado.

-¿Cómo fue el proceso?

-Yo lo manejé íntimamente. Cuando me designaron el partido de Boca (ante Newell''s), Horacio Elizondo me mandó un emotivo mensaje. Me dijo ''sos mi mejor soldado'' y me confirmó ese partido. Además, hablamos de otras cosas en ese momento y me aclaró que vaya pensando en el retiro, tal como lo habíamos hablado en la pretemporada.

Natalia (su esposa) estaba conmigo, entonces lo escuchó. Y ese mensaje lo tienen 3 o 4 amigos; ahí le dije a Horacio que me dejara disfrutar ese partido, y que desde ahí iba a pensar en mi último partido. Así fue, ya que en el medio hubo otros partidos, y en la previa a la última fecha lo llamé y le dije que me diera cualquier partido, siempre y cuando sea en Buenos Aires, porque quería disfrutarlo con mi familia y algunos amigos.

El mismo lunes me dijo que iba a jugar Lanús - Atlético Tucumán. También me llamó el presidente (Nicolás Russo) y me dijo ''vení con la gente que quieras, es un orgullo y un honor para nosotros que hayan elegido ese partido''. Así fue la historia, así se cerró, aunque el clic final llegará después del Mundial, cuando se juegue la primera fecha.

Veremos qué depara el destino, aunque por el momento mi paranoia sigue porque ya salí a correr, aunque habrá que esperar algunas cuestiones que se tienen que resolver en cuanto a mi futuro.

-¿Ya sabés qué vas a hacer?

-Hay 10 mil versiones, aunque nada confirmado. De acá (LFO) nunca tuve ningún llamado, de AFA sí. Me gustaría, lógicamente, porque es mi proyecto. Por ahora vamos a esperar para ver cómo se van dando las cosas.

-¿Cómo fuiste procesando ese último partido?

-Era un partido normal, sin grandes cosas en juego. Miré las formaciones, y me di cuenta de que iba a ser un partido tranquilo. Mi idea era ir el día anterior con la familia, pero había un problema en el hotel, con lo cual viajé el mismo día del partido, y lo disfruté mucho.

Recién hice el clic a los 88'', ahí empecé a hacer un viaje por la cabeza, porque era lo último. Y justo viene la jugada del penal; el partido estaba planchado y solamente era esperar el final. Después sí pasó lo que se vio en las cámaras; más que la emoción fue un agradecimiento y un reconocimiento. No mucho más que eso, aunque eso me emocionó.

-Ahí las cámaras estaban con vos...

-Sí, ahí sí. Aunque los medios en general no hablaron mucho. Se hablaba de que se retiraba (Federico) Beligoy, pero de mí no habían dicho nada. Sólo había algunos dichos en función de los comentarios que se vienen hablando. Además, en la previa me entregaron dos plaquetas, una de AFA y otra de Lanús; después vino un amigo y se empezó a correr la bola.

Por eso vino la transmisión oficial; aunque yo siempre quise eso. Quería que mi partido sea en la intimidad; lo mantuve en reserva hasta el viernes. Ahí, cuando paré a desayunar en Monte, vi que Gogui (Gabriel Rosatto) había subido una foto, y sabía que iba a explotar el teléfono. Así fue, pero obviamente que estoy agradecido. Fue tremendo.

-¿Hoy todo eso se puede disfrutar?

-Yo siempre lo disfruté, aún en los malos momentos. La prensa de Buenos Aires me trató mal, pero a mí me reconforta el afecto que me brindó la gente en Olavarría. No tengo de qué quejarme, soy un tipo muy agradecido. Cuando falleció papá me di cuenta de lo que habíamos sembrado; logré hacer lo que me gustaba, lo que soñaba, y encima me pagaron. Por eso las críticas me entraban, pero yo las tomaba para mejorar en mi carrera.

-Igualmente las tarjetas siguen dando vueltas en la casa...

-Yo pensé que esto no se transmitía en la sangre, pero parece que sí. Valentín (su hijo) es una persona muy especial; yo siempre digo que es el vivo retrato de mi viejo. Yo lo veo caminar y es la estampa del Toto, y en su carácter ni hablar.

