Nota publicada en EL POPULAR el domingo 22 de mayo de 2005:

La tarde más soñada no terminó como debía, pero poco importa a esta hora. A pesar del susto, de la violencia, de las corridas, de los proyectiles, de la pésima conducta de los muy malos perdedores, Racing fue a Pergamino, ganó y logró aquello que hace dos años y pico nomás era mucho más complicado que una utopía: ver a un equipo olavarriense en el campeonato Argentino "A".

El más importante del fútbol del interior del país.

Hasta el destino le hizo un guiño a esta gesta "chaira", y la consagración llegó el día del cumpleaños número 34 de su jugador símbolo: Pablo Ponce. "Le agradezco a Dios, a la vida y Racing que a esta altura de mi carrera me haya permitido lograr algo que nunca me había imaginado", dijo segundos después del pitazo final un emocionadísimo capitán.

Claro que paralelamente, a metros suyo, comenzaban a caer proyectiles del tamaño de una milanesa y los primeros olavarrienses empezaban a salir despavoridos del vestuario visitante, donde vándalos de camiseta celeste habían ingresado para robar y golpear.

Quienes más lo sufrieron resultaron el masajista Cancina (le reventaron un dedo al intentar contener una débil puerta de chapa) y el juvenil Mariano Pacheco, lesionado en una mano.

Ramón Casale, gran figura en Pergamino, fue agredido apenas terminó el partido por el entrenador de Juventud, Rubén Pérez.

Un poco más tranquilo, se tomó su tiempo para decirle a la decena de periodistas olavarrienses que estaban en la cancha que "esto no lo soñaba cuando debuté en primera con Dardo Seibel. Estoy muy feliz, con ganas de gritar, festejar, hacer de todo... ojalá lo podamos disfrutar en Olavarría".

En un momento de tensa calma, el arquerito Francisco Ocaña reconoció que "es una alegría enorme haber formado parte de este equipo y haber contribuido a esta hazaña para el fútbol olavarriense. Hace ocho meses no sabía si iba a jugar en Ferro y mirá adónde estoy ahora".

Gabriel Senzacqua, casi desnudo, con calza, una remera y la foto del "Negrito" Germán, su amigo y ex jugador de Rosario Puerto Belgrano, fallecido en un accidente automovilístico, exteriorizó que vino "a Racing para lograr esto. Es uno de los días más felices de mi vida, porque este grupo de jugadores se lo merece. Siempre fue al frente; en todas las canchas. Para mí esto es más grande que el ascenso a Primera que logré con Olimpo, porque acá me sentí protagonista".

Pero no duró mucho la calma. El "profe" Bellinzoni, en un llanto con mezcla de emoción e impotencia, luego de haber sido golpeado con un hierro adentro del vestuario de Racing, narró su orgullo y su agradecimiento "a Hugo Tenaglia, que me dio la posibilidad al lado de él, y quiero dedicarle este ascenso a mis hijos y a mi hermano, que está pasando un momento muy difícil".

Entonces fue imposible seguir, por los disparos de balas de goma, los proyectiles que llovían desde la tribuna local, la confrontación entre las dos hinchadas, las escaramuzas entre los jugadores de Juventud y algunos de Racing.

Aturdido por los incidentes, antes de saltar el alambrado olímpico, Roberto Tucker alcanzó a balbucear que "a medida que pasen las semanas nos vamos a dar cuenta de lo que logramos, pero lamentablemente ahora no lo podemos disfrutar porque nos rompieron la puerta del vestuario. Por suerte llegó la policía, si no no sé lo que hubiese pasado".

Luego de correr por las calles de Pergamino, ya adentro del micro, refugiado como si fuera un delincuente, Hugo Tenaglia alcanzó a decir que este ascenso "se vive con la misma emoción, la misma algarabía que los dos logrados con Huracán de Tres Arroyos. Lástima que esta vez se tiñó con hechos de violencia que uno no alcanza a comprender".

Aquello que hace menos de tres años era un sueño inalcanzable, hoy es una realidad.

Por esta estrellita que hoy se siente en el cielo, se abre un tiempo de nuevos sueños para el fútbol de Olavarría.