"Lo mejor que pueden hacer los chicos argentinos es instalarse en España, porque allá el pádel es una locura".

Cuando Miguel Lamperti tomó por primera vez entre sus manos una paleta, a fines de la década del ''80, el pádel era un fenómeno social que atravesaba todas las capas de la sociedad argentina y se había convertido en el segundo deporte más practicado del país, detrás del fútbol.

Los clubes reconvertían sus instalaciones. Por caso, en Olavarría, Estudiantes tomó la decisión política de transformar el Minigimnasio en un complejo de pádel; cada club de barrio, cada sociedad de fomento buscaban doscientos metros cuadrados donde sumarse, porque también representaba una fuente segura de recursos.

En ese tiempo, que la mayoría de los pibes argentinos que hoy juegan en el circuito no conocieron, se formó el bahiense que se fue del país con el crisis de 2001 a Brasil, y desde 2006 está radicado en España. Allí, a fines de 2019 se casó con Noelia, una chubutense de Rada Tilly.

"Hicimos todo para que ella no tenga problemas con los papeles de la residencia, y en el próximo viaje vamos a ver si hacemos un tiempito y podemos casarnos acá, en la Argentina, para compartirlo con nuestras familias" anticipó.

Sus días de vacaciones transcurren en descanso y exhibiciones en distintos puntos del país (anoche participó de una, en Buenos Aires), y estará el 1 de febrero en Las Terrazas, junto con "Fede" Chingotto, Cristian Gutiérrez y Maxi Sánchez Blasco, tomar el vuelo de regreso a Madrid el 10.

Miguel se refirió a la irrupción de nuevas figuras del pádel argentino en el circuito que tiene como epicentro la península ibérica, caso Chingotto, Tello y el catamarqueño Tapia.

"Lo mejor que pueden hacer es instalarse en España, porque allá el pádel es una locura y te da la chance de poder vivir de este deporte, cosa que en la Argentina es muy difícil" afirmó.

La nota completa en la edición impresa de El Popular.