El ya venía con ganas desde los 14 años; aunque por un tiempo no insistió más. Pero yo estuve en la Liga el año pasado, se abrió la inscripción al curso de aspirantes y él se anotó. Yo tuve unas diferencias, me fui, pero Valentín siguió. Anda bien, le gusta, y tiene todo el camino; ojalá José María (su hermano) y yo hubiéramos tenido el físico de él.

-¿Qué puntaje le ponés a tu carrera?

-Yo creo que aprobé largamente; entre un 7.50 y 8. Porque me lo hace sentir la gente, los jugadores, los dirigentes. Algunos decían ''es el peor árbitro de la historia'', pero 20 años no se está porque sí. Después, sabemos que a lo largo de la carrera el árbitro tiene que tener suerte. Yo nunca di mal la prueba física, no tuve grandes lesiones y salí bien de partidos importantes. El filtro es muy grande, aunque algo tuve para tener 20 años en Primera.





"En la previa sentí ganas de dirigirlo" 

Pompei, y la Promoción entre River y Belgrano

Juan Pablo Pompei habló de las buenas y malas, ya que el árbitro convive en muchos casos con el error; pero también se refirió al duelo de la Promoción entre River y Belgrano, donde estuvo cerca de ser el árbitro aunque finalmente lo dirigió Sergio Pezzotta. Además, se refirió a su etapa como juez internacional.

-¿Cómo se trabaja cuando sabés que te salieron todas, pero también cuando no sale nada?

-A mí cuando me va mal, prefiero parar. Ahí me quedo en casa, para ponerme en caja; miraba los errores y entrenaba. Desde allí me enchufaba otra vez, era como mi terapia. Pero en esa semana, sobre todo si había estado mucho en los medios, yo no quería dirigir.

-¿Cómo fue la etapa como internacional?

-Fue muy linda, estuve mucho arriba del avión; y estaba poco en casa. Me quedó la espina de no haber podido pelear por un Mundial; esa es la única deuda pendiente aunque tuve dos monstruos que fueron Elizondo y Baldassi. Conocí toda Latinoamérica, fui a un Sudamericano, y estuve tanto en Copa Libertadores como en la Sudamericana. Había muchos árbitros de nombre, y entonces era difícil que se jugaran por uno nuevo. Siempre para los partidos importantes querían a Elizondo, Sánchez, Martín, Giménez... eso nos fue relegando.

-¿Te quedó pendiente el Boca - River? ¿Cómo fue la historia de River - Belgrano, en la Promoción?

-El Boca - River por ser lo que es. Y en cuanto a ese River - Belgrano yo no sé qué hubiera pasado si me tocaba; el fútbol es un deporte ilógico, y si me tocaba a mí tal vez el partido salía totalmente distinto.

El lunes previo nos fuimos a San Pablo con Sergio Pezzotta, Casas y Maidana, a la final de la Copa Libertadores. El iba de árbitro, y yo como cuarto. Cuando ya estábamos llegando me llamó Marconi y me dijo ''dirigís la vuelta de Belgrano - River, no digas nada''. Después ya empezaron a decir que era Pezzotta o Pompei, estábamos con Sergio y nos mirábamos.

Dirigimos en San Pablo, volvimos y nos llamó Marconi. Ahí quedó definido que dirigía Pezzotta, mientras que a mí me tocó un partido de la B Nacional. No sé qué hubiera pasado si me tocaba a mí; antes del partidos te digo que me hubiera gustado dirigirlo, después no por lo que pasó. Quedó en la historia, aunque en la previa sentí ganas de dirigirlo.




Juan Pablo Pompei y 13 respuestas 

Sin tiempo a pensar, pero con datos frescos como si hubieran pasado en el corto plazo, Juan Pablo Pompei respondió sobre momentos importantes, o datos que tuvieron que ver con su carrera como árbitros dentro del fútbol argentino.

-El primer partido...

-El primero oficial en Olavarría fue de juveniles entre Muñoz y Santa Luisa; en Primera de Olavarría fue Sierra Chica - Loma Negra, en cancha de Sierra Chica en 1993. En primero en Nacional ''B'' fue Olimpo - Aldosivi, en 1996; y en primera división me tocó Colón - Argentinos, en 1999.

