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El empate con el tiempo cumplido la noche primera, por tiro libre de una infracción que no fue, como presagio no estuvo nada agradable; la derrota en Mar del Plata en la segunda fecha disparó un signo de interrogación preocupante; la caída en el derby que se jugó en la Urquiza abrió un horizonte sombrío antes de arrancar la segunda rueda.

Equipo diezmado, sin dos de sus principales figuras (Toro y Curuchet suspendidos), formación remendada, con problemas internos que salieron a la luz algunas horas después, Racing fue a Bolívar poco menos que a poner la cabeza.

Y, para colmo, luego de remarla 80 minutos para regresar con algo, un penal en contra. Pero... aparecieron las manos de Alvarez ante el derechazo cruzado de Juan Martín y dejaron el respirador enchufado.

Aunque no hubiesen servido de nada sin la victoria de El Fortín en Mar del Plata.

"Matemáticamente estamos en carrera" decían en el viaje de vuelta.

Parecía una utopía, porque tampoco el equipo daba garantías de nada. Sólo sumando los últimos seis puntos, más una combinación de resultados ajenos daban crédito a la frase entrecomillada.

Todo se dio...

El Fortín no le pudo ganar en su cancha a Bolívar, Kimberley se volvió ayer con las manos vacías del estadio "Eva Perón" y Racing, con una buena victoria sobre los marplatenses primero, y este triunfo contundente sobre El Fortín se metió en la siguiente fase.

En razones futbolísticas como resultados combinados, movimientos acertados en la formación (como los ingresos de Palmieri, Ayesa y Janson), crecimientos individuales, mejoría colectiva pueden aparecer los argumentos, pero si no le cabe la palabra milagro a esta clasificación de Racing, se le parece bastante.

Ayer no dejó lugar para este tipo de especulaciones.

Se hizo cargo de sus aspiraciones, de una mayor riqueza de plantel, del compromiso que le puso por delante el desarrollo de la zona y jugó su mejor partido, con altísimos rendimientos y un comportamiento colectivo -sobre todo después del primer gol- de bueno a muy bueno, provocando en El Fortín esa impotencia que lo llevó a terminar el torneo con tres menos en la cancha.

Su idea primigenia fue buscar alto, obstruir la salida, presionar a los volantes, pero después de algunos minutos en campo contrario, El Fortín pudo sortear la primera línea de presión y con triangulaciones a espaldas de los volantes logró pinchar el ritmo y por un cuarto de hora sacar la pelota muy lejos de Ramírez.

La cancha hoy permite jugar y Racing se fue animando.

Santa Cruz la cruzó a lo ancho, Curuchet mandó un centro desde la derecha y Longhini en el segundo palo cabeceó cerca; Curuchet (a veces se le sale la cadena, pero es un crack el tipo) de tanto insistir de lejos le pasó cerca al palo desde unos 25 metros.

¿El Fortín? Apenas un par de disparos de larga distancia.

El primer gol desarmó el partido que quería El Fortín y armó uno a la medida de Racing.

Salida rápida de Santiago Izaguirre a la derecha para Longhini, asistencia a espaldas de los defensores para Curuchet; hermoso e inatajable remate cruzado al segundo palo.

Creció exponencialmente el rendimiento de Janson en el manejo de los tiempos; apareció Palmieri como una excelente opción ofensiva en la izquierda; Curuchet siguió con esa demostración impecable de técnica individual, más la ubicación de Toro, el criterio que viene mostrando Ayesa en la banda derecha, la jerarquía del "Colo" grande.

Se animó a lo que muy pocas veces antes había intentado: tener la pelota, hacerla circular, asociarse en espacios reducidos y cerró muy bien el primer tiempo, no sin antes sufrir un peligroso tiro libre en la medialuna que El Fortín se encargó de dilapidar.

En una de esas posesiones largas, puso Santiago mano a mano con Ramírez.

La aparición en cancha de Marín (entró por Leal y Junger quedó como único "5") le dio a El Fortín la primera ocasión clara, un zurdazo de Quimey que Alvarez cacheteó en el ángulo derecho; en la respuesta Ramírez se lo sacó a Curuchet del ángulo izquierdo.

Mientras llegaban noticias alentadoras desde Bolívar, El Fortín procuraba plantarse en campo contrario, y Racing se frotaba las manos...

En una contra quedó muy abierto Curuchet en la derecha (pareció partir en claro offside), metió un centro de novela al segundo palo y Longhini definió con un frentazo de pique al suelo.

La sociedad había redituado el segundo golazo de la tarde.

Senzacqua tiró toda la carne al asador con los cambios (Ramírez y Ponce por Larregina y Sánchez) y El Fortín quedó más expuesto a las salidas rápidas de Racing.

Pero el tercero llegó de la excelsa pegada de Franco Janson: tiro libre desde la izquierda que aterrizó en la cabeza colorada de Gonzalo y dejó sin defensa a Néstor Ramírez.

El toqueteo inteligente combinado con el "ole" hiriente que bajaba de la tribuna descontroló a algunos jugadores de El Fortín y Marcos no dudó.

Primero Bianciotto (agresión a Ayesa), después Barrientos (fuerte infracción a Ayesa) y más tarde Junger (falta violenta a Longhini) vieron la tarjeta roja.

A esa altura a la gente poco le importaban los espacios, las situaciones desperdiciadas en superioridad numérica.

Sólo interesaban las noticias que llegaban desde el Estadio "Eva Perón" en la ciudad de Bolívar, y cuando en la 98 POP se anunció que Ciudad había ganado 2-1 estalló la fiesta.

Racing aseguraba su lugar en la segunda fase con la mejor producción del campeonato, sacándose de encima el estigma de los equipos locales en campeonatos federales, y con ese toque milagroso que le dio un tinte especial a los festejos en la cancha, en las tribunas y en los vestuarios.