Daniel Lovano / [email protected]

Frente a un torta de cumpleaños discreta y comprada de apuro, porque los chicos están de viaje con su equipo en el exterior, el pibe que celebra sus 17 años apaga la velita, sus compañeros le cantan el "que los cumplas feliz" y, detrás del último saludo, aparece Leo Messi, le da un beso y le dice... "feliz cumpleaños monstruo, pasalo lindo".

La imagen es bellísima. Pero para todos los chicos del mundo la desilusión empieza cuando abren sus ojos y constatan que la noche transita su últimos instantes, que el sol está por volver y que el jugador de fútbol más amado del planeta está en otro lado.

Para uno no... Para Mateo Clemente fue un episodio más en estas ocho o nueve hojas caídas de su almanaque, que sin embargo parecen extraídas de un sueño.

Mateo vive en la pensión de San Lorenzo.

Arranca a las 7, a las 8 tiene entrenamiento con los arqueros, a las 9.30 se suma al trabajo con su categoría hasta las 12, siesta hasta las 16 y tres veces a la semana va al gimnasio. Eso, siempre y cuando no haya viaje al predio de la AFA, en Ezeiza...

Hace un año, a esta altura, era uno más entre tantos chicos desilusionados con una experiencia en AFA. "Me fui de Estudiantes el 10 de agosto" recordó.

"Estaba de cuarto arquero en Estudiantes y casi no jugaba. Aunque soy bastante alto, me decían que me faltaba altura, que ellos apuntaban a arqueros más altos" precisó.

Volvió a ponerse el buzo con el escudo del CEO, pero siempre con la idea de una revancha. "Buscaba clubes para probarme mientras jugaba en Olavarría. Me probé en Aldosivi y me dijeron que tenía que volver, pero fue justo la semana después de venir a San Lorenzo" dijo.

Su llegada al "Ciclón" fue a través de una gestión de Abelardo Carabelli. "Vine cuatro días en noviembre y enseguida me pidieron para este año y me dijeron que me iban a dar pensión" contó Mateo.

En San Lorenzo gustó su sobriedad, el juego con los pies, y la seguridad que transmite debajo de los tres palos. "Mi mamá me dice siempre que esto que me está pasando es un sueño, y yo siempre le respondo que no, que ni de cerca soñé todo lo que me está pasando. Hace un año estaba tratando de jugar por lo menos un partido en un equipo de AFA, y ahora estoy en la selección argentina" comparó.

"Nunca se me cruzó abandonar esto. Quise volver a Olavarría y a Embajadores para no perder ritmo, pero con la idea de estar jugando al fútbol este año en algún club de Primera" acotó.

Entre indiferencia y falta de actividad en Estudiantes, incertidumbre durante la transición en Embajadores, de pronto la tortilla se empezó a dar vuelta.

"Por ahí la cosa fue cambiando desde el día que me dijeron que iba a jugar mi primer partido en San Lorenzo, contra Patronato. Fue la quinta fecha de este año y desde ese día no salí más del arco, salvo cuando tuve que ir con la selección" comentó.

Hubo un episodio que pintaba para ser el más fuerte de todo el año, pero tranquilo...

"No sé cuándo, ni cómo me vieron. Sé que el cuerpo técnico de la selección argentina mira todos los partidos de divisiones inferiores. Me acuerdo que un día terminamos de entrenar y el técnico me adelantó que me estaban mirando, y no no entendía nada... Jugamos con Newell''s en Rosario, y creo que ahí me vieron" confesó.

Pisó por primera vez el predio de Ezeiza y la semana siguiente lo sorprendió entrenando con la selección mayor. "El primer día que apareció Messi en el predio estábamos haciendo reducido y ellos jugaban en la cancha de al lado. Yo me paré para mirarlo de reojo; no me importaba nada si me hacían el gol, je" bromeó.

Esa foto que conmovió a Olavarría fue por culpa de un ex compañero en Estudiantes. "David Ayala ni bien terminó el reducido le pidió la foto. Cuando fue él, fuimos todos y lo aceptó de muy buena onda. Eramos vientipico".

Esa foto está de fondo de pantalla, una copia preside el living de su casa y hay otro cuadro que espera al enmarcador. "Tengo la camiseta de Embajadores firmada por todos los jugadores de la selección que estuvieron en la Copa América, y la de Messi está justo arriba del escudo".

Como si faltara algo en el año, llegó otra noticia a través del entrenador de arqueros de las selecciones nacionales, Martín Tocalli: "Fue el último día de entrenamiento y lo primero que me dijeron fue necesitaban hablar conmigo. Me quedé pensando, creía que era para decirme que no me iban a llamar más, por ahí que más adelante, y cuando nos juntaron me anunciaron que iba a ir a la Copa América de sparring. ''¿En serio me están diciendo?'' les pregunté y me respondieron ''si querés,sí'', jajajaj. Yo no lo podía creer".

El mes de la Copa América le dejó la convivencia con los jugadores de la selección, la recorrida por distintas ciudades de Brasil, los entrenamientos con Armani, Andrada, Marchesín y Musso, y el beso de Leo Messi el día de su cumpleaños. "Quería abrazarlo y no soltarlo más" bromeó Mateo.

"Los arqueros son piolas; cuando ellos estaban medio cansados y nosotros entrábamos en el reducido, me aconsejaban, me hablaban, nos corregían, nos ayudaban", destacó.

En esos trabajos, el zurdo de Barcelona le apuntó unas cuantas veces. "Algunas le saqué, pero me llenó el arco de goles" dijo, casi como disfrutándolo. Al fin y al cabo, a sus nietos algún día les dirá "a mí me hizo goles el mejor de la historia".

En la Copa América Mateo fue testigo presencial de atraco frente a Brasil en el Mineirao, del dolor en el vestuario, de la expulsión de Leo Messi en la cancha del Corinthinas. "En la cena posterior al partido con Brasil no hablaba nadie, había mucha bronca. El dolor después fue un poco menor por todo lo que se vio" apuntó.

Dos mil 19 siguió deparando buenas noticias para Mateo: esta semana empezó a entrenarse con la selección Sub 17 que jugará el Mundial de Brasil entre fines de octubre y noviembre. "Tengo mucha ilusión de ir al Mundial. ¿Si estoy hecho este año? Para nada, quiero ir al Mundial, más vale" enfatizó.

El año pasado, a esta altura, Mateo se había quedado sin equipo luego de jugar muy poco en Estudiantes de La Plata; el paso siguiente fue regresar a Olavarría para "tener un poco de arco" en Embajadores y después esperar que se abra otra puerta en algún club "de Buenos Aires".

En el verano llegó a San Lorenzo, se apoderó del arco en su división, fue convocado a la selección nacional Sub 17, lo llevaron como sparring de la selección argentina que jugó la Copa América y lo citaron para una selección campeona sudamericana que se prepara para jugar el Mundial en Brasil.

Y en su fiesta de 17 apareció un tal Leo Messi, le dio un beso y le dijo "monstruo, feliz cumpleaños, que lo pases lindo".

Nada de esto fue un sueño, aunque lo parezca.