"Nos habíamos encontrado como equipo, entrenábamos con muchos desafíos en mente. Este Loma Negra particularmente había trabajado bastante y se notaba mucho ese cambio".

Y todo el esfuerzo tenía un objetivo bastante claro: "El desafío era gigante, la idea era ascender a la Primera División A, estábamos pensando en grande". Y si hay algo que logró Diego en el equipo fue infundirles confianza. En el partido disputado en la primera fecha salió a la cancha con decisión. Pudo haber ganado el encuentro, pero faltando diez minutos entendió que el empate era un buen resultado y pensó en una propuesta defensiva, aunque vio que las chicas querían ganarlo. Entonces reflexionó: "Ellas buscan ganar cada partido entonces yo tengo que guiarlas para que lo puedan hacer".

A diferencia de años anteriores, para este torneo 2020 de la Liga de Fútbol de Olavarría, varios equipos venían de hacer una frenética pretemporada. Loma Negra no fue la excepción. Diego Martínez tomó las riendas del plantel algunas fechas antes de finalizar el torneo Clausura del año pasado, y se propuso objetivos muy ambiciosos.

Pero no todo se da como uno lo propone. Nadie se hubiera esperado que en cuestión de días, un virus fuera a paralizar al mundo. Nadie pensó que el virus obligaría a países enteros a una cuarentena obligatoria. El objetivo es que la pandemia no se propague con gran velocidad, para evitar que el sistema de salud colapse. La experiencia de los golpeados países europeos sirvió para que las autoridades nacionales tomaran medidas preventivas con tiempo.

Pero más allá de las ansiedades, aún es pronto para saber cuándo se reanudarán las actividades que pongan en marcha nuevamente a un país que sufrirá sin dudas el impacto económico de una medida que privilegió la vida de sus ciudadanos en detrimento de una economía ya deteriorada aún antes de la llegada de la pandemia. Y en medio de todo eso, están los sueños de mucha gente. Entre ellos esta pasión de las chicas que esperan con mucho anhelo volverse a encontrar adentro de una cancha de fútbol.

Para algunos, ante tanta desolación y muerte, les debe resultar por lo menos trivial que se escriba sobre fútbol. Sucede que las chicas no viven del fútbol.

Ellas son amas de casa, jefas de hogar, madres, profesionales, estudiantes y muchas han abrazado alguna profesión que se encuentra dentro de las exceptuadas para trabajar en el decreto del Ejecutivo. Algunas son mucamas de algún centro asistencial de salud, o enfermeras, o motomandados, o trabajan en alguna de las fuerzas de seguridad que han redoblado los esfuerzos frente a la pandemia mundial.

Y a diario salen de sus casas despidiéndose de los suyos con la esperanza de volver sanas y sin el virus que ponga en riesgo no sólo su salud sino la de sus seres queridos. Extreman las medidas de seguridad para evitar que el virus se propague, pero siempre con esa vocación de servicio, de brindarse por el otro. Son las acreedoras de esos aplausos cargados de emoción de las 21, de mucha gente.