Por Gustavo Burgardt /

Especial para EL POPULAR

En el año en que el deporte celebraba el centenario de su creación, a poco de finalizados los Juegos Deportivos Panamericanos de 1995 en Mar del Plata y en plena disputa de la Liga Argentina de Vóleibol Femenino 1994/95, el plantel superior chaira emprendía el viaje para jugar el Sudamericano de Clubes campeones y aportarle a la entidad su única presencia en competencias oficiales fuera del país.

El destino fue la bella y cálida Medellín (Colombia), la ciudad de la eterna primavera, la capital de la montaña, la ciudad de las flores y el tango, y la más linda del país cafetero.

La ausencia de representativos del país que más jerarquía le ha aportado al vóleibol femenil en la historia, Brasil, tornaron imprescindible la presencia de un representativo argentino, y ahí con mucha ayuda y en una gran patriada, concurrió el representativo local, que había emergido a la competencia nacional apenas dos años antes.

Capitalizar experiencia para impulsar la disciplina en el club y la ciudad eran los objetivos prioritarios del plantel comandado por Daniel Maletta y Guillermo Ducuing, que si bien tenían dos ligas en sus espaldas, en tiempos en que internet no había llegado, dependían de publicaciones y videos, más alguna presencia aislada en citas internacionales, como por ejemplo la de pocos días antes en Mar del Plata, para avizorar con qué tipo de competidoras podrían llegar a enfrentarse.

La renuncia de los representativos brasileños a la cita colombiana y una competencia nacional aún no resuelta, obraron a favor de la presencia de Racing en el certamen ecuménico del cono sur, eso si, armando todo muy rápido, con menos de una semana, para honrar el compromiso asumido por la entonces Confederación Argentina de Vóleibol, aún con el controvertido Ricardo Russomando en el timón, con la entidad par colombiana y la Confederación Sudamericana de Vóleibol.

Los pasaportes que por entonces demoraban 60 días en su confección se pudieron hacer en un lapso de cinco días con el aporte de políticos afines al club o que se movieron para poder cristalizar lo que era una ilusión grande para un grupo de jugadoras.

La planilla oficial presentada por el club ante la Confederación Sudamericana daba cuenta que solamente las refuerzos porteñas Aristizabal y Fortunato y las marplatenses Ratti y Parisi reunían partidos internacionales, cuando las nóminas completas de cuatro de los cinco países restantes los tenían.

Paula Parisi, de 27 años, repatriada por el seleccionador nacional Guillermo Orduna para que juegue los Panamericanos en su ciudad, llegó en el esplendor de su carrera en la península itálica, pero fue un proceso adaptarse a sus compañeras de club y selección.

Su sola presencia hizo que parte de la prensa antioqueña le diera a Racing el mote de candidato a ganar el certamen e incluso que los organizadores lo programen en el juego inaugural previo a la ceremonia, ante el poderoso Bancoper peruano, único televisado en directo, además de la final, a toda la región, por la cadena Teleantioquia.

Las formaciones peruanas excedieron el nivel de los restantes participantes y reunieron en el maderamen (piso, según el regionalismo) a calificadas figuras de la selección incaica en una final anunciada ya desde la primera jornada.

En el segundo lote de equipos Racing tenía potencial para subir al escalón restante del podio. Zafó para acceder a la semifinal luego de una presentación en falso ante las locales, favorecido por el sistema de desempate, tras muy buena presentación ante las venezolanas, pero en el juego decisivo, con factores adversos como el largo trajín y tener su armadora lesionada, se sucumbió ante las aguerridas juveniles del norte del subcontinente, que llevaron a Colombia todas las ganas para asomarse un poco más al consenso internacional, que claramente y hasta hace 25 años atrás en el cono sur era patrimonio casi exclusivo de brasileñas y peruanas.

Por lo demás el viaje dejó como saldo el conocer una bellísima ciudad y el trato cordial, afectuoso, increíble, no ya de organizadores del evento, sino también de cada persona que se cruzó en el camino de cada integrante de la delegación.

El recuerdo perdura a flor de piel en todos ellos, así como la evocación para Claudia Izzi, jugadora que integró la nómina y que falleciera el 21 de julio de 2012.