Daniel Lovano / dlovano@elpopular.com.ar

Extenuada, acalambrada, feliz, emocionada. Brenda Medina llegó el pasado sábado a la Playa de los Palistas, en la costanera del río Negro de la ciudad de Viedma, después de recorrer una tras otra las siete etapas de la mítica Regata Internacional del Río Negro.

Cumplió la meta que se habían fijado cuando el tandilense Santiago Teru le propuso embarcarse en esta aventura, y con el último pedido en vida de su mamá, su fiel compañera desde que empezó canotaje en el Club Estudiantes, antes de despedirla el pasado 24 de diciembre.

Brenda y Santiago quedaron novenos en la categoría K2 - mixto en un tiempo especial de esta tradicional prueba. Fue fiscalizada por primera vez por la Federación Argentina de Canoas (FAC) y tuvo un récord de inscriptos: se anotaron 134 embarcaciones y 226 palistas para la 43ª edición.

"A mí me encanta esta carrera, me emociona. Es la más larga del mundo, la más difícil, y ha cambiado mucho en los últimos años. Antes había más descansos y ahora es más intensa. La primera etapa son 40 kilómetros, al otro día 60, el día de descanso parece que es peor. Uno se va agotando día a día, hay menos fuerzas, pero a medida que se acerca la meta todos queremos seguir corriendo" comentó.

Fue su segunda experiencia. "La había corrido con Coty (Martínez) en 2016 y la ganamos, pero esta fue diferente, porque no llegué con una preparación como aquella vez, y porque la carrera también fue distinta" contó.

La primera etapa se largó el sábado 12 de enero, en la Isla Jordán, frente a las costas de Cipolletti, y se cerró en Paso Córdova, a la altura de General Roca.

"No tuve mucho entrenamiento, porque volví a remar seis meses atrás. Los primeros dos fueron una especie de preparación para soportar el entrenamiento, porque no era bueno hacer todo de golpe. Hace tres meses empezamos con un trabajo más intensivo, sumando kilómetros por semana, trote, gimnasio para estar de la mejor forma posible el día de la largada" confesó.

La travesía ofrece otro tipo de atractivos. "Es hermoso correr y al mismo tiempo contemplar el paisaje, que además cambia mucho de etapa a etapa. En la salida hay bardas, es todo rojo, hermoso; en la segunda muchas plantas; después mucho campo, mucha estancia y casi no se ve presencia humana. El río también va cambiando un montón" describió.

Entonces, Brenda reveló cómo fue que se dio el regreso a la actividad y nada menos que en esta carrera: "No elegí yo a mi compañero, sino que él me eligió a mí. Un día fui un día a remar y a tomar mate, y me dijo ''corremos la Río Negro''. Y automáticamente le dije que sí. Al otro día empecé a entrenar".

"Ambos sabíamos que iba a ser muy difícil ganar. Eramos la única dupla que no se formó en el río. Participaron campeones mundiales, palistas de Europa, de la selección. Fuimos a terminarla, fue la primera de mi compañero, la primera mía después de mucho tiempo. Terminamos muy contentos igual" acotó.

En cada etapa el río fue proponiendo distintos acertijos naturales. "Es muy cambiante. Al principio la corriente te lleva mucho y uno cree que siempre va a ser así, pero no. Hace remolinos. Algunos aconsejan que hay que tomarlo por la orilla, otros dicen ''partilo al medio'', y son cosas que se van viendo. Hay etapas muy peligrosas, como la segunda, con plantas caídas que no se ven. El río se van descubriendo a medida que transcurre la competencia" analizó

El físico tampoco respondió siempre del mismo modo. "En la quinta etapa mi compañero levantó temperatura y quiso largar igual; en la cuarta etapa estuve muy descompuesta, porque el agua está muy contaminada" precisó.

La mano dañina del hombre fue que castigó al organismo de Brenda. "Dicen que lo del agua tiene que ver con la producción de petróleo. Pero también se ven camiones depositando porquerías. Ojalá que esta carrera al menos sirva para tomar conciencia de que no se puede dañar tanto al río. No estaría bueno llegar al extremo de decir un día que no tenemos más agua potable en el Río Negro" advirtió.

Uno a uno, esos obstáculos se fueron superando. Con ayuda de afuera, a veces: "Lo más lindo de todo fueron las llegadas, en todas las etapas. La gente se puso al lado del corredor, nos ayudaron. Por ahí no nos podíamos parar de lo acalambrados que terminábamos, y sin conocernos nos alcanzaban el agua, nos ayudaban con la pala, se ponían al lado para que nos agarráramos de ellos. Fue increíble".

Esta Regata Internacional del Río Negro lleva al físico y la mente al extremo. Pero una vez cumplido el objetivo, en la misma Playa de los Palistas, Brenda no pensó en otra cosa que en retornar, cuando dentro de un año cientos de embarcaciones vuelvan a intentar el cruce de la Patagonia a todo lo ancho sobre el agua.

"Una llega y a pesar del cansancio, de los calambres, del agotamiento lo primero que quiere es correrla de vuelta. La primera vez que la corrimos con Coty (Martínez) no la habíamos terminado y ya estábamos visualizando la próxima. Yo tuve algunos problemas familiares; ella se fue a estudiar a La Plata, después fue mamá, formó una hermosa familia y no se pudo dar. Pero no va a faltar oportunidad", cerró.