La mañana que cambió la historia
Daniel Lovano / [email protected]
A mediados de la década pasada varios gigantes del fútbol del interior se habían caído de la estructura competitiva de la AFA, y equipos grandes de ciudades medianas requerían una competencia superadora a lo que en aquel momento ofrecía el "mercado".
Los campeonatos de Liga para las dos terceras partes del año y un torneo corto del Consejo Federal (con las siempre peligrosas eliminatorias en las instancias decisivas) no colmaban los intereses de San Martín de Tucumán, Estudiantes de Río Cuarto, Gimnasia de Mendoza, Central Norte de Salta, Sportivo Belgrano de San Francisco, Mitre y Central Córdoba de Santiago del Estero, Boca Unidos de Corrientes, Chaco For Ever, Patronato, etc.
¿Impactan los nombres?
Son sólo algunos de los participantes de primer campeonato Argentino "B", o Argentino VIP -como se lo conoció en aquel tiempo- que venían empujando fuerte para cambiar algo desde abajo.Un campeonato anual, por debajo del Argentino "A".
En esta parte de la provincia de Buenos Aires, Racing -con Popa Paramio a la cabeza de su dirigencia- fue uno de los grandes impulsores del cambio, codo a codo con Alvarado y Banfield de Mar del Plata, Santamarina y Grupo Universitario de Tandil.
Solapado, negado desde el Consejo Federal en el inicio de primer lustro, finalmente se lanzó en octubre de 2004 el mejor torneo de cuarta categoría que tuvo el fútbol del Interior, hasta que inexplicablemente la actual administración del Consejo Federal decidió -el año pasado- borrar con el codo lo que había escrito durante casi una década y media con la mano.
Racing compartió aquella Zona "B" con equipazos de un nivel comparable con los mejores del actual Federal "A": Banfield y Alvarado, Grupo y Santamarina y un gran Sporting de Punta Alta.
Y no se anduvo con pequeñeces. Fue a buscar a uno de los mejores técnicos que ofrecía la plaza, Hugo Tenaglia (jugador de Estudiantes durante los ''70) y apenas un par de años antes había llevado a Huracán de Tres Arroyos de la Liga local a la "B" Nacional.
Armó un equipo a la altura de su entrenador: arquero pillo, pero muy seguro (Víctor Sieracki); un pibe caudillo de "4" (Roberto Tucker), una dupla de centrales de novela (Pablo Ponce y Mauro Palomeque), dos laterales izquierdos de primer nivel (Mario Martínez, el papá de Lautaro, y el "Chulo" Bricka).
En la mitad de la cancha, el "8" más táctico que ha jugado en estas canchas (Agustín Rando); de cinco un caudillo en serio (Carlitos Aguero), y a su izquierda un zurdo que jugaba, metía, hacía goles y trababa con la cabeza más de lo aconsejado (Hernán Pedraza).
Dos zurdos exquisitos para armar juego, aunque de características diferentes (Alejandro Sepúlveda y Adrián Rodas) y una delantera memorable: el veterano y rendidor "Tati" Saavedra y un pibe de 20 años que elevó la vara del rendimiento individual hasta un lugar inalcanzable (Oscar Altamirano).
En el "Clausura" apareció Gabriel Senzacqua en el arco; Orellana por Rando (que se dedicó a los estudios); hubo valiosos aportes de Carlitos Tavare, el "Paisano" Santellán y el "Oveja" Casale; la presencia de Fran Ocaña nada menos que en el partido de ida de la final del "Apertura", en Santa Cruz.
Todo empezó la mañana del 4 de octubre de 2004, en el Estadio "General San Martín de Tandil", con derrota 2-1 frente a Santamarina.
En la segunda fecha, la primera victoria: 1-0 a Alvarado, con el hombrazo de Tucker. Siempre el "Buglione Martinese" colmado, como siempre.
Hubo duelos memorables con Alvarado y Banfield; un partidazo de Adrián Rodas en Punta Alta, el día del cumpleaños 44 de Maradona; los duelos con Huracán de Comodoro Rivadavia; la final del "Apertura" con Bancruz de Río Gallegos, después de cruzar dos veces medio país en micro; el gol de Palomeque que rompió la red desde el lado de afuera, en la finalísima con Juventud, y el ascenso en Pergamino.
Aquella mañana en Tandil fue un punto de inflexión en la historia del fútbol de Olavarría.
En quince años pasó lo que nunca antes: tres ascensos de Racing, las campañas en el Argentino "A", dos participaciones en la ronda final de la Copa Argentina, notables jugadores, prestigiosos entrenadores.
También obró el efecto contagio: el campañón de Ferro en 2009 y los clásicos con los carboneros; los intentos de Estudiantes; las promociones de Embajadores y El Fortín.
Ni lo propio ni lo ajeno hubiese acontecido sin la valentía de unos dirigentes de Racing que visibilizaron a un equipo de Olavarría compitiendo con los mejores del interior, cuando sus colegas en todas las reuniones de la Liga sólo repetían una frase: "No se puede... no se debe".