D.L./

Estos superhéroes jugaban al fútbol, le daban a la gente sólo alegrías, hacían cosas increíbles e inesperadas con una pelota y un día tuvieron fecha de caducidad.

Eso que los superhéroes nunca se despiden; pero ellos debieron despedirse a la fuerza, aunque su recuerdo no logró perderse. Su leyenda tampoco.

"Pancho" seguirá siendo ese "Candado" en el arco; Jorge el "Hombre escoba" de la defensa; "Cucho" la "Luz" que atravesaba a lo largo toda su banda.

El "Torito" permanece en la memoria como el "Marionetista", que en algún lugar secreto tendrá guardado esos hilos con los que manejaba al equipo desde su zurda, y "Quito" el "Rayo" en la punta derecha.

Un equipo de superhéroes que se precie de tal debía contar con un "Jefe", y el de los Superhéroes del Rancho e'' la Cambicha usaba la camisera número 5.

Eran los "guest stars" en un comic exitoso que circulaba en Olavarría entre el inicio de una década y el final de la otra en pleno siglo pasado, y ubicaban sus orígenes en Mar del Plata.

El fascículo inaugural decía que en Mar del Plata jugaban a la pelota para un equipo que tenía camiseta negra y roja a rayas verticales llamado San Lorenzo.

Seis tipos normales, salvo cuando algo esférico llegaba a sus pies. Ahora, 90'' a la semana asumían esos superpoderes con la pelota, contagiosos, y se hacían invencibles.

Antes de salir a la aventura, cada vez que acudían a esos recintos siempre pequeños, con no más que una mesa descolada y una silla desvencijada para firmar las planillas, el árbitro asistente de turno podía leer en los libretones que hacían de documento Francisco Rago en el de "Candado".

El del "Hombre Escoba" decía Jorge Fernández y "Cucho" el de apellido Mascareño; en ambos se leía además "Balcarce" en el apartado para el domicilio.

Cuando llegaba el "Marionetista" firmaba en el renglón donde se leía Daniel Abelén; y "Rayo" en el de Pablo Galay.

Aparecía el "Jefe" de barba espesa y estampaba el gancho al lado de "Cacho" Martínez.

Llegaron a Estudiantes con los días iniciales del 1980, el primer poder que exhibieron fue camaleónico: a veces sacaban las franjas negras a sus camisetas y quedaban vestidos todos de rojo; a veces cambiaban las rojas por unas blancas.

Los Superhéroes del Rancho e'' la Cambicha reciben su nombre de un lugar indeterminado así llamado, una especie de guarida en las cercanías de Balcarce donde -culminadas las disputas- su fin derivó en lugar de reunión cada vez que fuera posible alrededor de una mesa, cerca de una parrilla, al lado de una copa de vino para recordar esas hazañas.

Estaba tan bien logrado aquel comic, y el futbolero se comprometía de tal modo con él, que en un momento entraba en trance y se sentía dentro de una realidad. Que todo parecía verdadero desde un principio.

Que -como se cuenta- los seis Superhéroes del Rancho e'' la Cambicha llegaron, se juntaron con cinco futbolistas que brillaban en los campeonatos de acá y entre los once lograron algo mágico: desplegar una composición coral alrededor de una pelota como nunca se había visto en un campeonato regional.

El segundo fascículo de ese enero giraba en torno de una química inmediata con "Dady", "Pity", "Pantera", "Chupa" y "Pato", en un ámbito extraño -pero no tanto-; multitud en las gradas de cemento, y un baile de novela a un equipo de Junín que había jugado varios campeonatos Nacionales.

Muy rápido uno de los stars (Mario) ocupó el lugar de "Chupa". Hubo fascículos dobles con todos, maravillosos. También frente a azuleños, marplatenses, necochenses, mercedinos.

Después tandilenses y bahienses amenazaban aquella leyenda.

No había caso; eran invulnerables los Superhéroes del Rancho e'' la Cambicha más los 5 de acá.

No había nada, ni nadie que pudiera con ellos; ni opacar sus brillos, ni detener la marcha. En ningún lado, con multitudes enfervorizadas casi siempre; con la justicia aplicada por los buenos y también por los otros.

Eran invencibles.

Pero tuvieron un final inesperado: apareció un desastre natural para sacarlos de la cancha, con esos superpoderes con la pelota que nadie había logrado controlar.

Más o menos así sería el resumen de aquel comic que transcurría en Olavarría cuatro décadas atrás y aún hoy se sigue recordando como si todo hubiese sido verídico.

Como si un equipo hubiese podido jugar un fútbol tan bello, tan contundente, tan inolvidable con estos seis héroes sin capa que llegaron de Mar del Plata y de un día para el otro se juntaron con cinco de Olavarría y brillaron hasta el final...