Daniel Lovano / dlovano@elpopular.com.ar

Ese esfuerzo siempre vuelve a la mente en formas gratificantes. Hoy más, que Gabriel Raimondi puede llevar a su mujer y a su hija a los mejores restaurantes del norte rico italiano, y disfrutr de una copa de buen vino hasta que llegue el plato principal.

A cuatro años de su última visita, después de un semestre espectacular como parte del cuerpo técnico del Bologna italiano, Gaby volvió a Olavarría, de donde se fue a mediados de la década del 90 para cumplir el sueño de ser futbolista profesional.

Siempre en la charla reaparecen recuerdos de aquellas noches frías en la pensión de Atlanta, de comida racionada para que alcance hasta el próximo paquete de la "Vieja", de pesos celosamente guardados, de viajes de ida y vuelta al entrenamiento en el estribo del micro.

El, que en su casa no le faltaba nada, apostó todo por ser futbolista. La remó desde muy abajo en el ascenso italiano, jugó en todas las categorías hasta que llegó a la Serie B con el histórico Pisa, y cerró su etapa como el jugador extranjero con mayor cantidad de presencias con esa camiseta, por encima de un tal Diego Pablo Simeone.

Esa trayectoria impecable le permitió hacerse un nombre en Italia para el después. Y lo llamó el Grande Torino, donde tomó el primer contacto con Sinisa Mihajlovich.

"Nos conocimos en Turín. Me llevó Gianluca Petracchi, el director deportivo, que me conocía del Pisa. Siempre me decía que tenía que ser entrenador. Acababa de contratar por dos años a Mihajlovic y me pidió que me pusiera como empleado del club a su disposición. Hablamos, empecé a hacer algunas cosas; después de los primeros seis meses más y para el segundo año me pidió directamente que me sume al cuerpo técnico" recordó Gaby.

Una derrota con Juventus en un clásico por la Coppa Italia significó el final del ciclo Mihajlovich en Torino, pero Gabriel siguió en el club.

"Por un tiempo no nos comunicamos; hasta pensé que se había enojado. Pero Sinisa es muy derecho, es un gran tipo. Cuando se enoja lo mejor es estar lejos, pero con nosotros es fantástico. Un día me llamó y me propuso incorporarme formalmente a su equipo de trabajo. Lo hablé con Petracchi, le expliqué la situación porque se lo debía, y me fui con él" acotó.

Antes de la hazaña con el Bologna, Gaby tenía "laburo" en Portugal.

"En julio del año pasado firmamos contrato en el Sporting; estuvimos tres días en Lisboa, pero el club era un kilombo, había muchos problemas con el presidente. El Consejo de Administración lo sacó de sus funciones y nos rescindió. Habíamos estado tres días, organizado toda la pretemporada, con tres años de contrato en un club bárbaro, unas instalaciones impresionantes, que nos permitía ademas hacer la Europa League. Nos quedamos seis meses sin trabajo, pero estamos en juicio" contó.

En el receso invernal europeo llegó la posibilidad de "agarrar" el Bologna, un histórico del Calcio, propiedad de la familia Saputo, magnantes canadienses de la industria láctea, pero casi condenado al descenso a la Serie "B".

La campaña fue casi guionada; el equipo se salvó en la penúltima fecha y con la victoria ante Napoli en la última redondeó un milagroso décimo lugar.

"Era dificilísimo, pero al técnico le encantan estos desafíos, porque se siente fuerte en situaciones de dificultad. Su vida ha sido de lucha; tuvo una historia muy dura con el tema de la Guerra de los Balcanes y se nota en la fuerza que transmite" reveló.

Qué hizo Mihajlovich para reciclar un equipo casi descendido del primer semestre a uno de los mejores en la segunda parte del campeonato. "Es el típico entrenador que tiene un temperamento tan fuerte, que lo ven remando y todos se suben al bote. Es líder por naturaleza; lo fue como jugador y lo es como entrenador. Aparte, así duro como parece, se hace querer" destacó.

"Esto es largo de explicar, pero en lo futbolístico tiene algunas cosas ofensivas y otras defensivas que quiere que haga el equipo. Lo importante es transmitir con claridad el mensaje y que los chicos lo sigan. En el caso del Bologna, logró que cada uno dé lo mejor de sí" subrayó.

Aunque comenzó su carrera como entrenador en la Serie "D" con el propósito de ir haciendo la escalera, la participación en el equipo de trabajo del histórico crack serbio lo colma desde el punto de vista profesional y humano.

"Voy día a día, pero me encuentro muy bien trabajando con él. Si la relación es siempre está así, creo que me voy a quedar unos cuantos años con Sinisa, siempre que él quiera quedarse conmigo, je" bromeó.

Gaby está inserto en un fútbol italiano que manifiesta una hegemonía insoportable con la Juventus, con dificultades para recuperar el dominio europeo que supo tener entre los ''80 y mediados de 2000.

"El Calcio está pagando el mal trabajo en divisiones inferiores de años, y se quedó muy atrás de países como Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Portugal, y ni hablar España. En términos económicos tampoco puede competir con lo que paga la televisión a la Premier, entonces los mejores jugadores terminan eligiendo Inglaterra. Y lo engancho con que los jóvenes que venían de abajo no estaban a la altura de los chicos que promovían las otras potencias europeas" reflexionó.

Mientras está en Olavarría, la secretaría de scouting analiza refuerzos o puestos a reforzar, Mihajlovich acaba de renovar por tres años. A su retorno, Gaby estampará también la firma.

Para su Bologna el siguiente objetivo será pelear un puesto en Europa, pero advirtió que "será difícil, porque arriba están Juventus, Napoli, Inter y Milan, después vienen Roma y Lazio, Atalanta está haciendo un trabajo bárbaro en inferiores desde hace muchos años y siempre se mete entre los seis. No hay tanto espacio; va a ser difícil, pero no podemos pretender menos" afirmó.

Así ve Gabriel hoy la vida desde adentro del glamoroso Calcio. Pero su pasado siempre impone un recuerdo de aquellos años que se fue de su casa, cuando no le faltaba nada, para perseguir un sueño donde faltaba de todo.

"Yo no sentí al esfuerzo, y creo que nunca me di cuenta, pero levantarse a las 6 de la mañana, tomar el primer colectivo para llegar a las 8 al entrenamiento en Villa Celina, poner plata en lugar de cobrar, aguantar cuado no jugaba, comer lo que se podía para no hacerles gastar a mis viejos; las cosas se ponían feas y como no había que tirar nada las comía igual. Siempre digo que ningún esfuerzo se siente cuando uno hace lo que ama, entonces ahora que puedo ir a un restaurante, sentarme y compartirlo con mi familia, pedir un buen vino, lo disfruto de otra manera, porque recuerdo todo lo que me costó para llegar a ese momento" cerró.