Daniel Lovano / elpopular.com.ar

Los estudios astronómicos revelan que el 5 de mayo del 2000 ocurrió un fenómeno astronómico fascinante para la comunidad científica: se alinearon los planetas Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno junto al Sol. Este fenómeno extraordinario por su poca frecuencia llegaba acompañado por temores infundados basados en profecías y creencias antiguas.

Por aquí, todo lo contrario... Nadie sabía de este lado del mundo que la alineación de los planetas estaba anunciando para 20 días más tarde el hecho deportivo más importante en la historia de Olavarría. El 25 de mayo de 2000, cuando los medios nacionales aún hablaban del "muletazo" de Palermo y de la victoria de Boca sobre River en la Copa Libertadores, debieron asignar espacio (y mucho) al desenlace de la final más apasionante en la historia de la Liga Nacional.

Por todo: calidad de los planteles, jerarquía de los cuerpos técnicos, asistencia de público, niveles de ratings y porque fue necesario un quinto partido. En Olavarría, en el Parque, Estudiantes le ganó a Atenas 80-71, luego de recuperar una desventaja de 5 puntos (64-59) a sólo 4 minutos para el final de la serie, con un Maxi incandescente como nunca con sus 7.500 almas en vilo.

Miguel Romano, el recordado periodista del diario La Nación (junto con Orcasistas, quizás los más importantes en la historia del básquetbol), se instaló en Olavarría por aquellos días.

El 26 de mayo escribió: "La ciudad se transformó en un carnaval interminable. Los hinchas se enloquecieron como nunca. Los jugadores se emborracharon con champagne triunfal. El cuerpo técnico se dejó llevar por la fiebre que dominó a todos. Ya no hubo recato. Fue fiesta genuina y merecida. ¿Cuál es la explicación de tanto desenfreno? Sencillo: Estudiantes, de Olavarría, venció a Atenas, de Córdoba, por 80 a 71 en el séptimo partido y logró por primera vez el título de la Liga Nacional de basquetbol, al imponerse en la serie final por 4 a 3".

"Es el tiempo de Estudiantes. De esas casi 7500 personas (llegaron 250 hinchas de Córdoba) que primero abarrotaron las tribunas y que luego cubrieron el campo de juego. Fue para todos una coronación muy especial, muy sentida y muy merecida por cierto. Un éxito que no se olvidará fácilmente" presagió el recordado Miguel.

El 3 de mayo de 2000 se abrió el fuego en el Parque Carlos Guerrero, con una apretada victoria albinegra por 86 - 80; dos días más tarde se repitió el ganador, pero con más amplitud (82 - 66).

Para el tercer y cuarto partido la definición se mudó al Polideportivo Municipal "Cerutti de la capital mediterránea, y los "griegos" lograron poner la serie 2-2. El 10 de mayo vencieron 95 a 77 y el 12 de mayo lo hicieron por 78 a 70.

A partir de ahí se alternaron un partido en cada sede: el 17 de mayo en el Maxigimnasio los de Sergio Santos Hernández prevalecieron por 81 - 76 y -con un trámite muy parecido- el 21 de mayo Atenas hizo valer la localía y puso la serie 3-3 en Córdoba con su triunfo 80 a 72.

Para el diario Clarín, en su edición del 26 de junio, "Estudiantes fue campeón, en un dramático final" y relató que "Estudiantes de Olavarría gritó por primera vez campeón en la Liga Nacional. En un séptimo partido emocionante, con todos los ingredientes de una gran final, le ganó por 80-71 al bicampeón Atenas y logró su primer título en las cuatro temporadas que lleva jugando en Primera. Se desató la fiesta en la ciudad cementera. Público, dirigentes y jugadores se unieron para el festejo y la ciudad no durmió".

"Olavarría está de fiesta" tituló el diario Olé y destacó en la bajada que "Estudiantes bajó a Atenas Estudiantes ganó 80-71 y logró su primer título. La serie terminó 4-3: fue clave en la final la ventaja de localía".

Miguel la siguió con la crónica de día después, quizás lo más jugoso que suelen dejar las grandes celebraciones. "La de ayer fue una madrugada distinta para esta ciudad. La habitual pulcritud de sus calles había quedado escondida por los papeles, los envases vacíos y alguna que otra vincha negra y blanca despedazada en los multitudinarios festejos de la noche anterior. En el restaurante Catalinas, lugar elegido para la cena del nuevo campeón de la Liga Nacional, todavía sonaba la banda contratada y se escuchaba el loco grito de ''dale campeón... dale campeón...'' En tanto que por la ruta, bajo los primeros destellos del día más esperado, caminaban solitarios, casi como vagabundos, pero felices y satisfechos, dos de los héroes de Estudiantes, el equipo que horas antes había destronado a Atenas con un contundente 80 a 71, en el séptimo y último partido de la atrapante final".

"Era hora de cumplir las promesas y allí iban el capitán y flamante dueño de su cuarto título, Gustavo Fernández, junto al mayor recuperador de balones, el que hizo desesperar a Pichi Campana con su marca, Daniel Farabello. Iban rumbo a la Virgen de La Loma, muy arraigada en las creencias de esta ciudad, cuya imagen se encuentra a casi trece kilómetros del centro" reveló Romano.

Dieciocho años después (cuando el recuerdo y la memoria mantienen la fuerza de aquella noche y aquellas imágenes), serán varios los que sueñen (en otro contexto y con otro nivel de repercusión), con repetir la caminata del "Lobito" y el "Lolo" dentro de unos pocos días...