Lorena Agoutborde obtuvo el campeonato argentino de Peso Ligero
La olavarriense superó a la sanjuanina Yamila Abellaneda en fallo dividido y le arrebató la corona argentina ligero.
Una jornada histórica para el boxeo olavarriense se vivió este sábado por la noche cuando la pugilista de nuestra ciudad, Lorena Agoutborde, derrotó a la sanjuanina Yamila Abellaneda y se consagró campeona argentina de Peso Ligero.
La Máquina Agoutborde (60,100 kg. y 4-3-4, 1 KO) se presentó en el club Los Toritos de Monte Grande y se consagró campeona por puntos, en fallo dividido, tras diez asaltos, y así la destronó de su título argentino ligero.
Las tarjetas de los jueces fueron: Jesuan Letizia 96-94, y Carlos Azzinnaro 96-94, ambas para Agoutborde, mientras que Néstor Savino computó 96-94 para Abellaneda.
En un enfrentamiento intenso, Agoutborde, N° 3 del ranking argentino superpluma, apostó a toda su agresividad para llevarse por encima a Abellaneda. A pesar de que la campeona buscó contrarrestarla con su movilidad, mayor alcance y precisión, nunca se mostró cómoda.
En el primer capítulo, Abellaneda dio un paso atrás y soltó su derecha a la sien, que si bien llegó algo mordida ocasionó un corte sobre la frente rival. Con su jab, la sanjuanina buscó mantener alejada a la desafiante para luego repetir su derecha al rostro. Sin embargo, la bonaerense, a pesar de su menor tamaño y alcance, filtró su boleado diestro y su cross al mentón.
A pesar de que Abellaneda exhibía mayor claridad en ataque, especialmente cuando combinaba sus largos jabs con cross arriba, los arrestos de "La Mákina" seguían encontrando destino, en particular con sus boleados. Ese mismo jab de la campeona le permitió en el octavo y noveno controlar la distancia para impactar su derecha con precisión. A pesar de que la bonaerense avanzaba a pleno boleado -y acertaba-, la precisa izquierda de la campeona le posibilitó frenarla con su cross y ascendente al rostro. En el final, Agoutborde salió a llevársela por delante. Sus boleados y cruzados llegaron con claridad al rostro, para culminar un encuentro intenso y cerrado. Al sonar la campana, la ansiedad invadía el estadio.
Con información de Tyc Sports