-¿El último fue el viernes 11?

-Yo creo que sí, no quiero llevarme ninguna sorpresa. La ropa está preparada, aunque espero que Lanús - Atlético Tucumán haya sido el último. No hay partido homenaje, nada por el estilo. El silbato ya se colgó.

-La primera roja...

-El segundo partido, Ferro - Chacarita. Fue en Caballito, un lunes a la noche, un codazo clarísimo.

-El primer penal...

-Fue en uno de los primeros partidos, Unión - Independiente, en Santa Fe. Ganó Unión 3 a 1.

-Los mejores compañeros...

-Acá no puedo dejar de nombrar a Ricardo Bettiga y a Daniel Cerdera, con quienes compartí muchísimo. A nivel nacional, Sergio Pezzotta. Después tuve un grupo muy bueno de jueces de línea como Roberto Moyano, Roberto Reta, Marcelo Aumente, Julio Castellano y el negrito (Walter) Velaz.

-Un técnico...

-Gregorio Pérez. Fue un técnico al que le tenía muchísimo respeto y afecto, ya que hablábamos mucho. Nos encontrábamos siempre, un tipo extraordinario. Igualmente tuve buena relación con casi todos, salvo con el ''profe'' Córdoba por un entredicho que tuve que fue muy recordado.

-Un jugador...

-Para mí, los dos mejores jugadores que dirigí fueron Juan Román Riquelme y Sebastián Verón; dos tipos distintos desde todo punto de vista. Me faltó dirigir a Messi y a Maradona, aunque para Maradona tantos años no tengo.

-El más picante...

-El más bravo, aunque no tuvimos grandes encontronazos, fue el Coco (Horacio) Ameli. Era difícil, porque hablaba mucho, al igual que (Roberto) Trotta. Pero más Ameli que Trotta.

-El partido que más recordás...

-Son varios. Acá una final entre Ferro e Hinojo, que Daniel (Lovano) creo que me puso un 9. El primer Central - Newell''s (18 de abril de 2004), que ahí anduve muy bien. Y un partido donde recuerdo que mi hermano me llamó porque lo había escuchado decir a Víctor Hugo que había sido el mejor arbitraje del año: fue Vélez - Instituto. Esos fueron los mejores, y dentro de los últimos yo me vine muy conforme el día que dirigí Aldosivi - Olimpo, el año pasado.

-Uno que tenés que borrar sí o sí...

-Un Central - Chacarita, previo al corralito de 2001. Y un Arsenal - Boca, en Sarandí, cuando dirigía (Alfio) Basile. Ese día fue un desastre; ahí no quería dirigir más.

-El partido que más disfrutaste...

-Un partido de Eliminatorias, donde fui de cuarto. Los tres Central - Newell''s, porque es algo bárbaro; tuve la suerte de disfrutar el Boca - River de cuarto, nunca de principal si bien estuve a punto, pero yo creo que después de ese el clásico más apasionante es el de Rosario porque se divide la ciudad en dos, no se habla de otra cosa. Vivir esa adrenalina es apasionante, y me tocó en las tres veces con público de los dos equipos.

También me tocó en Copa Argentina un Talleres - Belgrano, donde había muchísima gente. Fue hermoso, y estuve también en un amistoso. Salía gente de todos lados.

-Un estadio...

-El Azteca, por lejos. El Morumbí es una estancia; no llegás nunca de área a área. El Maracaná, también, aunque me quedo con el Azteca por la modernidad; tenía cosas que no se veían. En sí el DF es demasiado grande, como San Pablo.

-Lo más curioso...

-Fuimos a dirigir a Ecuador, y fue un viaje con distintas experiencias. Salimos de Guayaquil, con calor y remeras, y llegamos a 4550 metros de altura, donde jugaba el Olmedo. Había nieve, fuimos a pasear por el pueblo y ahí todo el mundo con ponchos.

En ese mismo viaje probamos el chancho frito; lo hacen en un tambor de 200 litros y lo comen tipo sándwich, ya que untan el pan con la grasa del cerdo. Y después comimos tomate como postre, ya que en Ecuador es una fruta.