De esta manera el seleccionado argentino jugará su tercera final de este certamen en las últimas cuatro ediciones, luego de haber perdido ante Chile, por penales, las de 2015 y 2016.

Y lo hará luego de recorrer invicto la fase de grupos y los cuartos de final, jugando siempre de la misma manera, con arranques explosivos y goleadores y tramos posteriores en los que los apagones futbolísticos son evidentes y por eso termina sufriendo, aunque a manera de contraste sin recibir goles.

De hecho en fase de grupos y en el único partido que empató (1-1), el tanto que le convirtieron fue de un rebote de un tiro penal, ya que después fueron sendos 1 a 0 sobre Uruguay y Paraguay, más el 4-1 cómodo sobre Bolivia y el posterior 3-0 sobre Ecuador en cuartos.

Y esos triunfos se sostuvieron, además de las inconmensurables tareas del capitán, Lionel Messi, en las lecciones que iba aprendiendo el técnico Lionel Scaloni de un partido a otro, y que lo llevaron a realizar cambios que siempre sonaron atinados (Tagliafico y Rodríguez).

Esos dos ajustes parecían los correctos y de hecho lo fueron, sobre todo porque cuando después del gol conseguido a los seis minutos de iniciado el juego por Lautaro Martínez tras la decimocuarta asistencia de Messi en Copa América, los colombianos dieron un paso al frente y complicaron el desarrollo futbolístico de Argentina con una presión alta sobre el primer pase que obligó siempre al arquero Emiliano Martínez a jugar con los pies.

Messi pareció estar fresco en un par de apiladas iniciales de la suyas, pero lo que pasó en fase de grupos cuando hubo apenas 72 horas entre el partido con Uruguay y el posterior con Paraguay, se volvió a repetir: el capitán lució cansado.

Eso lo sintió la Argentina en la construcción de su juego, y por eso Colombia, exigido por la desventaja, terminó mostrándose superior tanto en el tramo final del primer tiempo como en el arranque del segundo, pese a que los de Scaloni pudieron aumentar sobre el epílogo de la primera etapa con un cabezazo abajo de Nicolás González.

Sin embargo, sobre el cuarto de hora del complemento, Montil -ingresado por Molina- tuvo otra desatención por la que había perdido el puesto y se dejó ganar la espalda por Luis Díaz, la figura de Colombia y del encuentro, quien logró la por entonces merecida paridad en el marcador.

Recién a partir de ese golpe la Argentina empezó lentamente a recuperar posiciones en el terreno de juego como en el principio de la noche y tuvo dos opciones clarísimas para pasar otra vez al frente.

Entonces llegaron los penales y allí "Dibu" Martínez contuvo tres de los cinco remates que le ejecutaron, mientras que en la Argentina solamente falló Rodrigo De Paul y así el equipo nacional abrochó su lugar en la final.