El capitán, el goleador y el todoterreno
D.L./
El rendimiento de aquel Estudiantes del ''80, la campaña y la dimensión de su recuerdo no hubiesen sido posibles de no encontrar los seis refuerzos que llegaron de Mar del Plata cinco socios que alcanzaron, durante ese cuatrimestre, el punto más alto de sus carreras futbolísticas.
Rago, Mascareño, Fernández, Abelén, Martínez y Galay lograron en el Parque Carlos Guerrero una complementación que ni antes, ni después, lograrían en San Lorenzo de Mar del Plata. Porque el fútbol es eso: juntar a los que hacen que el "todo" sea mejor que la suma de las partes.
"Dady" Pires y Pity "Vavrín" (que ya no está) en la defensa; el enorme Marcelo Schwab en la mitad de la cancha; Mario Paternó y el "Pato" Bahl en el ataque lo hicieron posible.
Después, cuando les tocaba al "Topo" Draghi, al "Negro" Rivera o a "Chupa" Morales (los suplentes más utilizados), aparecían en cancha y la Sinfónica de don Juan Stefanoni no se resentía.
No fue posible la llegada del "Pato" desde La Plata, donde reside, pero el capitán ("Dady" Pires), el goleador (Mario Paternó) y el todo terreno (Marcelo Schwab) se volvieron a reunir en el estadio que sólo una vez pudo recibir a esa perfecta maquinaria de producir fútbol.
Allí, donde la multitud los disfrutó, ellos se juntaron para recordar.
"Nunca se pensó que un equipo pueda juntarse de un día para el otro, ensamblarse de una manera tan notable y jugar desde el primer día con la tranquilidad absoluta de que las cosas salían porque tenían que salir. Creo que los chicos de Mar del Plata también lo tomaron así, e inclusive hoy dicen que nunca más volvieron a jugar en un equipo así" arrancó Dady Pires.
"Era un placer estar ahí adentro. Yo en ese momento no tomaba conciencia de lo que era ese equipo. Pensaba que era el mejor equipo que había jugado porque fue mi primer Regional, pero con el paso de los años uno le da su real dimensión y fue un equipazo. Después, por ellos, me di cuenta de que todos pensaban lo mismo" reveló la "Pantera" Schwab.
Siguió el goleador, y el presidente de la peña que cada tanto se reúne en un lugar de Balcarce bautizado el "Rancho e'' la Cambicha".
"Yo también llegué sobre la hora. Me estaba recuperando de una operación en la rodilla y estaba por irme al Valencia de España, pero Tony (Pelliccioni) me insistió tanto que resolví quedarme por seis meses, y terminé jugando varios años" reveló Mario Paternó.
"Nosotros hemos jugado en equipos más importantes y menos importantes, pero todos coincidimos en que fue el mejor equipo que hemos integrado. Entrábamos a todas las canchas y sabíamos que íbamos a ganar" acotó el ex Boca, que compartió un campeonato con Maradona en Argentinos Juniors.
En el vestuario, y desde el banco de suplentes, aquel Estudiantes del 80 tenía un "señor" con todas las letras como conductor, don Juan Stefanoni.
"Fue quien nos acopló a todos. Una persona muy viva, y un técnico espectacular" destacó Paternó.
"Yo digo que don Juan era la persona ideal para ese grupo. Con otro no sé que hubiese pasado. No le metía demasiadas cosas en la cabeza al jugador, nos dejó jugar y fue muy inteligente, porque a los jugadores de Mar del Plata no los conocía. Tenía un corazón extraordinario y veía el fútbol de otra manera. Muy bicho además para hacer los cambios" describió "Dady".
"Otro secreto fue que los jugadores de Mar del Plata, que llegaban los viernes a Olavarría, en la semana se entrenaban con la misma responsabilidad que nosotros acá, con los otros seis que jugaban para Rivadavia de Necochea" subrayó el capitán.
"Don Juan era un ejemplo de humildad, porque el tipo había sido un extraordinario jugador" opinó la "Pantera" Schwab. "A mí, que era bastante despelotado, me ubicó en la cancha. Me decía ''cuando atacamos hacé lo que vos quieras, cuando perdemos la pelota pegate al ''5'' de ellos''. Para mí lo que él decía era palabra santa, y listo" ponderó.
Dady, como referente del vestuario, tocó otra arista de esa campaña. "El apoyo de los dirigentes, con Tony Pelliccioni a la cabeza, fue muy importante. Detrás de él se encolumnó mucha gente, como el doctor (Carlos Roberto) Alem y un montón de colaboradores de segunda línea que eran súper valiosos" mencionó.
Los tres rescataron dos momentos del torneo: la victoria en Azul (6-2 sobre Athletic), la enorme caravana de regreso y la multitud que los estaba esperando en la ruta, y la recepción casi con el sol naciente luego de ganar 2-1 a Olimpo en el "Carminatti".
Pero, llegó la inundación del 27 de abril del ''80, los tiempos se extendieron y el equipo debió desmantelarse.
"Lo que me acuerdo es que a la mañana había agua en el túnel, pero el árbitro (Juan Carlos Crespi), lo quería jugar porque la cancha estaba en condiciones" apuntó Mario.
"En la avenida Del Valle el agua salía de las bocas de tormenta como si fueran geisers, porque en lugar de ir para el arroyo, venía desde el arroyo. Pero yo había estado la semana anterior en Buenos Aires, y cuando volvía en el tren el agua pasaba arriba de los rieles en el Salado" reflejó Dady.
Pasaron los días, bajó el agua, buena parte de la Ciudad estaba devastada, y el equipo debió volver a entrenarse. "No se sabía absolutamente nada, sólo que los jugadores de Mar del Plata no volvían, y nos rearmamos con la gente de Olavarría" expresó.
Marcelo Schwab confesó que "fue muy triste volver a pensar en el fútbol en el estado que había quedado la Ciudad, y sabiendo que los muchachos de Mar del Playa ya no iban a volver. Quedaron otros cuatro partidos, pero ya no fue lo mismo".
"Estuvimos muy cerquita de jugar el Nacional. Si se hubiese mantenido el equipo, no tengo duda de que lo habríamos jugado. Es una hemos que nunca nos podemos sacar" lamentó Mario.
"Si manteníamos el equipo, hubiésemos jugado con los equipos grandes" aseguró "Dady".
La "Pantera" sugirió que "se podría haber logrado algo mucho más grande. De todas maneras la alegría quedó para toda la vida porque fuimos el equipo de Ciudad, la gente se identificó con nosotros y aún hoy lo sigue recordando".
De eso se trata Estudiantes del 80: su fútbol construyó una leyenda que lo depositó en un lugar muy alto, independiente de un objetivo alcanzado o no.