En una nueva sección de #PasoEnLaLiga, la página Web de la Asociación de Clubes de Básquetbol (AdC) recordó la enorme trayectoria de Gustavo Ismael "Lobito" Fernández. El cordobés, un base más que inteligente, alcanzó cinco títulos en la Liga Nacional como jugador y fue el director técnico de Estudiantes en última edición de la Liga Argentina.

Sabido es que la misma finalizó de manera prematura, sin proclamarse a un campeón, a causa de la emergencia sanitaria generada por la pandemia de coronavirus y la consabida cuarentena obligatoria.

Gustavo Ismael Fernández se inició en el básquetbol en Sportivo 9 de Julio de Río Tercero, su ciudad natal. En 1990 (el 12 de enero, frente a Gimnasia y Esgrima de Comodoro Rivadavia) debutó en la Liga Nacional con la camiseta de Gimnasia y Esgrima y Pedernera Unidos de San Luis (GEPU), con quien logró dos títulos en las temporadas 1990/91 y 1992/93.

"Fue muy disfrutado por mí el primer título. Me encontré compartiendo equipo con jugadores que marcaron la historia como ''Pichi'' Campana, Diego Maggi, Carl Amos, Charles Parker, que realmente hacían la diferencia".

"Convivimos con momentos de mucha tensión y tuvimos la unión necesaria en el grupo para poder lidiar con algunos egos de ese momento. Para mí este campeonato marcó mi presentación en la Liga Nacional", cuenta el oriundo de la provincia mediterránea sobre su primer título en la Liga.

Luego tuvo paso por Atenas de Córdoba y por Boca Juniors. Con el Xeneize obtuvo el campeonato en la edición 1996/97: "Si yo tengo que elegir un campeonato especial y necesario fue el de Boca, porque traía aparejado una situación personal, que era lo de Gusti (Fernández). Yo no le encontraba la vuelta al básquetbol porque estaba con un tema personal encima. El haber salido campeón me sirvió y ayudó, después de trabajar con psicólogos, para poder ser otra vez yo deportivamente", relata Gustavo.

Pero su época dorada llegó de la mano del club que dirigió en la última temporada, Estudiantes, donde consiguió dos títulos de la Liga Nacional en 1999/2000 y 2000/01, la Copa de Campeones, el Campeonato Panamericano de Clubes y la Liga Sudamericana con Sergio Santos Hernández como director técnico.

"Estudiantes coincidió con la posibilidad de que empezaron a contratar bien, primero el técnico, que fue Sergio Hernández, y después se sumaron las piezas claves para formar un equipo ganador por varios años. Es el día de hoy que entro al estadio y veo las banderas colgadas y la cantidad de títulos que se han logrado. Cada vez se va a valorar más eso porque es más difícil lograr que un club permanezca siendo ganador. Estudiantes sin ser un equipo de mucha historia pasó a tener una presencia en la Liga impresionante.

"El último juego fue en Olavarría, donde entraron más de 8.000 mil personas. Cada vez que llegábamos, toda la entrada estaba llena de gente esperando entrar. Te daba ansiedad, adrenalina. Era difícil no dejarse intimidar por ese escenario. El nivel de jugadores que había también en esos dos equipos era terrible. ''Oveja'' (Hérnandez) me dejaba en claro que quería que yo me haga cargo ofensivamente del equipo. Confiaba en que yo lo llevara para el lugar más adecuado. Eso me daba mucha tranquilidad y seguridad", sostiene sobre el recuerdo de aquel primer título en la 99/00 con el Bataraz.

Disputó sus últimos tres años como jugador en Estudiantes de Bahía Blanca y Quilmes de Mar del Plata. En el año 2007 jugó nuevamente en Sportivo 9 de Julio junto a su hijo Juan Manuel Fernández y obtuvo el título de la Liga Cordobesa para ascender a la Liga Nacional "B".

Como entrenador fue asistente de Sebastián González en 9 de Julio. Juntos lograron el ascenso al TNA y pasaron a dirigir a Atenas en la temporada 2010-11. En 2013 se hizo cargo del equipo de Río Tercero en la segunda categoría y en la 2014-15 logró el ascenso a la Primera División.

Luego de trabajar como Director Deportivo en las divisiones formativas del Brescia, en Italia, regresó a la Argentina para liderar al Bataraz tras un paso como director técnico en Boca Juniors. Así, el nacido el 14 de mayo de 1968, de 1,80 metros de altura, volvió al club con el que vivió sus máximas alegrías como jugador profesional.