El otro finalista
Los manuales dicen que el periodista siempre debe tomar distancia de los protagonistas. Aplica para todos los ámbitos: el político, el deportivo, el de espectáculos. Pero el caso de José Montesano, que cubre el Mundial de básquetbol para TyC Sports, es particular: mantiene un especial vínculo con el plantel de la selección y es muy querido en el mundo de la pelota naranja, como también en el voleibol. Es el cronista que se permite llorar y emocionarse junto con los jugadores.
Aunque hay una contundente y dolorosa razón para que ese lazo con los deportistas se haya fortalecido tanto: de un día para el otro le diagnosticaron un cáncer de ganglios. Desde aquellos fatídicos primeros días de 2017, "El Mosquito" afrontó una situación tan critica como desconocida, ya que nunca le había tocado tan de cerca. Tuvo que afrontar una amenaza directa contra su salud y de repente se le vino el mundo abajo. Cuando le cayó el diagnóstico, su cabeza se disparó a otro lado y sobrevinieron los fantasmas.
"Tardé en darme cuenta de que tenía que vivir y no me podía morir. Es muy difícil pensar en tu propia muerte", señaló en su momento, y describió: "Llega el día en el que pensás en los que quedan". Su esposa, sus hijos (Emiliano y las mellizas Juana y Catalina), su madre (Delia) y sus amigos acompañaron su convalecencia con mucho amor. Y hoy, gracias al suceso de la selección de básquetbol en el Mundial, el oriundo de Olavarría -más de dos décadas en TyC Sports- atraviesa el momento de mayor popularidad de su carrera profesional, que lógicamente se había visto interrumpida en varios lapsos por este episodio médico.
José Montesano (periodista de TyC Sports)
Ahora, todo es felicidad: una vez que se consumó la victoria ante Francia, los jugadores lo rodearon en la zona mixta y empezaron a saltar con él, para insultarlo en broma. Enseguida, Facundo Campazzo le robó los lentes y Gabriel Deck le tomó el micrófono, para hacerle una mini entrevista sobre el partido. Incluso a lo largo de la Copa del Mundo, los jugadores le tocaron la cabeza por cábala e hicieron chiste cantando canciones en cámara. Esto, sin perder del foco las entrevistas convencionales que hizo acerca del juego y las historias de vida, cubriendo cada secuencia importante del evento en Oriente.
Más allá del costado dramático, la experiencia vivida le trajo un saldo positivo y, sobre todo, un enorme aprendizaje: "Me di cuenta de que soy más fuerte de lo que pensaba. Es una mezcla médica, de la cabeza y fundamentalmente de mucho amor y afecto. Estoy re contra agradecido, el amor que recibí desde la enfermera hasta la familia fue fundamental. Si algo hay que dejar de enseñanza es que es mucho de la cabeza y mucho de cariño de quien venga".
Por: Gastón Saiz