Todavía el debate está abierto sobre las razones de la caída de Brasil, en éste país, los temas más relevantes de la sociedad se han subordinado al impacto deportivo de ese baldón perdurable para todos los tiempos.

En plena sugestión por semejante dato que entregó una de las semifinales del campeonato, volvimos a Itaquerao, con la convicción que los incentivos de la Argentina serían inigualables o al menos deberían serlo.

Nada de complejos o de efectos no deseados de aquella oprobiosa goleada mezcla de ficción y verdad. Los que no perdieron el tiempo en agudizar el ingenio y el atrevimiento fueron los hinchas que por miles, decidieron ser parte de este momento imborrable y aun sin los tickets para el juego, se apostaron en las inmediaciones del Corinthians Arena como abrazando la causa nacional en otra manifestación del "aguante" nunca antes vivido.

El equipo argentino fue el encargado en este torneo de construir el puente con los aficionados, fue en ese orden el reencuentro, y por eso tiene sustento y solidez. Claro que todo funciona a resultado y que a todos los guía esta instancia encumbrada en la que se ha metido el equipo de Sabella, pero además hay un plus que se destaca y que tiene relación con el sacrificio y la entrega que aprendió a ofrecer como valor agregado al talento de la mayoría de sus jugadores.

(*) Periodista de Radio FM El Espectador y diario La Opinión, de Rafaela