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Pocas horas quedan para el cierre de "mercato" de invierno. Punto final para las historias o las novelas que todos los años tienen como actores centrales a los grandes clubes europeos, y el irresistible poder de seducción que emana de la sobreabundancia de Euros para seguir fortaleciendo a sus planteles.

Este año, a ningún futbolista en el viejo continente le salieron más "novias" que a las últimas dos perlas del Ajax de Holanda: Frenkie de Jong y Matthijs de Ligt. Una novela terminó con "final feliz", la otra seguirá generando ríos de tinta y minutos en los medios deportivos que cubren las cinco grandes ligas (España, Italia, Francia, Alemania e Inglaterra).

El viernes los dirigentes de Barcelona viajaron rumbo a Holanda, pusieron 86 millones de euros sobre la mesa y se llevaron a Frenkie de Jong, por quien suspiraron el último semestre PSG, Bayern Munich, Manchester City y Juventus. Desde junio se pondrá la misma camiseta que Leo Messi.

Volante mixto flaco, alto, rubio, talentoso y precoz. Nació el 12 de mayo de 1997 (tiene 21 años), mide 1,81 metros, debutó en la primera del equipo de la colectividad judía de Amsterdam el 10 de mayo de 2015, casi con 18 años, pero con 17 al fin. Pasó por todas las categorías de la selección holandesa y debutó en la naranja mayor el 6 de septiembre de 2018, ante Perú.

La novela que aún resta resolver es la de Matthijs de Ligt. Lo quieren el Manchester United, el City, el Barcelona y la Juventus.

Más alto (mide 1,91), igual de rubio y más precoz que Frenkie de Jong, tiene 19 años (12 de agosto de 1999), debutó en la primera del Ajax el 8 de agosto de 2015 (sacar la cuenta), fue capitán a los 18 e hizo su aparición en la selección mayor a los 17, el 25 de marzo de 2017, frente Bulgaria, por las eliminatorias para el Mundial de Rusia.

Pedro De la Vega -no por una cuestión física- parece un jugador formado casi bajo las estrictas normas de laboratorio de la cantera del Ajax, y no en las necesitadas divisiones inferiores argentinas. Un talento natural acompañado con la excelencia en los conceptos básicos (pase y el control), desarrollo físico, madurez emocional y decisiones apropiadas para cada momento del partido.

Lo sacó Luis Zubeldía del observatorio al que lo había confinado Ezequiel Carboni, y nueve partidos en la primera de Lanús fueron suficientes para convertirlo (con apenas 17 años) en la más esperanzadora aparición del fútbol argentino desde los líderes de la generación 1985/88.

Jugó en Lanús y se puso la camiseta de la AFA en este Sudamericano de Chile con la misma naturalidad con que gambeteaba a sus desprevenidas compañeras en el patio de la Escuela Normal, la metía todos los sábados en las inferiores de Ferro, o como si lo invitaran sus hermanos a tirar paredes con la camiseta de Villa Floresta en el campeonato de Colonias y Cerros.

En el Sudamericano Sub 20 tuvo un buen debut contra Paraguay; fue titular y redondeó un aceptable primer tiempo frente a Ecuador; jugó media hora brillante en la "final" con Uruguay y viene de hacer un partido fabuloso con Perú. Ultimamente bajo presión, con la clasificación al Hexagonal coqueteando con que sí, o con que no.

Los medios europeos destacaron su participación frente a los guaraníes y los charrúas. El diario AS de Madrid lo marcó como la figura frente a los incaicos. "El mejor del partido. Demuestra inteligencia, calidad y precisión en cada jugada. Se movió por todo el frente de ataque y desequilibró. Se fue apagando por el cansancio, pero fue uno de los pocos futbolistas que se lució" escribió el periodista Jorge Castro.

Un par de meses antes, tras sus resonantes actuaciones frente a River y Racing, el diario MARCA -también de Madrid- lo había señalado como una de las cuatro figuras emergentes del fútbol argentino, junto con Barco, Palacio y Almendra.

Entonces, cómo no emparentar las tres historias.

No fue en este "mercato", pero no pasarán muchos antes de que, desde Europa, giren las miradas hacia el sur de mundo. Habrá que disponerse a disfrutarlo aquí cerca lo que le queda con la camiseta de Lanús, y lo que tiene por delante con la camiseta argentina.

Porque, y esto no tiene nada que ver con la herencia familiar, Pedro De la Vega está predestinado a ponerse durante mucho tiempo una casaca celeste y blanca.